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Fundación Asoleu

Una apuesta a la vida

Año tras año, la Fundación Asoleu reafirma su compromiso con la asistencia y el cuidado de niños y adolescentes con diagnóstico de cáncer. Aquí nos cuentan acerca del trabajo que llevan a cabo, además de sus proyectos e iniciativas enfocadas en el bienestar integral de los pequeños.

El cáncer infantil es una patología que ataca a los niños y las niñas en edades tempranas, y consiste en un crecimiento anormal de células malignas que se diseminan en el interior del cuerpo. El Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social define así a esta enfermedad. Sin dudas, hay mucho más detrás de los conceptos y estadísticas institucionales, y en este caso, están las vivencias de chicos y adolescentes que conviven con esto.

Así es como la Fundación Asoleu empezó su historia hace más de tres décadas, con un grupo de jóvenes voluntarios que, entusiasmados por contribuir con su granito de arena, se organizaron para dar una mano a niños con diagnóstico de cáncer. Ya en 1994, las cosas se fueron formalizando hasta conformar la organización que conocemos hoy. Actualmente su trabajo consiste en proveer todos los medicamentos oncológicos y acompañar el tratamiento de los pacientes beneficiados, así como la búsqueda de una atención médica y humana, para aumentar las posibilidades de curación.

La fundación trabaja con tres ejes principalmente: la atención que brindan a los chicos en el Hospital de Clínicas; el albergue Fausta Massolo, que acoge a niños y a sus madres o tutoras durante los meses de tratamiento, o los días de control en el lugar, y el proyecto Yo quiero ser, centrado en pacientes curados, para ayudarles con una beca de estudios terciarios. “A través de estas aristas, la fundación siempre le da la mano al niño enfermo durante el proceso de su enfermedad, sin importar el desenlace. Cubrimos sus necesidades, estamos presentes en cada uno de sus momentos, ya sea en el Hospital de Clínicas o el albergue”, comenta Rocío Romero Lévera, gerente general de la organización.

La fundación trabaja con tres ejes: la atención a los chicos en el Hospital de Clínicas; el albergue Fausta Massolo y el proyecto Yo quiero ser.

EL TRABAJO DEL DÍA A DÍA

El funcionamiento de la fundación se da gracias a una constante labor en conjunto, un trabajo de hormiga, según Rocío. En el Hospital de Clínicas cuentan con un departamento de oncología que atiende a los pacientes por turno. Allí reciben a alrededor de 20 personas por día que retiran sus medicamentos y reciben atenciones diarias.

“En el albergue las ocupaciones no paran. Se les brinda atención 24 horas prácticamente a los niños y sus madres. Aparte, cuentan con alimentación, habitaciones con baño privado, además de una huerta y un bello jardín”, agrega la gerente. Por la tarde funciona el Hogar Soli, apadrinado por la Fundación Mapfre, de España, un espacio dentro del albergue donde los chicos reciben atención pedagógica, psicológica y entretenimiento. “Lo que se busca con el albergue y el Hogar Soli es que los niños no descuiden sus tareas escolares”, enfatiza nuestra entrevistada.

Un dato importante es que, hasta la fecha, no hubo casos de contagio de covid-19 en el albergue. Esto fue posible gracias al cuidado estricto que llevan adelante para proteger la salud de los niños y sus familias. “Tratamos de hacer un trabajo integral para dar lo mejor a los chicos constantemente. Todo lo que recibimos es para ellos, y lo que siempre cuidamos es que nuestra atención sea la mejor”, acota.

Para sostener la misión que realizan como fundación reciben aportes y donaciones de empresas, sociedad civil y el Gobierno. Uno de los fondos más importantes viene del Presupuesto General de la Nación (PGN), y está destinado a cubrir medicamentos y ciertas atenciones médicas necesarias; por ejemplo: estudios, radioterapia, etcétera. “Otra pata importante de los fondos son los padrinos y madrinas, que hace años aportan su granito de arena”, agrega Rocío. Actualmente cuentan con 900 padrinos que mes a mes realizan su contribución, y 30 empresas que a través de sus programas de responsabilidad social también colaboran.

Así como los fondos monetarios son importantes, también lo es la ayuda del voluntariado. “Los voluntarios siempre están muy presentes; realizan actividades para recaudar fondos, y siempre preguntan qué necesitamos o cómo pueden ayudar. Ellos hacen de Papá Noel y juntan los juguetes para nuestros 150 a 160 pacientes. Porque si bien el albergue tiene capacidad para 14 chicos con sus acompañantes, los regalos, ya sea Día del Niño, Navidad o Reyes, se entregan a todos los pacientes oncológicos del Hospital de Clínicas”, comenta.

LOS NÚMEROS QUE HABLAN DE UNA REALIDAD

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se le diagnostica cáncer a cerca de 400.000 niños y adolescentes de entre 0 y 19 años. Los tipos más comunes en este grupo poblacional son las leucemias, el cáncer encefálico, los linfomas y los tumores sólidos como el neuroblastoma y los tumores de Wilms.

En Paraguay, el cáncer infantil se trata en cuatro centros médicos: el Hospital Pediátrico Niños de Acosta Ñu, el Hospital Nacional del Cáncer, el Instituto de Previsión Social (IPS) y la Universidad Nacional – Facultad de Ciencias Médicas. Según el IPS, se registran por año alrededor de 350 casos nuevos de cáncer infantil. Pese al desafío que representa esta enfermedad, en todos los sentidos, con un diagnóstico temprano, un tratamiento adecuado y un cuidado integral del paciente, la posibilidad de sobrevida aumentó hasta el 70 u 80 %.

Desde la fundación hablan de un promedio de 80 % de posibilidad. Según IPS, el cáncer infantil se cura en la mayor parte de los casos, si es detectado a tiempo. Muchas veces los síntomas pueden ser confundidos por dolencias de la edad, por eso es importante el control, chequeo y atención a síntomas de alerta como: cansancio, ojeras, sangrado nasal, aumento de volumen en alguna parte del cuerpo, puntos rojos en la piel, anemia, dolor abdominal, en articulaciones y huesos, dificultad para respirar, infecciones recurrentes, etcétera.

UNA ESPERANZA TANGIBLE

El proyecto Yo quiero ser inició hace un par de años y trabaja con pacientes que superaron el proceso de la enfermedad, pero no cuentan con los recursos necesarios para acceder a una educación universitaria o terciaria. La fundación los ayuda a través de una beca, para que puedan formarse en una profesión u oficio que les permita tener una mejor calidad de vida.

“Ya que el 90 % de nuestros pacientes son del interior, procuramos que puedan ir a un instituto o universidad de su ciudad, para que no abandonen la carrera”, comenta. Lo que buscan es que los pacientes beneficiados por esta beca la aprovechen, ya que acceden a una carrera íntegramente pagada por Asoleu, gracias a las donaciones de empresas y personas solidarias.

Como el proyecto tiene pocos años todavía, cuentan con dos profesionales egresados con sus respectivos títulos: una radióloga y un docente; más una docente parvularia que se recibe este mes. “Es un proyecto nuevo, de a poco vamos a integrar más egresados. Tenemos capacidad para 10 becas. Las personas que están en lista de espera van a ingresar al programa a medida que los becarios actuales vayan egresando. También depende de si alguna empresa u organización quiera apoyar al proyecto para así sumar más beneficiados”, agrega.

POR Y PARA ELLOS

Experiencia High Class fue el primer evento organizado por nuestra revista en este tiempo pospandémico, y se dio los días 17 y 18 de noviembre últimos en Puerto Liebig. Las ganas de reencontrarnos con colaboradores, marcas que nos apoyan, modelos, fotógrafos, artistas e invitados especiales para celebrar los 15 años de High Class se dio en un ambiente muy emotivo, ya que la totalidad de las entradas vendidas para la segunda velada fue a beneficio de la Fundación Asoleu, y así apoyar la noble causa que persiguen de ayudar a más niños y adolescentes con esta enfermedad.

Para mayor información o para realizar donaciones a esta organización, uno puede contactar al (021) 623 340 / (0982) 490-877, acercarse a la oficina ubicada en Mayor Rivarola casi Eusebio Lillo o seguir sus perfiles de Instagram como asoleupy, y en Facebook como Fundación Asoelu.

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