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Construyendo a partir de la imagen

Un acercamiento al trabajo de tres fotógrafas paraguayas

Una reflexión sobre la fotografía, el recorrido que implica la creación de una obra, la visión genuina de las mujeres en el rubro y el trayecto personal de cada una; Mayeli, Milena y Alegría nos cuentan acerca de estas cuestiones y cómo se ven reflejadas en sus obras.

Termina el año y llegan los cierres, las reflexiones, el mirar atrás buscando recordar todo, la cantidad invasiva de incertidumbre con la que convivimos, rescatando la memoria frágil y gozando de nuevo, quizá recién ahora, de los logros obtenidos. Esa fue, en parte, la atmósfera emocional que tuvieron las conversaciones con estas tres talentosas fotógrafas. 

A lo largo de la historia, la narrativa predominante estuvo sostenida por la mirada del hombre, y no porque no hubiese mujeres involucradas en el trabajo de la imagen, de la fotografía o el cine, sino porque, como en muchos rubros, su participación fue invisibilizada. 

Partiendo de esta premisa, el apoyar y hacer visible el trabajo y la mirada de las mujeres fotógrafas es un acto político que busca luchar contra una estructura, y dar lugar a una diversidad de perspectivas. En ese sentido, hablamos con tres fotógrafas que nos compartieron acerca de sus trabajos, los temas que exploran a través de la fotografía y el proceso de aprendizaje de cada obra. Ellas son Mayeli, Milena y Alegría. 

Mayeli Villalba, aparte de fotógrafa y videógrafa, es también licenciada en Trabajo Social. Trabajó por muchos años en ese campo hasta que fue acercándose progresivamente a la comunicación; fue fundadora de una plataforma de periodismo alternativo llamada Cigarra. “Recién de grande noté que tenía una pasión y una práctica con la fotografía desde hacía muchísimo tiempo. Decidí asumir eso con más responsabilidad, empecé a estudiar y a formarme dentro de las posibilidades que hay acá”, explica. 

Los temas que indaga en su fotografía tienen que ver con cuestiones territoriales, identidad, relaciones de género y racialización. “Siento que estoy absolutamente atravesada por todos esos temas. El tema raza, género y clase son fundamentales para entender mi lugar en el mundo y el lugar de mi gente también”, agrega. También cuenta que ama los retratos, así como la exploración de lo autobiográfico como herramienta de sus búsquedas. 

Su proyecto más importante hasta la fecha es Afroparaguay, que empezó en 2016 y cuenta con dos patas muy importantes que son la investigación académica —que es también su tesis de grado— y las fotografías que realizó. 

Fotografía parte del proyecto Kamba Py’a, el último capítulo terminado de Afroparaguay. Estará en exposición a partir del 11 de diciembre en el Centro de Fotografía de Montevideo-Uruguay, como parte de africamericanos.

En primera instancia trabajó con las tres comunidades que se autoperciben afrodescendientes en Paraguay: Kamba Kua, Kamba Kokue y los Pardos Libres. “En la segunda etapa me acerqué a personas como yo, que no crecimos en estas comunidades; personas que conocí en el 8M, en el bondi o en una fiesta. Les planteé, en muchos casos por primera vez en sus vidas, la posibilidad de que tengan una descendencia afro. El resultado fue muy lindo”, comenta. En la última etapa, Mayeli empezó a trabajar consigo misma y a verse a través de los autorretratos. 

Ella forma parte de La Ruda, una colectiva feminista de once fotógrafas de diferentes países de América Latina. Es un espacio en el cual sus integrantes piensan la fotografía y en las cuestiones políticas, sociales y económicas que la atraviesan. Este año trabajaron en dos proyectos, uno de ellos es sobre el acceso a los alimentos en la cuarentena de sus países. Paraguay está representado con el trabajo de Mayeli, que muestra las huertas urbanas en un barrio de Ñemby, el barrio de su madre. 

Milena Ruiz Díaz, más conocida como Milena Coral, es estudiante de Ciencias de la Comunicación y se dedica a la comunicación audiovisual. Cuenta que de pequeña quería ser directora de cine, sin tener idea de qué realmente implicaba eso, porque le gustaba mucho la silla que usan los directores. “Siempre me llamó la atención. Durante mi adolescencia el mundo empezó a entrar mucho por los ojos, me llamaban los colores y la luz. Me gustaba mucho pero no contaba con conceptos, ni nociones”, comenta. 

Entendió que quería hacer algo relacionado a las expresiones humanas. Quería estudiar cine. “Me mudé a Asunción —Milena es oriunda de Ciudad del Este— y ese objetivo se fue disipando, entonces decidí estudiar comunicación porque es lo más cercano a eso”, cuenta. Así como Mayeli, Milena se acercó más a la fotografía a través del periodismo. Trabajaba en un medio alternativo llamado Akãhatã, donde aprendió a editar videos, a usar una cámara e incluso a ser cronista; ella misma editaba sus propios reportajes. “Ahí me interesé por la dirección de fotografía, cómo se ven las imágenes en movimiento”, agrega. 

Autorretrato realizado en 2019.

Si alguna vez fuiste a una marcha como el 25N, el 8M o muchas otras más, es probable que hayas visto a Milena captando y registrando la esencia de las movilizaciones, de la presencia y el trabajo de las mujeres paraguayas. Forma parte del proyecto del colectivo Sorora Música, en el cual lograron realizar videoclips a tres mujeres artistas. Su otro espacio es el centro cultural La Chispa, el cual considera como su espacio de militancia. 

En la fotografía siente que el lugar desde donde mejor se explaya es el fotoperiodismo. “Me gusta mirar lo que pasa alrededor y tratar, desde mi perspectiva, de contar lo que estoy viendo”, comenta. Este año estuvo trabajando en un documental llamado Tata Jere, que retrata el trabajo que hay detrás de las ollas populares en Paraguay, y habla de la importancia de la organización colectiva como respuesta a una crisis. Su estreno está previsto para enero de 2021.

Alegría González está en el tercer año de la Licenciatura de Lengua Francesa en la Universidad Nacional de Asunción y se dedica a la fotografía. “Fue algo que surgió sin querer. Una bella coincidencia”, cuenta. En principio esto no fue siempre así, en algún momento tuvo ganas de salir del país, en un detalle muy personal, cuenta que su salida del closet no fue bien recibida por su familia. “Luego supe encontrar mi lugar en Asunción, en mis amigos y los espacios, que todavía son pocos. Todavía están las ganas de salir, pero me siento más asentada”, comenta.

Este año comenzó a trabajar con la fotografía como medio de expresión artística. Y en ese proceso desarrolló dos obras: Ofuscación y Un cuerpo en proceso de formulación, que fue finalista del premio Hyppolite Bayard. Ofuscación es una obra procesual, que forma parte de la Expo Pop-Up Tech de Tedic, que se adentra al archivo del terror —los documentos redactados que registran la represión durante la dictadura de Alfredo Stroessner—. “Había empezado esto para investigar a parientes que tuvieron cargos importantes en la dictadura”, comenta sobre este trabajo que toca historias que no son solo suyas, y que conlleva un trabajo personal importante.

Su tutora, Claudia Casarino, le había recomendado abordarlo desde lo personal a lo común. “De tanto buscar, no sabía tampoco qué encontrar, pero sí encontré muchos archivos, poemarios, canciones, cartas de amor, cartas suicidas, muchas cosas personales que estaban ahí sin clasificar en los archivos, pero [que] sin embargo hablaban de una época, eran archivos que hablaban desde el sentimiento. Fue una obra procesual porque fue lo que el proceso me estaba diciendo”, agrega. 

Si bien ya estaba trabajando en fotografía desde hace tiempo, lo veía más como una herramienta de trabajo, no como una forma de autoconocimiento. “En fotografía hay algo que se llama fotografía expandida, buscar más allá de lo que ves, dar visibilidad a lo que no existe. Me metí en eso y era un medio catártico de claridad, de simplemente jugar, ver qué pasa y hacerlo sinceramente, hacerlo crudo”, cuenta. La fotografía se convirtió en una manera de hacer su realidad, su historia, una metáfora compartida. 

Parte del ensayo Un cuerpo en proceso de formulación.

Los temas que le interesan trabajar tienen que ver con el pasado, la memoria y la de su familia. Ahora mismo se encuentra en una etapa exploratoria, buscando certeza para tomar el próximo paso. 

Mayeli ve cada vez más fotógrafas jóvenes, nuevas generaciones que están creando y trabajando sus propios proyectos. “Me parece que lo que estamos viendo de trabajos nuevos es porque estamos viendo entre nosotras cómo salir de esta isla”, comenta. Para Milena, desde que el feminismo está presente en su vida, ve bastante el trabajo de las mujeres, lo tiene presente, porque sabe que aún existe una gran brecha. Alegría, por su lado, siente mucha complicidad con las mujeres fotógrafas, y ve una movida interesante que está gestando un abanico de expresión sumamente amplio.

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