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Guillermo Torrents

Gracias a la influencia de sus padres y su trabajo en la empresa familiar, el día a día de Guillermo Torrents está empapado de gastronomía. Hace diez años decidió dedicarse por completo a lo que hoy es conocido como Torrents Fonseca Group, pero aquí nos cuenta más sobre su faceta de comensal, la importancia del compartir la mesa y la comida, y el legado de su padre.

El bon vivant de esta edición es Guillermo Torrents, tiene 37 años, está a la cabeza de Torrents Fonseca Group SRL y le fascina el arroz kesu. Sus inicios en el negocio gastronómico se remontan a la elaboración del dulce de leche La Cabaña de María.

La conversación con Guillermo va de lo general a lo particular, con datos personales que ofreció de manera abierta: no terminó ninguna carrera universitaria, le faltan materias para recibirse de administrador y empezó a cursar Ingeniería en algún momento de su vida.

Es evidente que lo suyo no estaba en las aulas, sino en el mundo de la gastronomía y el emprendedurismo. Esta última palabra es la que enciende sus ojos, la idea y el impulso de emprender son conceptos que su familia siempre le inculcó; y así lo hizo en la empresa familiar que lleva adelante con sus hermanos. “Nosotros, actualmente, respiramos y comemos gastronomía, es todo para nosotros”, explica Guillermo.

Se dice que no hay mal que por bien no venga, y pienso en esto cuando me comenta que tuvieron problemas con las máquinas de producción de La Cabaña de María, y por eso dejaron de hacer dulce de leche; pero de esa encrucijada nació Delicatessen. Un domingo, durante el almuerzo familiar, su padre dijo que tenía unas recetas que quería probar; eso fue hace diez años, y el resto —como dicen— es historia.

Si bien opera más desde el lado comercial, su trabajo y su vida están íntimamente ligados a la gastronomía. Le gusta cocinar y, lo que es más, cree que se defiende bien en ese campo, especialmente cuando se dispone a preparar un buen plato de arroz kesu que, según él, podría ser nuestro risotto nacional.

“Para mi viejo siempre fue muy importante el acto de compartir, no importa qué, pero compartir en la mesa”

El ritual de compartir la mesa es sagrado para él, y es herencia de la esencia tradicional de su familia: “Para mi viejo siempre fue muy importante el acto de compartir, no importa qué, pero compartir en la mesa”. Comenta también que él fue el responsable de prepararles y acercarles a platos distintos. “Siempre estuvo muy metida la gastronomía en nuestras vidas, desde nuestro karaku”, acota.

Hace dos meses nació su hijo Santino Raúl (le puso Raúl en honor a su padre). Actualmente, lo que más disfruta es poder llegar a su hogar, estar con su esposa y tener a Santino en el pecho. Y aunque hablamos de distintos destinos gastronómicos, restaurantes y platos que lo cautivaron, es fanático de la comida casera

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