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El día que la moda murió

Perspectivas sobre la industria

En un emblemático bar de Buenos Aires nos encontramos con Susana Saulquin, conocida socióloga argentina, famosa por sus aportes al campo de la moda a nivel regional y por su material La muerte de la moda: el día después. La experta nos cuenta los pormenores del libro detrás de este título aparentemente fatalista.

“Cuando era joven y estudiante de la carrera de Sociología en la UBA [Universidad de Buenos Aires] en el 65, un compañero de aula, en plena clase, cuestionó mi postura ante un tema político por estar bien vestida. Automáticamente supe, por intuición, que debía abocarme a investigar por qué indumentaria e intelectualidad no podían ir de la mano”, rememora entre risas Susana Saulquin.

Licenciada en Sociología a finales de los 60, Saulquin cuenta también con un diplomado en Antropología Social y Política. Fue responsable de la creación de la carrera de Indumentaria Textil en la UBA, donde se desempeñó hasta hace algunos años como directora de carrera. “La moda existe en absolutamente todo, establece un sentido de pertenencia, distinción y competencia. No podemos escapar de su fenómeno”, asegura.

Susana Saulquin

¿Siempre sintió esta atracción por la moda? “Creo que heredé esa pasión de mi madre. Recuerdo lo mucho que disfrutaba vestirse bien e ir a los desfiles, a pesar de que en casa no se compraba en exceso. Fue una época en donde lo aspiracional seguía buscando mantener cierto totalitarismo en la manera en cómo vestíamos”, dice.

Susana ha publicado los libros Políticas de las apariencias, Historia de la moda argentina y La muerte de la moda. Este último caló profundamente dentro del sector debido al carácter desalentador que proponía el título, pero que, a consigna de la escritora, es más bien la interpretación del fin de un ciclo: “Algo que nos da la pauta del fin de la moda es la muerte de su autoritarismo. ¿Cómo se entiende esto? Estábamos acostumbrados a su fenómeno único y pautado; ahora, con el advenimiento de las redes sociales como fuentes de producción de tendencias, la sociedad ha mutado a ser más individualista a la hora de vestir. Por eso hablo de su deceso de manera metafórica, porque la moda es reproducción y homogeneidad”.

Con el advenimiento de las redes sociales como fuentes de producción de tendencias, la sociedad ha mutado a ser más individualista a la hora de vestir.

¿Se puede asumir que la intelectualidad en un principio dio la espalda a la moda? “Una de las características principales de la moda es su cambio permanente. La palabra cambio ha sido asociada por los intelectuales como un fenómeno frívolo y poco consistente, de ahí que se relacione que no se pueda profundizar en la naturaleza esquiva de la moda”, afirma Susana.

Saulquin reflexiona también sobre cómo la cultura de masas y la moda tampoco se sostendrán de manera conjunta: “Hoy en día lo masivo ya no va más, esperar que la cultura de masas siga dando oxígeno a la moda es caer en una eclosión con fecha de caducidad. Todo lo que sea seriado, masivo con una marcada ideología industrial ya no se va a sostener a futuro”.

Recientemente hemos visto cómo las revistas de moda y las marcas han virado hacia la búsqueda de representaciones más reales de cuerpos, etnias y razas, un giro amparado por cambios ideológicos, especialmente en lo que respecta a las mujeres. Pero ¿se sostendrá esto a futuro dentro de la industria?

Al respecto, Susana sugiere: “El problema con la moda es que termina absorbiendo lo real, las luchas ideológicas para agenciarlo nuevamente dentro del mercado. Es necesario buscar pluralidad, diferencias, pero no pensar que se van a reproducir revoluciones en un espacio que esta velado por intereses económicos. Debemos analizar con rigurosidad lo que no están mostrando, ser críticos sobre si el discurso del medio o la marca es serio, o si simplemente cae en lo tendencioso”.

También hace hincapié en la gastada mención de la palabra identidad, percibida con frecuencia en el entorno de marcas y adeptos: “¿Qué es tener identidad propia? Cuando entramos dentro de una red social y vemos que todos están uniformados con sus propias ideas. Lo individual en la era digital y en el mundo de la moda es una construcción difícil, ya que se gesta en función a la validación del espectador”.

La supervivencia como tendencia

Susana entiende que las crisis, tanto individuales como colectivas, son detonantes de cambios también en esta industria: “Cuando me casé y formé mi familia, un día, en plena inscripción escolar de los chicos en una institución de Buenos Aires, el director del colegio me consulta sobre mi profesión, a lo que naturalmente respondí [que soy] socióloga. Grande fue mi sorpresa al ver que había colocado ama de casa. Al cuestionar sobre por qué hizo eso, me respondió que mi profesión era peligrosa para la época en que vivíamos. Eran los tiempos de la dictadura argentina”.

Hay una necesidad de volver a lo artesanal, a la naturaleza y a las culturas ancestrales. ¿Por qué razón? Porque estamos viendo que la sociedad industrial es depredadora de los recursos del planeta, hay que ralentizar todo nuevamente.

La socióloga nos comenta que después del año 2000 y de hechos históricos, como la caída de las Torres Gemelas y la crisis económica de principios del nuevo milenio a nivel regional e internacional, empezó una nueva etapa que afecta también a este campo: “Una nueva ideología comienza a colarse con el ascenso del siglo XXI. Se centra en la preservación de los recursos naturales y humanos, algo que ha detonado con más fuerza recientemente debido a los cismas climáticos que están sucediendo a nivel global. El siglo XX fue una época en donde la estética, la moda y lo masivo tuvo importancia, hoy esas características pierden trascendencia”.

Al ser consultada sobre los posibles cambios en la manera de consumir moda, libera un interesante análisis: “Las sociedades solamente cambian cuando la supervivencia se va, actualmente estamos en un momento de supervivencia. Hay una necesidad de volver a lo artesanal, a la naturaleza y a las culturas ancestrales. ¿Por qué razón? Porque estamos viendo que la sociedad industrial es depredadora de los recursos del planeta, hay que ralentizar todo nuevamente”.

¿Dónde pueden hurgar los diseñadores de moda en busca de inspiración? “El cemento de la creatividad hoy se encuentra en líneas de fuga que se alejan del sistema institucional conductista —entiéndase: universidades de diseño e instituciones de moda—. Suena contradictorio que lo diga yo, dado mi historial docente, pero creo que se debe apelar a la colaboración para buscar nuevas perspectivas estéticas. Un pensamiento libre que no esté sistematizado por un modelo curricular y donde la creación pueda gestarse por el placer”.

Susana replantea el concepto de lo que conocemos popularmente como lujo. “El brillo, lo ostentoso ya no va más. Discursivamente el nuevo lujo es el placer de la autenticidad y lo auténtico hoy en día se encuentra en tener una prenda ética como signo de prestigio. Para algunos parecerá un disparate, pero, conforme avancemos, el poder ver el sol, mantener el agua cristalina y, por sobre todo, trabajar en cooperativas será el nuevo paradigma de esta década. Se viene un cambio que interpelará directamente a los grupos económicos dominantes”, finaliza.

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