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Mónica Matiauda

Decididas y visionarias: Sobre lentes, cuadros y pinceles

No hay un solo rincón de la fotografía que Mónica Matiauda no haya recorrido y, con ella, sus elementos de pintura. Desde el reportaje gráfico, pasando por editoriales de moda y trabajos de fotoproducto, hasta escenarios que espontáneamente la cautivan, su destreza visual la guió hacia cada reto imaginable. Cuando comenzó a fusionar su talento detrás de la cámara con la habilidad para el pincel, encontró una parte de sí misma. Esta vez, exploramos la carrera de una artista vivaz, que nos explica su visión del mundo desde la pintura fotogénica y, también, desde las lentes.

Su pasión por la fotografía inició casi como un juego. Mónica Matiauda usaba las cámaras profesionales de sus hermanos mayores, integrantes del Club de Cine del Colegio Cristo Rey en los 80, para probar las posibilidades expresivas detrás de una lente. Al crecer, esta afición se convirtió en una manera de criogenizar momentos fugaces y llevarlos a la eternidad. Así, el vínculo con su sentir estético ascendió hasta hacerla merecedora de un premio Matisse en 2001 con su obra Sous le pavé, la place. “Entonces fui a Francia y vi, por primera vez, la obra de Gérard Fromanger, un artista plástico que utilizaba la peinture photogénique (pintura fotogénica)”, cuenta.

Su obra simplemente la impactó. Aunque no conocía esta técnica y, de hecho, era la primera vez que tenía contacto con ella, decidió empezar ni bien llegara a Paraguay. De todas formas, había leído tanto acerca de él que solo faltaba poner en práctica lo que conocía: “Gérard usaba diapositivas que sacaba por sí mismo, las proyectaba sobre un lienzo en oscuro, identificaba las sombras y, finalmente, las pintaba”, detalla. Ella descubrió su destreza en la materia e, incluso, la primera obra que terminó con este método, titulada La terminal, le valió el primer lugar en el concurso Arte Joven Baviera en 2004, gracias al cual se especializó en fotografía en EE. UU.

De regreso al país, Mónica comenzó una carrera como reportera gráfica en uno de los medios de mayor tirada nacional. “Lo primero que dijeron es que iba a estar en Sociales porque era mujer, pero yo quería hacer deporte, fútbol. En realidad, estuve en todos lados”, cuenta acerca de este intenso periodo.

En vista de que el rubro al que quería dedicarse sigue teniendo estigmas machistas, al inicio no faltaron las dudas: “Pero me abrí camino con mi capacidad. Creo que el fútbol fue una de las mayores escuelas que tuve, porque todo era un desafío. Me ayudó a ser rápida tanto con la cámara como con el ojo y a estar siempre atenta”.

El mundo del reportaje gráfico también dio lugar a otra forma de expresar las reivindicaciones de derechos humanos en las que cree firmemente. Una de sus obras más recientes, titulada 8M, muestra un mensaje que no puede ni desea callar: es un cuadro hecho a partir de una composición digital de varias fotos tomadas a mujeres en distintas marchas, que unió en una pintura acrílica sobre lienzo, con una frase en guaraní: Roikovese ha roikovéta; y otra en castellano: Vivas nos queremos.

“Tanto en el arte nacional como en otras esferas culturales, se tratan más las movilizaciones del 8M, aunque estemos en uno de los países más machistas de Latinoamérica. Incluso hay opresión que no se ve y de la que no se habla. Yo quise contar eso, pero más allá de cualquier reclamo, expresé esta pieza como una celebración de las movilizaciones, por eso la llené de colores y energía”, detalla la artista.

Tanto en el arte nacional como en otras esferas culturales, se tratan más las movilizaciones del 8M, aunque estemos en uno de los países más machistas de Latinoamérica

Y si debe elegir entre la cámara y el pincel para discutir necesidades sociales, solo combina ambos canales expresivos porque considera que estas cuestiones se deben tratar con la intensidad y de la manera que se necesite. “Ambas técnicas me llenan; la pintura, como expresión, y la fotografía, como medio de trabajo. El arte visual se encuentra en mi vida desde siempre y es para lo que tengo ojo”, asegura.

HOY EN DÍA

Además de la agilidad visual envidiable, Mónica también posee una sensibilidad a las escenas cotidianas que le permite expresar la esencia de lo que ve en su versión más fiel. Por eso, gran parte de su obra se centra en la percepción de situaciones diarias que, primero, captura con su lente para, en un análisis posterior, transportarlas a la dimensión de sus pinturas donde todo, sin excepción, se impregna de color.

En parte, fue así como germinó la idea de Hoy en día, su más reciente muestra. A esta concepción de la realidad también se le suma el impulso de una antigua amistad con Hugo Cataldo, quien la invitó a pintar con él en su espacio de arte.

Todas las mañanas, por un año entero, Mónica se acercó a la galería Fuga, el recinto creativo de su amigo, para compartir el taller de pintura. Al finalizar los últimos retoques de sus piezas, ella inauguró su exposición en ese mismo lugar, en diciembre último. Con la curaduría de Pablo H. Rodríguez, fue una exhibición que se extendió hasta los últimos días de febrero pasado. “Hoy en día es una expresión de paisajes cotidianos de Asunción, que va de la mano con ese hilo conductor recurrente en mis creaciones: mi ciudad, nuestras costumbres y nuestra gente”, ahonda Mónica.

Y es que los matices de la escena asuncena se convirtieron en un estímulo del que no desea desprenderse. En este punto, la artista recuerda un ensayo fotográfico que elaboró acerca del Mercado 4, para el fotolibro Asunción, documentos recientes, del año 2008, publicado con el colectivo fotográfico El Ojo Salvaje.

En él, Mónica desentrañó los pormenores de la vida en el populoso sitio asunceno a través de varias imágenes que, al pasar por sus manos, adquieren una particularidad que ignoramos en el día a día. “Me llama la atención absolutamente todo del Mercado 4, la mezcla que se encuentra ahí, cómo vive la gente al borde del peligro siempre, mientras cocina sus minutas al lado del local de venta de ropa, bajo un ventilador a punto de hacer cortocircuito. Es una travesía que inicia diariamente a las 4.00 de la madrugada y termina a las 18.00; de noche es tierra de nadie”, describe la fotógrafa y añade que, en su visión artística, “estas son escenas que capturo en el momento, en las que no se ve algo determinado, sino el impacto del conjunto”.

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