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Joumana

Joumana Rahal

Un puente entre culturas

¿Quién no conoce Delicias de Juju? Más allá de sus típicas recetas libanesas y lo viral de su versión del chocolate Dubái, está la historia de una esposa, madre de hijos varones y amante de la cocina que encontró en nuestro país un nuevo hogar.

Joumana Rahal, propietaria de Las delicias de Juju.

Joumana llegó a Sudamérica hace más de 33 años. Su viaje comenzó en Líbano, donde conoció y se casó con su esposo, un brasileño dedicado al comercio. Debido al trabajo de él, la familia se estableció en Paraguay. Recuerda que, en ese entonces, el viaje duraba varios días e incluía escalas en Europa, São Paulo y Foz de Iguazú.

Fue en nuestro país donde Joumana pasó la mayor parte de su vida adulta, crió a sus tres hijos y echó raíces. En 2017, con sus varones ya mayores y fuera de casa, sus amigas, que la llamaban cariñosamente Juju, le propusieron convertir su talento culinario en un negocio. Ella, como mujer hogareña que ama recibir en casa, siempre había cocinado para dar y compartir, no para vender. “La idea de cobrar por la comida me parecía extraña y me causaba vergüenza”, confiesa.

Sin embargo, el apoyo de sus amigas y, sobre todo, el de su padre en Líbano la motivaron a dar el paso. Por su contexto cultural, al principio temía que su familia pensara que su esposo no la mantenía y que ella tenía que vender comida por necesidad. Pero su papá le dijo que, lejos de avergonzarse, estaría orgulloso de ella. Le recordó que el papel de una mujer no se limita solo a ser madre y esposa, sino también a ayudar a sus seres queridos a través del trabajo. Ese apoyo incondicional fue el impulso que necesitaba.

Así, en el 2017, nació Delicias de Juju, un emprendimiento de comida libanesa casera que busca acercar los sabores de Líbano a los paladares paraguayos. Para Joumana, la autenticidad es la clave. Su propuesta se basa en las recetas que aprendió de su mamá, de quien heredó el amor por la cocina. Recuerda anécdotas de su infancia que la forjaron como cocinera, como una vez que su madre le llamó la atención por desechar las hojas del perejil solo por ser pequeñas, o por no calentar bien el aceite antes de freír papas.

Uno de los platos que más evocan su infancia es el tabulé, cuyo olor a perejil y menta le trae recuerdos de la casa de su infancia. También recuerda el keppe asado, su plato favorito, que se come caliente y con el cual su mamá solía agasajar a la familia en ocasiones especiales.

Juju explica que la diferencia de su cocina radica en la calidad de los ingredientes y el cuidado en la preparación. No usa comino ni canela locales, por ejemplo, porque el sabor no es el mismo que en su país natal. Otro ingrediente indispensable es el aceite de oliva 100 % puro, que también importa para garantizar un sabor genuino.

Antes de su emprendimiento, su vida social se limitaba al círculo de las madres del colegio de sus hijos. Entre muchas anécdotas, nos cuenta que su primer contacto real con el público se dio en el 2018, durante una cena organizada en conjunto con el restaurante Musiú. Durante el evento, le sorprendió la amabilidad y el cariño de los comensales. La gente se acercaba a ella para felicitarla y agradecerle, y ella experimentó una conexión inmediata que no había tenido antes.

Juju se sintió tan conmovida por el trato de los paraguayos que, aunque había estado aquí por mucho tiempo, esta fue la primera vez que experimentó un verdadero lazo con la gente y la cultura local. Desde entonces, ese aprecio fue creciendo cada vez más, al punto de que su marido le bromeó diciendo que, si fuera por ella, no se iría nunca más del país.

Su cocina es una forma de mantener viva su cultura y de tender un puente entre sus dos hogares, y ella se siente más que feliz por ello. Delicias de Juju no es solo un negocio; es un testimonio de la historia de una mujer que, con el apoyo de su familia y el amor por su cultura, logró encontrar un propósito en su cocina, al compartir un pedazo de Líbano en cada plato que prepara.

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