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Cocina con Alma

Cuando nos planteamos la nota de tapa de esta edición, no tardamos en darnos cuenta de que Alma Cocina con Fuegos era el lugar ideal para realizarla. Después de todo, es el restaurante especializado en carnes más visitado y celebrado de los últimos tiempos gracias a su combinación de sabores criollos. Charlamos con Gustavo Camio, creador de este exquisito lugar, sobre el amor que ambos sentimos hacia un buen corte a punto y el desafío de mantenerse vigente en un mercado en pleno desarrollo.

Mirando la esquina de Profesor Emiliano Gómez Ríos y Narciso R. Colmán uno no se imagina el universo de sabores que se esconde en este rincón paradójicamente aislado del bullicio, a pesar de encontrarse a solo unas cuadras del World Trade Center Asunción.

“Aislado” es un buen adjetivo para describir el espacio de Alma Cocina con Fuegos, pues su excelente propuesta gastronómica es igualada solamente por su agradable decoración basada en la noble madera y una abundante vegetación. De hecho, la locación fue el punto de partida para la creación de Alma, cuenta su fundador y propietario Gustavo Camio, quien llegó a Asunción desde Uruguay, previo paso por Estados Unidos (donde quiso establecerse, pero no se convenció).

Gustavo Camio. Fotografía: Amalia Rivas Bigordá.

Inmerso en el recuerdo y con una gran sonrisa, Gustavo cuenta que quedó encantado con esta esquina desde el primer momento. “El restaurante se hace partir del lugar que elegís. Encontré esta casa una de las primeras veces que vine a Paraguay, hace cuatro años, y dije ‘este es el lugar’. Volví a Uruguay soñando con esta casa”, comenta. Puso manos a la obra para hacer de ese anhelo una realidad, transformó la casa y buscó una paisajista para dar forma al jardín de sus sueños.

Ese esmero se tradujo en un lugar increíblemente cómodo y acogedor, con algunos rincones más elegantes y otros más relajados; y el patio es uno de esos lugares en los que podría pasar horas sin darme cuenta, entre aperitivos, cena y sobremesa. Pero lo más genial de comer en Alma es la variedad de experiencias: ir de siesta es completamente diferente a visitarlo de noche y el principal diferencial se encuentra en el efecto de la iluminación, que crea islas de privacidad y espacios de celebración al mismo tiempo.

Asimismo, elegir una mesa en al aire libre ofrece otro disfrute en comparación con sentarse a una mesa interior o, incluso, a disfrutar de un privilegiado lugar en la barra, bien cerca de una de las parrillas y con fácil acceso a una buena variedad de cócteles de autor. Es un lugar descontracturado que no deja de ser fino y lindo. Podés venir con tu familia y tu nene que está gritando, no pasa nada; con el empresario más grande que hayas traído del exterior; hacer una reunión con tus amigos; todos, por lo general, la van a pasar bien. Podés venir con bermudas o con traje, vas a quedar bien. Es el punto medio.

Las brasas

El servicio es muy descontracturado también. “Los mozos son cálidos e interactúan con la mesa, siempre con respeto y la información necesaria que necesita para atender una mesa. Antes de tomar una mesa, alguien nuevo pasa meses aprendiendo”, comenta Gustavo, y agrega que hoy trabajan 50 personas para atender alrededor de 200 cubiertos.

El chef de la casa es Rodrigo Puertas, quien se encarga de hacer una cocina “honesta”. “Son platos sencillos con un buen producto”, dice Gustavo Camio. Para crear la carta original, hace más de dos años, contrató a un cocinero argentino que lo ayudó a combinar elementos de parrilla con sabores típicamente paraguayos, como la sopa y el chipa guasu (altamente recomendado, no te vas a arrepentir de pedirlo).

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