
Paz Moreno
Experimentación y tradición
La exploración artística de Paz Moreno es un trayecto que comenzó con su profunda admiración por el ñandutí. Hoy, sus investigaciones toman la forma de esculturas blandas, pero la experimentación la lleva por caminos aún no descubiertos. La artista visual nos cuenta sobre un proceso donde el potencial de los textiles dialoga con su curiosidad.
Se puede decir que en cada pieza que elabora, la firma de Paz Moreno se expresa a través de su curiosidad. Su proceso creativo suele partir de preguntas que se hace en torno a su práctica artística: ¿Qué pasa si se rellena un ñandutí? ¿Qué ocurre cuando este tejido se entrelaza con más materiales y texturas? ¿Qué sucede si se cuelga o se estira?
En 2017, motivada por el deseo de experimentar con textiles, comenzó a aprender el ñandutí desde sus puntos más básicos hasta los más avanzados. En 2022 ganó el premio Open Borders en la Feria de Arte Oxígeno y, al año siguiente, se trasladó a Italia para realizar una residencia en el Archivo Paola Besana de Milán. Este año, Paz protagonizó una exposición individual denominada Donde habitan las formas, en Casa Mayor, en el marco de la Noche de las galerías, con curaduría de Silvana Giménez.
Quien haya visitado su muestra más reciente recordará que la disposición de las obras en esta sala guardaba similitud con un jardín de siluetas orgánicas. Esta particularidad fue fruto de un trayecto largo, que pasó por diversas etapas. “Siempre digo que el ñandutí es un abecedario y cada una de nosotras decide si quiere crear con él canciones, poemas o novelas. Las personas escriben su propia historia”, expresa Paz.
Para ella, esta escritura es posible gracias a los saberes heredados, y solo si se transitan estos caminos se llegan a expandir las posibilidades del tejido. “Cada vez soy más consciente de que debemos aprender la tradición en primer lugar, para que después podamos transformarla hasta encontrar un lenguaje propio”, acota.
UNA CONQUISTA MATERIAL
En la búsqueda de ese lenguaje, Paz utilizó el abecedario que le otorgó el ñandutí para expandirse tanto física como metafóricamente. Ella ve los textiles como una red elaborada por mujeres a lo largo de varias generaciones y diversas culturas. Para la artista, el concepto de red se adapta especialmente a este tejido, heredado, trabajado y estudiado por miles de manos femeninas, que le enseñó un mundo de significados abstractos.
“Así fue como empecé a darle otros usos. Creo que hay algo de inconformista en mí. Por algún motivo que estoy camino a entender, quiero que el lenguaje del ñandutí ocupe más lugar en el espacio, tomarlo de excusa para meterme en otras ideas, como el rol que siempre tuvimos las mujeres, el protagonismo y nuestro deseo de darnos lugar”, expresa.
Para Paz, sacarlo del bastidor y usarlo como red que sostiene peso, se tensiona, se estira y se transforma en nuevas siluetas, fue más que natural: “Como artista, necesito irme hasta el fondo de la técnica porque el mismo camino de la práctica me muestra sus cualidades: es resistente, puedo ponerle color, funciona como red, trabaja a altas tensiones y me permite abrir muchos caminos que probar. Por eso cada obra es una exploración”.
En este descubrimiento, los resultados que obtiene se diversifican en cuanto a estética, pero nunca se despegan de su semilla identitaria. En todos los casos, el objetivo de la artista es utilizar una combinación de texturas, materiales y disciplinas para potenciar una belleza inherente al ñandutí. “Del bastidor bidimensional, vi necesario pasar a la tercera dimensión, a las esculturas blandas. El tejido me pedía salir del cuadro porque siempre tuvo una cualidad instalativa”, relata.
Desde su perspectiva, su labor en esta cadena femenina es recalcar las cualidades artísticas del ñandutí. “Sí, tiene su valor en lo cotidiano, pero también en lo simbólico. Sus dotes pueden ser leídas como un texto intergeneracional, en el que yo solo vengo a recordar que es un arte que siempre estuvo”, sostiene y agrega que es importante sacarse el velo de que este encaje “vale menos” por ser tradicional. Para ella, funciona al revés.
“El ñandutí siempre fue y es un lenguaje contemporáneo porque las mujeres mantuvimos vivo ese saber. Es tan actual que sigue y seguirá ocupando lugar en el espacio siempre que nosotras continuemos haciéndolo y tracemos estos caminos explorativos”, opina.
COOPERACIÓN FEMENINA
“El ñandutí tiene una textura que resalta más cuando la ponés en contraposición con otro material”, cuenta. Desde hace varios años, esta es la premisa que lleva a Paz a hacer interactuar sus tejidos con su entorno textil. La combinación no solo es un recurso visual, sino que también genera en el espectador el deseo de tocar lo que observa. En Donde habitan las formas, acortó ese camino entre la obra y quien la admira.
“En esta exposición yo quería que la gente, por lo menos en una obra, conectara con el tejido. Finalmente, todo lo que es textil, que tiene contacto con nuestra piel, está relacionado con nuestro cuerpo,”, detalla.
En este sentido, la artista destaca que cada vez se realizan más investigaciones sobre el ñandutí; varias artesanas registran sus propias técnicas y las acercan a otras mujeres. Un ejemplo es el trabajo de Annick Sanjurjo, quien analizó la historia de este tejido en Paraguay desde la llegada de los españoles. Como estudiante de Artes Visuales, Paz elaboró su tesis final de grado con base en una práctica recopilada por Sanjurjo. En su libro, la autora cuenta que, en Carapeguá, se realizaba una técnica de la que solamente existía una tejedora viva en 2008. Para el 2021, Moreno se encontró con la realidad de que esta artesana había perdido la vida y, por ende, su procedimiento se fue con ella.
“En su libro incluye unos pasos y unas fotos sistemáticas de cómo se realizaba este ñandutí sin tela de soporte. Lastimosamente no pude recopilar, pero sí reconstruir, su manera de realizarlo. Ya no será la expresión de la señora, pero sí se acerca gracias al registro de Annick Sanjurjo”, relata Paz.
Al culminar su carrera, Paz fue capaz de recrear a pequeña escala este tejido. Luego llevó el proyecto a Milán para la residencia que realizó en el marco del premio Open Borders. Allí, con los conocimientos que adquirió de las investigaciones de Paola Besana, logró interceptar dos planos de ñandutí para seguir ocupando más lugar. “Pude llegar a un punto importante de mi proceso creativo, fue una confirmación de que gracias a la investigación de otras mujeres una tiene la posibilidad de cimentarse y hacer cosas grandes”, explica.
“Al principio, para mí el ñandutí estaba ligado a no apartarme de lo que me resultaba conocido, pero ahora tiene que ver con seguir ocupando este lugar que quiero tener como artista, como mujer y como camino a la felicidad, porque me siento bastante realizada al ver que allí se encuentra el resultado de mis energías”, finaliza.