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Cocina terapéutica

Un viaje sensorial y gastronómico

Cocinar es arte, amor, sabiduría, conciencia, memoria e ingenio. Por estas, y muchas más razones, es considerada como una herramienta terapéutica en la cual la persona puede desarrollar y explorar otro tipo de habilidades.

Si desglosamos atentamente todo lo que requiere preparar un plato de comida, desde investigar una o varias recetas, elegir y comprar los ingredientes, higienizarlos, pensar en los utensilios que necesitaríamos, entrar en contacto con las hortalizas, frutas o materiales, amasar, sentir el calor, probar cómo va quedando, esperar pacientemente el resultado y luego disfrutarlo. El ritual de la cocina se convierte en un mundo de creación y posibilidades infinitas.

La cocina, aparte de ser un lugar de experimentación libre y metódica, también es considerada como un tipo de terapia psicológica. Según The Foodie Studies, la cocina puede ser utilizada como herramienta de estimulación cognitiva y desarrollo personal; a través de ella uno pueda liberar emociones, hacer catarsis y también se convierte en un instrumento de comunicación entre el paciente y el profesional.

Ahora, ¿qué implica utilizar la cocina como terapia? Algunos beneficios son el desarrollo de creatividad e ingenio. Hay veces en que podríamos no contar con todos los ingredientes para una receta, o de repente tenemos la heladera vacía con solo unos pocos insumos. Aquí es donde se puede dar rienda suelta a la imaginación y ponerse creativos para lograr una solución. Estos escenarios pueden ser obstáculos primeramente, pero luego se convierten en una posibilidad, una puerta a algo diferente.

La cocina desarrolla la paciencia. Esto es muy importante. Cuando uno cocina aprende a moverse al compás del tiempo que requiere el plato a preparar. Es un proceso que no se puede apresurar, y que necesita de la atención y detalle absoluto de la persona que está cocinando. Aquí también entra la conciencia sensorial, usar los sentidos para monitorear el estado del plato.

Se puede utilizar como una técnica que nace de las terapias de la conducta, en la cual se le alienta al paciente a apuntar a una meta, a desconectarse de los problemas cotidianos, pero al mismo tiempo a conectar con sus sentidos, intuición y creatividad.

Esta actividad terapéutica también insta a desarrollar un mejor sentido de la organización y planificación. Esto significa tener un mapa mental de las fases que necesita una receta para realizarse, los ingredientes que conlleva y el tiempo que se debe emplear para la misma. Así también serán necesarias la resolución de problemas in situ y la toma de decisiones. En el proceso de aprendizaje puede haber, y habrá, errores, pero esto servirá para afinar aún más el sentido de intuición a la hora de cocinar.

La idea principal es que el espacio de cocina se convierta en un lugar seguro y que aliente la espontaneidad y disfrute de la persona. Que en el proceso uno pueda desarrollar nuevas habilidades personales, encontrar una veta artística y práctica, explorar un nuevo lenguaje de expresión e incluso conectar y aprender de dónde vienen los alimentos que consumimos, adquiriendo conciencia de su origen y la repercusión que tienen en nuestro cuerpo.

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