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Liderazgo con energía femenina

Comprobado: Las mujeres son mejores jefas

Trabajo muy duro para tratar de ver el panorama general y no quedarme atrapada en el ego. Creo que todos estamos en este planeta con un propósito, y cada propósito es diferente. Cuando conectás con el amor y la compasión, todo se revela ante ti.

Ellen DeGeneres, comediante

Aunque estemos convencidos de que la igualdad de género está cimentada en todas las esferas sociales y culturales, todavía existen prejuicios que derribar. En el inconsciente colectivo sigue instalada la idea de que el prototipo de líder o jefe es masculino, u opera con energía patriarcal y masculina (sea hombre o mujer). Un ejemplo es que, si se piensa en un líder, se sigue considerando que este debe tener ciertas características, tales como fuerza, inteligencia, capacidad de convicción (¿o manipulación?), sociabilidad, control de sí mismo, títulos universitarios, experiencia, una voz fuerte o seguridad frente a un grupo y poder (el ejemplo en nuestro país es el caudillo). Todas estas características condicen mucho más con el género masculino, aunque no hace falta mirar más allá de los modelos de mujeres políticas para ver que, igual, se comportan como tales.

La actualidad nos confirma que para ser líder, y convertirse en un buen dirigente, las características más consistentes tienen que ver con una energía femenina, sin necesidad de imposiciones ni actitudes temerarias o belicosas.

Algunas características del liderazgo femenino son; ser afectivo, intuitivo, saber conducir a un grupo hacia los objetivos deseados a través de la negociación de intereses mutuos, saber manejar situaciones difíciles, aprovechar y ofrecer oportunidades, priorizar ambiciones por el bien del equipo o la empresa, altruismo y dedicación. Capacidad de respaldar la amistad entre los pares, no generar una competencia bélica (típica de la cultura patriarcal) que deriva en corrupción, impunidad, etc. Logra que el trabajo sea lo más interesante posible en el sentido de que la persona que lo realiza se sienta especial para ello, indispensable, así logra que las personas se comprometan con la meta y no que se sientan obligadas o solamente remuneradas económicamente por ello. Un líder nato procura, en todo momento, aumentar la solidaridad y la preocupación del grupo por ser justos y equitativos entre ellos, enseñando a negociar y mediar en situaciones de tensión y peleas, todo para alcanzar no solo metas y objetivos, sino a la vez lograr armonía.

En todas estas descripciones, quienes mejor manejamos este tipo de situaciones somos las mujeres; o en su defecto, al menos debería ser una persona capaz de abrazar la energía femenina —que también le pertenece—, gracias a actitudes como la cooperativa y la incondicionalidad, como las madres con sus hijos, organizando siempre la hermandad entre ellos. Si bien todavía este no es el modelo por excelencia, cada vez hay más mujeres en puestos ontológicamente masculinos, y estas son inspiración para las nuevas generaciones: científicas, ingenieras, líderesas políticas, empresarias, artistas, etc.

El modelo principal es la madre ya que, si no lo somos, o todavía no devenimos madres, tuvimos el ejemplo de una en la casa, que tuvo que lidiar con nuestro grupo de hermanos a quienes manejaba con todas estas estrategias, las cuales no aprendió precisamente en Harvard, sino que son innatas. Si ya somos madres también somos jefas del hogar porque, inconscientemente, hemos puesto en práctica todo lo aprendido.

Por eso, más que nunca, en un mundo tan desorientado, con sed de líderes positivos, asertivos, eficaces y capaces de motivar e inspirar la cooperación, la solidaridad, la hermandad entre los pares (en todo contexto), hoy día se considera que la mujer tiene una capacidad esencial para manejar grupos, empresas y países. Esto contrasta con el liderazgo masculino, que hasta ahora pudo generar un mundo altamente bélico y competitivo, donde la hermandad y la solidaridad escasean, y donde la fuerza y la supremacía de los más fuertes sobre los más débiles es la que impera o se impone.

Los resultados fueron claros: las mujeres obtuvieron puntajes más altos que los hombres en cuatro de las cinco categorías principales centradas en el liderazgo.

Las mujeres son mejores jefas, según la ciencia

En un artículo digital del Reader’s Digest se puede leer: “En su investigación, el profesor Øyvind L. Martinsen y el profesor Lars Glasø encuestaron a 2900 gerentes con un enfoque especial en los tipos de personalidad. Los resultados fueron claros: las mujeres obtuvieron puntajes más altos que los hombres en cuatro de las cinco categorías principales centradas en el liderazgo”. Martinsen dice que las empresas siempre deben tratar de atraer clientes y aumentar la productividad y las ganancias, y que sus resultados indican que las mujeres ocupan un puesto más alto, en general, que los hombres, en cuanto a su capacidad para innovar y liderar con claridad e impacto.

“Estos hallazgos plantean una pregunta legítima sobre la construcción de la jerarquía administrativa y la dispensación actual de mujeres en estos roles. Si bien algunas personas creen que los hombres son inherentemente mejores líderes, probablemente porque imaginan a un líder como una figura imponente con una voz dominante, que es más típica de los hombres que de las mujeres, esta investigación sugiere que las mujeres son mejores en el manejo metódico y el objetivo. entorno, apertura, sociabilidad y apoyo, así como la capacidad de innovar, tomar iniciativas y comunicarse con claridad”, reza el mismo artículo.

La obligación de todo líder

El compromiso y la obligación de todo líder, cualquiera sea su empresa, es ser efectivo. Llevar de la mano a su equipo al logro de sus objetivos y, si ya no está con ellos, tener la convicción de haber hecho un buen trabajo. Más allá de sus talentos innatos, debe ser capaz de aprender mecanismos y técnicas para manejar situaciones. Las mujeres venimos de fábrica con estas capacidades, ya que en nuestras manos se encuentra el potencial destino de personas que necesitan un ejemplo, y una guía para construir el suyo propio y luego soltarlos al ruedo de la vida solos, independientes, y no necesitamos ser coercitivas ni reclamar méritos por ello.

El libro El Tao del liderazgo menciona que: “Las artes marciales más grandiosas son las más suaves, los mejores administradores de empresas no producen mediante la compulsión ni las limitaciones, proporcionan oportunidades”. Las madres que mejor enseñan a sus hijos, no lo hacen con gritos ni castigos, señalan los mejores caminos y enseñan a decidir, a elegir bien, con criterio.

Un liderazgo positivo, con energía genuinamente femenina (independientemente al género del líder de una empresa o un país), es aquella capaz de motivar a las personas a alcanzar sus estándares más altos, ofreciéndoles más oportunidades que obligaciones. No enseña a través de la humillación sino que enseña de los errores, y no existe otra forma de abrir las puertas de la creatividad, de la espontaneidad y, por ende, de la creación y generación de virtudes.

Cuando el liderazgo es capaz de motivar naturalmente a quienes dirige, el producto, servicio, oficio o aprendizaje adquiere un ritmo prodigioso, digno de una obra de arte, ya sea dirigir un país, una empresa o un hogar, hacer una torta, una vacuna contra el cáncer o ganar el Nobel de la Paz. La energía femenina es capaz de abrir esas compuertas que tenemos todos, la llave es el amor, la tolerancia y la capacidad de ver que el otro no es enemigo ni competidor, sino alguien capaz de crecer y de dar al mismo tiempo.

El liderazgo de las mujeres es capaz de llevar a su grupo hacia un clima de tranquilidad, donde nadie se siente más ni menos. La calidad de la comunicación es fluida, las personas se animan a mostrarse abiertas y honestas, y en este contexto se invita al desarrollo y la evolución no solo grupal, sino personal. Explorar esta capacidad está en todos, operar con liderazgo femenino no es más que ofrecer una oportunidad de cambio a los paradigmas actuales, una energía que, quizá, hasta pueda revolucionar nuestra mayor y más importante empresa: la humanidad.

COMENTARIOS
  • Ivonne Irigoitia Pagani

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    Espectacular comparto plenamente,, es asimismo, en esta época de crisis económica y emocional, debemos de unirnos las Mujeres a formar una Comunidad Cooperativa para ayudarnos mutuamente y juntos con los hombres poder lograr una armonía y servir de puentes de unidad para buscar el bien común.

    12 diciembre 2021
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