Image Alt
 • Actualidad  • Yo te defiendo

Yo te defiendo

Gracias, Diana

Recientemente, una mujer que encontré en las redes sociales se convirtió en mi nueva ídola personal. Le desplazó a Madonna, JLo, Gisele y hasta a la madre Teresa de Calcuta. Se trata de Diana Raquel Frutos, actriz, madre y (ahora) justiciera callejera. Ella tiene dos ovarios de oro, una valentía de Mujer Maravilla y, sobre todo, algo que escasea cada día más: empatía.

¡Ponerse en el lugar del otro es algo tan difícil! Muchas veces somos demasiado egoístas o, simplemente, no dimensionamos las situaciones de los otros porque no las comprendemos. Pero Diana no solo se puso en el lugar de otra mujer que estaba siendo maltratada ante sus narices, sino que se convirtió en su escudo.

En pleno estacionamiento de un shopping, con su teléfono celular y su voz como únicas armas, decidió interpelar a un hombre que agredía a una mujer. Empezó a llamar a los guardias al auxilio y a requerir al agresor (que resultó ser pareja de la víctima); mientras le filmaba, se atrevió a decir todas esas verdades que el desgraciado nunca en su vida escuchó. ¡Y cuánta falta le hacía escucharlas! El maldito desgraciado —como diría la señorita Laura—, encima, medía tres metros más que ella, pero con cada palabra emitida por la voz quebrada de Diana, se iba quedando chiquitito, disminuido, ante la valentía inquebrantable de nuestra heroína.

Acto seguido, nuestra ídola subió el video a redes y se hizo tan viral su actuar que, horas después, el agresor ya estaba identificado y detenido. Todos miramos con horror nuestros teléfonos el pasado 24 de febrero. Mientras se celebraba a la mujer paraguaya (siempre tan sufrida en un país machista y tantas veces retrógrado e injusto como el nuestro) una kuña mbarete estaba haciendo mucha más justicia que los tantos jueces y fiscales alhajas que tenemos. Yo, sinceramente, la candidato mañana mismo a Ministra de la Mujer, mínimo.

El hashtag #yotedefiendo con el cual acompañó el video no pudo haber sido más apropiado, porque eso mismo fue lo que hizo ella: defender a otra mujer de la mejor forma posible. Y no era su hermana, ni su prima, ni su hija, ni siquiera su amiga. Era una completa extraña que se encontraba atrapada en las redes del maltrato.

“Juntas nos hacemos más fuertes” es una frase trillada, pero tan cierta. Lastimosamente, dentro de la estructura machista nos han educado para juzgarnos a nosotras mismas y sentenciar a otras mujeres. Nos enseñaron a culparnos y a echarles la culpa por todo lo que pasa y deja de pasar.

Tenemos que cuidarnos más, y defendernos unas a otras. Lo habíamos olvidado, pero nos lo recordó Diana.

Este acto de empatía nos demuestra que mientras las mujeres sigan siendo hostiles unas con otras, este mundo seguirá perteneciendo a los hombres y nosotras seguiremos aplastándonos. Tenemos que cuidarnos más, y defendernos unas a otras. Lo habíamos olvidado, pero nos lo recordó Diana.

Ella no se sintió pequeña, no se sintió impotente, no miró a otro lado, ni se dijo a sí misma “mejor no me meto”; elevó su voz por alguien que no podía gritar. No paró hasta que se hizo justicia, ¡hizo todo lo que tenía que hacer y como se tenía que hacer!

Lo que pasa es que Diana sintió que ese estirón de cabello que vio en pleno estacionamiento de un shopping (imagínense el descaro de ese tipo) se lo estaban haciendo a ella misma, a su propia cabeza. Hizo suyo todo el dolor de aquella mujer que estaba siendo violentada en público por su pareja, y que seguramente también lo era en privado. Esto se llama sororidad, y simplemente quiere decir hermandad, es una forma de empatía que debemos ejercer todas las congéneres.

Y debemos practicar la sororidad no solamente hacia aquella que es golpeada en público por su pareja, sino también hacia aquella que es calificada de borracha, loca y todos esos adjetivos peyorativos moralistas que tiramos tan alegremente a las mujeres sin saber nada de su vida, sin ponernos jamás en sus zapatos. Para la sociedad, la culpa siempre, siempre es nuestra. Recuerden, chicas, que el machismo nos quiere divididas, rivales, peleadas. Por eso debemos defendernos, como lo hizo Diana, ante golpes e injusticias de todo tipo y, sobre todo, recordar lo importante que es vernos reflejados en los otros.

Diana, desde esta revista hecha por y para mujeres, donde siempre buscamos empoderar a otras, abrir puertas, dar a conocer y promover el talento femenino, te abrazo con palabras y te agradezco por tu valentía —y más por tu sororidad—. No solo defendiste y lograste hacer justicia, a muchas nos enseñaste a vernos como hermanas. Abriste ojos y fuiste ejemplo en tu actuar, ¡fuiste voz y acción! Y hoy, en mi listita de ídolas, las destronaste a todas.

POSTEAR UN COMENTARIO