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Atelier de ensueño

Una conversación entre moda y deco

El estilo europeo se fusiona con muebles modernos y antigüedades heredadas para crear un espacio armónico donde la moda luce todo su esplendor. El nuevo atelier de Carlos Burró consta de espacios dedicados al arte atemporal, amorosamente concebidos en compañía de una gran amiga suya, la arquitecta y diseñadora de interiores María José Peña.

El aroma a flores es lo primero que nos recibe al entrar al nuevo atelier, inaugurado a inicios de mayo pasado. En la primera estancia se asienta la tienda Carlos Burró Prêt-à-Porter, con un estilo industrial que evoca el aire de un tradicional taller de costura. Ubicados a cada costado, percheros dorados exhiben la colección otoño-invierno 2022, mientras un maniquí italiano muestra uno de los looks frente al amplio ventanal de vidrio, por el que la luz natural se cuela a todas horas.

Su nueva casa de moda fue fruto de ocho meses de esfuerzo en conjunto con la arquitecta y diseñadora de interiores María José Peña quien, además, es una de sus amigas más cercanas. Se trata de un sueño que hace tiempo venía rondando las noches de Burró y que se concretó luego de tres proyectos, según nos explican los amigos mientras recorremos juntos cada dependencia.

Ambos concibieron esta obra como una suma de estilos, cuyo único elemento constante es el buen gusto. Más allá de elegir una paleta cromática para todo el conjunto, la intención de Carlos y María José fue jugar con el dorado y los colores neutros, para dar oportunidad a que las clientas aprecien sus trajes sin mayor distracción visual al momento de probárselos.

Para la impronta industrial de la tienda prêt- à- porter, María José eligió un piso de cementicio en gris natural y puertas de hierro pintadas en negro con detalles dorados. En el medio de esta primera estancia, la luz de un candelabro antiguo baña un conjunto de mesas doradas dispuestas en círculo con orquídeas blancas encima de cada una.

Otro atractivo importante del salón es el área de probadores, que cuenta con amplios cortinados de pana aterciopelada en color beige. Molduras de cemento blanco, ligeramente teñidas de dorado por la iluminación, enmarcan dos espejos de cuerpo completo.

La nueva casa de moda fue fruto de ocho meses de esfuerzo en conjunto entre el reconocido modisto Carlos Burró y la arquitecta y diseñadora de interiores María José Peña

La profesional nos explica que las luces están instaladas entre la pared y el espejo, para dar un efecto resplandeciente. En las paredes predomina el color gris, con un motivo natural que emula la sombra de unos árboles. “En cuanto al empapelado, queríamos algo monocromático con un patrón no muy definido. Vimos miles de paisajes, pero los colores eran demasiado vivos y no me terminaban de convencer, hasta que María José encontró este que quedó perfecto”, asegura Carlos.

PAREDES ARTÍSTICAS

“Este es un lugar muy clásico, con el blanco y negro como hilo conductor. Tenemos toques de color, pero no demasiados, porque buscamos profundidad, calma y espacios serenos. Sinceramente, es un sitio en el que me gusta estar”, prosigue Carlos mientras nos muestra detalles de la siguiente sala.

“Tenemos toques de color, pero no demasiados, porque buscamos profundidad, calma y espacios serenos”

Carlos Burró

En honor a la multiplicidad de influencias del lugar, el formato de la sala de alta costura ya no encaja en la corriente industrial del recibidor, sino que incorpora elementos renacentistas y modernos, íntimamente ligados al estilo europeo contemporáneo. Sin embargo, conserva algunos detalles comunes entre todas las habitaciones, como un espejo con molduras clásicas de cemento, cortinas de pana aterciopelada gris y un ventanal amplio que aporta iluminación natural.

Según María José, el piso de estilo damero es el favorito del diseñador y es responsable del aire europeo de la dependencia contigua. Con imponentes letras negras en cursiva, un poema del escritor argentino Francisco Luis Bernárdez está impreso en el empapelado blanco de la sala a modo de homenaje a la literatura, una de las pasiones de Burró.

La pared del salón de alta costura viste un empapelado blanco con un poema impreso en letras cursivas negras.

Esta estancia cuenta con un área vacía en el centro, que tiene el propósito de facilitar la movilidad a la hora de trabajar con los trajes de alta costura. “Mi intención fue dejar bastante espacio libre aquí porque es el lugar en el que las novias se prueban los vestidos, que a veces tienen faldas largas y solo se pueden apreciar mejor al extenderse”, detalla la arquitecta.

La mayor parte de los cuadros y ornamentos ya pertenecían a la colección personal del modisto, compuesta por adquisiciones propias, obsequios de amigos cercanos y reliquias de familia. El sofá de suaves líneas curvas, no obstante, fue hecho a medida con el fin de aportar un toque de color a la habitación. Para ello se optó por un rosa pastel, acompañado de una mesa moderna roja al costado. Aunque se vieron tentados a colocar una lámpara antigua en esta habitación, optaron por una luminaria moderna de tres cabezas.

DECO PARA EL ENCUENTRO

Una puerta de vidrio comunica la sala de haute couture con la última dependencia, que se trata de un espacio inmerso en una combinación de antigüedades y objetos modernos, ideado para dar lugar a eventos que complementen el lifestyle que propone la maison de Carlos Burró. María José nos cuenta que ese sector, junto con el de alta costura, corresponde a una edificación totalmente nueva y que el mismo Carlos dibujó la idea de la pared principal con el fin de exhibir cuadros, dos esculturas de Bernardo Krasniansky y otros ornamentos muy preciados para él.

En este ambiente, el color adquiere cierto grado de protagonismo gracias al sofá danés retapizado en pana azul, que hace juego con dos sillones individuales, herencia de los familiares de Burró. La decoración también incorpora un sillón blanco de formato ondulado y dos sillas altas, en honor al propósito del recinto. Carlos tiene grandes planes para este espacio, que involucran clubes de lectura, ciclos de cine y exposiciones mensuales de artistas plásticos. Al momento de hacer el recorrido, en las paredes lucían las obras de Darío Cardona.

Tanto para María José como para Carlos, los espejos son parte esencial del proyecto y no solo porque se trata de una casa de moda, sino también porque estos aportan profundidad y amplitud al lugar.

Esta pared se encuentra en la oficina y es el lugar en el que Carlos exhibe sus cuadros y objetos más preciados, regalos de amigos como Sebastián Boesmi, Francesco Gallarini, Cacho Falcón y un dibujo de la poeta paraguaya Ida Talavera.

La arquitecta nos cuenta que el diseñador quiso preservar el cantar de los pájaros y el sonido del viento en ese lugar con el propósito de utilizarlo también para su relajación. Así que ella se decantó por elementos que ya existían y por la redistribución del espacio disponible, sin cerrarlo necesariamente con un techo u otra pared. “Nos adecuamos a lo que ya estaba. Esta parte era una zona de demolición cuando llegamos. Nos quedamos con una tarima, por ejemplo, y la recubrimos también con piso damero para que funcione como una especie de pequeño escenario”, asegura María José.

Por otra parte, el sanitario del atelier también recibió especial cuidado a la hora de elegir cada detalle que lo compone, de manera que también represente la esencia de todo el recinto. Para el baño, la dupla eligió un piso calcáreo en blanco y negro, con un toque de color rosa. Se mantuvo el empapelado de la tienda, acorde al mármol de tono blanco que se utilizó en la mesada con grifería y detalles dorados.

Para el baño, María José y Carlos eligieron un piso calcáreo en blanco y negro, con un toque de color rosa.

Cada arista del resultado final no solo brinda satisfacción visual a los visitantes, sino que también llena las expectativas de Carlos y María José. De hecho, ambos se sienten felices de saber que el diseño del atelier nació también de la buena amistad que los une.

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