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Mali Jara

Decididas y visionarias: Un poco de humor y mucho feminismo

Nació en la hoja de un cuaderno, se consolidó en las redes sociales y volvió al papel, pero ya como un libro impreso. Mali Jara nos habla de Anita dice…, su serie de humor gráfico con el cual navega inquieta entre cuestionamientos y descubrimientos, sobre la vida misma y el feminismo. A continuación, nos habla de su obra titulada Mi oveja favorita y cómo concibió este sueño que hoy es una realidad.

Fue una niña muy rebelde, extrovertida e inquieta. Y tiene por seguro que desde chica, nunca fue fan de las reglas ni de lo estipulado. “Lo más hermoso de cuando somos pequeñas es que vivimos sin miedo. De repente, al crecer, nos dicen: ‘Así tenés que ser y así no’. Con el tiempo se vuelve más duro ser distinta, pero luego es más fácil otra vez. Es un proceso”, nos explica la humorista gráfica, redactora y dibujante. Sí, en ese orden. Y es que Anita dice… se trata más sobre lo que ella expresa que del dibujo en sí.

La garabateó por primera vez hace casi 10 años, con brazos y piernas de palitos. Quizás fue la segunda o tercera versión la que le presentó a una amiga, quien entusiasmada, le dijo: “Tenemos que buscarle un nombre, algo con que termine en ‘ita’: Anita”. El resto, por su parte, Mali ni siquiera lo dudó. “Es que tenía tantas cosas guardadas que el ‘dice’ era definitivo”, relata.

Aunque nunca tuvo problemas con expresar lo que sentía en el momento que lo sentía, encontró en la pequeña caricatura una manera de exteriorizarlo con más confianza. Con un globo de texto al lado de cada dibujo, compartía las situaciones que vivía en el día a día, sus reflexiones, interrogantes, las charlas con sus amigas y más. Todo lo que podía, lo plasmaba en el papel.

Al poco tiempo de publicarla por primera vez y de recibir cierta notoriedad, Mali decidió juntar sus cosas e ir a vivir a Buenos Aires, en busca de más oportunidades para Anita y para ella misma. Se sentía la oveja negra de su familia, de la sociedad, de todo. Tenía que canalizar esos sentimientos y hasta ahora cree que tomó la mejor decisión de su vida.

Anita aparece sentada con una pierna arriba de la silla y la otra hacia el suelo, mientras lee un libro. Le dicen: “Anita, sentate como una señorita”. Ella responde: “Soy señorita y estoy sentada, ¿no ves?”. En cuanto a su obra, cree que “el mayor cambio para mí fue entender realmente lo que significaba el feminismo. Yo hacía dibujos sobre ello sin saberlo. Supongo que del hecho de cuestionarse nace justamente esa convicción y eso me sale naturalmente”.

En Buenos Aires se le presentó todo un mundo nuevo, donde aprendió sobre feminismo. Ella sentía mucha curiosidad y también “que tenía como los argumentos históricos que me decían que no estaba loca. Mis cuestionamientos existían por una razón y por fin los entendí”, relata, aunque aclara que “no es como que te convertís en feminista y listo, ya está. Una crece de poco y va entendiendo. Así, modifica los pensamientos que tenía antes, trata de ser más empática y busca informarse. Es un camino interminable que creo que voy a recorrer hasta que me muera”.

Aunque considera que a nuestra sociedad aún le falta bastante para que el feminismo no sea una palabra exótica, ella admira todo lo que ya hicieron los movimientos y las mujeres que lucharon para que ella pueda estar hoy donde está. “Para mí, cada país tiene su propio patriarcado personalizado, hay lugares en donde la sociedad está más avanzada en ese tema, y otros todavía están muy atrasados. A nosotros, como paraguayos, creo que nos falta bastante aún, pero pienso que estamos yendo por buen camino”, sostiene.

A pesar del paso de los años, Anita dice… mantiene su esencia. “Quizás hoy usa los términos de una manera más adecuada o inclusiva. Ahora toca más asuntos que anteriormente, porque con el tiempo también empecé a hablar de más cosas. Antes se trataba de lo que me pasaba en el día a día, después ya fue sobre violencia, los derechos LTBG, el aborto… entonces es como que me fui ampliando más en cuanto a los discursos. Pero creo que sigue siendo la misma, porque yo soy la misma”, explica Mali, quien divertida comparte que todo el mundo cree que ella se llama Anita, “y, ¿sabés? Me encanta. Me parece tan divertido que no sé si corregir o no a las personas”.

CONTAR PÁGINAS Y OVEJAS

Con esta publicación marcó un hito y se convirtió en la primera paraguaya en lanzar una publicación de humor gráfico en Argentina. Lleva el nombre de Mi oveja favorita y es su historia presentada en 48 páginas, en donde comparte su proceso de descubrir el feminismo de una manera bien fácil de entender y superamigable también. “Es el libro que le escribí a la Mali del pasado para que no se sienta tan sola y tan loca”, comparte la autora.

“Cuando empecé, me dije que quería hacer de esto mi vida. Soñaba tanto con tener un libro que no pensé que se iba a cumplir, pero pasó. Yo tenía razón”, afirma emocionada. La publicación fue con una editorial argentina independiente que se llama Chirimbote, que tiene una edición fantástica de antiprincesas. Mali es una persona de muchas anécdotas y la que habla de cómo se le presentó esta oportunidad es una imperdible. “Fui a entregar unos ejemplares que una amiga me pidió. Entre un chiste y un comentario, como siempre hago en momentos apropiados e inapropiados, pregunté algo tipo: ‘¿No quieren publicar un libro de una feminista?’. Me tomaron en serio y me contactaron con la editorial. Tras pasarles mi perfil y reunirnos con un café de por medio, vieron mis dibujos y me dijeron: ‘Nosotros queremos publicar tu obra’”.

Cuando empecé, me dije que quería hacer de esto mi vida. Soñaba tanto con tener un libro que no pensé que se iba a cumplir, pero pasó

Fue así como comenzó un largo camino que llevó alrededor de cuatro años y una pandemia de por medio: “Tras la reunión, esperamos un tiempo. Cuando me indicaron el momento para comenzar a trabajar en el proyecto, renuncié a la agencia en la que estaba en ese entonces porque me dije: ‘Lo tengo que dar todo’. Así se dio un proceso de menos de un año. Para cuando terminé mis ilustraciones y tenía que pasarlas a un diseñador de modo que las digitalice, cayó el covid 19”.

Mali estaba a centímetros de cumplir su sueño, pero se pospuso, una situación que fue muy dramática para ella, pero ahora agradece que así se hayan dado las cosas. “Yo dibujo a mano, en el papel, y le pasaba a otras personas para que me digitalizaran los diseños, ya que yo no sabía. Es un proceso tedioso, para no decir una mala palabra”, cuenta riendo. En esos dos años y algo de pandemia, aprendió a hacerlo sola y, gracias a eso, pudo realizar todo su libro como ella quería.

“Cuando se liberó todo el tema de la pandemia y me dijeron: ‘Ahora sí vamos a publicar’, me enviaron el primer borrador. Ahí vi que había varias cosas que cambiar, lo que dio lugar a unos intensos dos meses y medio en los que saqué algunos dibujos, volví a meter otros y rehíce un montón de cosas, además de digitalizarlos”, detalla.

Sucedió que ella sentía que ya había algunos dibujos mejores y otros a los que veía como viejos. “Tenía la necesidad de hacerlo todo de vuelta y disfruté un montón de ese proceso. Fui muy feliz a pesar de que tenía una presión muy fuerte”, nos comparte

Mali ama el nombre de su libro porque ella siempre se sintió así en su familia y, además, cree que por ser feminista, una también se vuelve la oveja negra de la sociedad. “De alguna manera hay un precio que pagar por defender lo que queremos, entonces me gustó la idea de que la oveja negra por fin sea la favorita, no la juzgada ni la discriminada ni la observada”, reflexiona. Claro está que, con esta publicación, desea llegar a aquellas personas diversas o que se sienten fuera de lugar: “Lo que a mí me parece raro es que haya un montón de ovejas blancas y se le señale solo a la negra. No entiendo por qué ser distinto es algo tan juzgado, puesto que todos somos absolutamente distintos unos de otros, no hay dos seres humanos completamente iguales”.

Me gustó la idea de que la oveja negra por fin sea la favorita, no la juzgada ni la discriminada ni la observada

Hasta ahora no cree que sepa dibujar, pero sí adquirió más práctica con los años. Mali nunca estudió este arte, pero siempre disfrutó hacerlo. Considera que lo más interesante en el mundo del humor gráfico es descubrir un montón de artistas fantásticos y geniales. Y aunque considera que Instagram puede ser un lugar muy tóxico muchas veces, agradece que exista, pues tiene al alcance de las manos a dibujantes que de otra manera no conocería.

Justamente, sin las redes sociales, ella cree que Anita no hubiera existido: “La verdad, son como una ventana enorme. A pesar de que ahora se volvieron monstruos extraños que tenés que alimentar para que no te escondan en una esquina, tienen sus cosas positivas”. Para Mali, fue Facebook el que hizo conocida a Anita y logró que tenga un público. Con eso fue que pudo entrar a los medios. Cabe destacar que ella publicó sus tiras de humor en la revista semanal de uno de los diarios más importantes de Asunción por casi cuatro años.

Con su primer libro en mano y su sueño hecho realidad, en un futuro le encantaría lanzar otra obra que sea más escrita y con menos ilustraciones, seguir creciendo con Anita dice…, trabajar en proyectos con diversas oenegés y hacer campañas sobre feminismo y sobre el derecho a elegir.

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