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#FreeBritney

Por la libertad de la princesa del pop

Miles de personas alrededor del mundo se pronunciaron a favor de Britney Spears y en contra de la medida legal que permite a su padre manejar sus bienes y su carrera. Aquí un breve recuento cronológico al respecto.

El 2007 sería un año inolvidable para la cultura pop mundial debido a los múltiples sucesos que se reportaban, sin parar, sobre Britney Spears. La cantante estaba lidiando con una salud mental inestable, un divorcio y el acoso impune por parte de los medios.

El look de adolescente perfecta era parte de la imagen trabajada por sus representantes para hacerla más deseable al público.

La fama de Britney no conocía fronteras, sus canciones se volvieron hits que resonaban alrededor del mundo. Su imagen de chica perfecta, inocente pero determinada, era admirada por una base sólida de fans; sin embargo, esto jugaría en su contra más adelante. El look de adolescente perfecta era parte de la imagen trabajada por sus representantes para hacerla más deseable al público, algo explotado particularmente y de manera muy sexualizada en el video de Baby One More Time.

Mientras su vida se desarrollaba bajo la mirada de todos y Britney intentaba cumplir con las expectativas de su público, estuvo todo bien.

Pero los antecedentes de su ya famoso breakdown se remontan a su relación con Justin Timberlake. Esta power couple acaparaba todas las miradas hasta que la inminente ruptura cambió el discurso de percepción hacia Britney. Mientras Justin Timberlake capitalizaba su situación de despecho y el fin de su relación con la princesa del pop con la canción Cry Me a River, Britney era retratada como la villana.

Aquí es importante enfatizar en la vasta diferencia que los medios y los paparazzi hacían con las mujeres artistas y celebridades. Además de no tener privacidad, estaban en tela de juicio constantemente: no se les perdonaba —ni se les perdona aún hoy— equivocarse.

El declive se hacía cada vez más evidente. Britney buscó refugio en la noche y en las fiestas; y a la par, los medios televisivos e impresos seguían sus pasos para enmarcar cada escena que podían, captándola en los peores ángulos y momentos, y espiando con las cámaras debajo de su falda. ¿El resultado? La imagen innecesaria de una good girl gone bad (chica buena convertida en mala). Este fue el comienzo de numerosas situaciones que llevaron a la cantante al desenlace que ya todos conocemos.

2007, rehabilitación y curatela

Con un comienzo poco favorable, Britney comenzaba una relación con Kevin Federline, un bailarín que era parte de su elenco, mientras la ex de Kevin estaba embarazada de su segundo hijo. Otro punto del cual la prensa se agarró para continuar la narrativa de la Britney villana.

Las cosas no resultaron y luego de dos años de matrimonio y dos hijos juntos, Kevin y Britney estaban en trámites de separación. La custodia de sus hijos era el conflicto más grande de la pareja. Con el objetivo de mejorar su salud mental, Britney ingresó a un centro de rehabilitación, pero al salir recibió una negativa por parte de Kevin para ver a sus hijos. Este fue el puntapié de su malestar.

Britney decidió ir a una peluquería y con un cortapelos profesional empezó a raparse. Por supuesto, no estaba sola: los paparazzis se encargaron de que ese momento quedara impreso en la memoria colectiva. El tratamiento de este íntimo momento en los medios fue de pura burla, mientras no se cuestionaba la sobreexposición y acoso que estaba sufriendo la cantante.

Jamie Spears.

Uno de los puntos más llamativos de todo es que mientras esto pasaba, Britney no dejó de trabajar: meses después lanzó su sexto álbum, Blackout. Y en medio de la vorágine que era su vida, su padre, Jamie Spears, solicitó la curatela de su hija, una figura legal que apunta a hacerse cargo de adultos que no pueden tomar decisiones por sí mismos, que antes se reservaba para personas con Alzheimer o enfermedades similares.

La curatela fue concedida de manera temporal. Sin embargo, a finales de ese mismo año, el tribunal aprobó su permanencia en el tiempo. La curatela implica que el papá de Britney tiene control sobre su capital, sus negocios y hasta la gente que puede visitarla. Y por este “trabajo”, Jamie Spears recibe un salario de USD 180.000.

Desde ese momento y hasta ahora, muchas celebridades y artistas se pronunciaron al respecto, entre ellas Paris Hilton, Eve y Miley Cyrus, cuestionando si esta es, 12 años después, la mejor medida para ella. 

El hashtag #FreeBritney se volvió viral nuevamente este año, luego de que el medio The Blast publicara, el mes pasado, que el abogado de la cantante presentó una demanda en la que pide que Jamie Spears deje de llevar la curatela o que, al menos, Britney se involucre en sus finanzas. 

Finalmente, lo que se resolvió fue mantener la curatela hasta febrero de 2021, dejando el tema picando de vuelta. Como fans, esperamos que llegue lo mejor para Britney y el movimiento ya no tenga razón de existir.

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