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Eclecticismo moderno

La genialidad del upcycling

Una amalgama entre elementos clásicos y modernos, novedad e ingenio, se encarga de dar una nueva presentación a esta casa de los 90. Los interioristas José Zaldívar y Jean Baptiste Messié, de Dieztudio, encontraron en el upcycling una corriente refrescante para descontracturar elementos, despojarlos de su uso cotidiano y reconfigurar su sentido estético a través de juegos creativos. En estas páginas, recorremos distintos ambientes de una misma residencia donde la coherencia, el buen gusto y la vida cosmopolita se lucen.

Este proyecto buscó renovar la vida de una casa familiar que data de los 90, con especial respeto a la identidad arquitectónica del recinto. Así, los interioristas José Zaldívar y Jean Baptiste Messié diseñaron cada espacio con base en el upcycling, una corriente de moda, arquitectura e interiorismo que da nueva imagen a elementos cotidianos, los despoja de su utilidad conocida y los transforma en objetos decorativos según su valor estilístico.

Para ajustarse a la idea, utilizaron antigüedades modificadas y muebles intervenidos a nivel estético. “Buscamos que el proyecto sea coherente. Este lugar forjó su propio carácter, su deco debía estar en sintonía con su estilo e identidad”, comienza Jean Baptiste Messié.

Resulta que la residencia encarna la más pura imagen del eclecticismo, elemento que José Zaldívar expresa con estas palabras: “No se puede decir que es una construcción antigua, rústica o clásica, pues tiene detalles de cada concepto en su arquitectura. Mantuvimos la estructura original, pero le dimos un look más consonante con relación a su estilo”.

El piso de la sala de estar, nos cuentan, es el primer ejemplo de upcycling que encontramos, ya que se optó por baldosas de la misma casa comercial que, tres décadas atrás, proveyó las originales, con un estilo que se encontraba en auge en aquel momento. El enfoque de la intervención de Dieztudio fue “tomar todo lo que conocemos, lo que nos es familiar, y darle un toque jovial, divertido”. En esta primera estancia, esa vuelta de tuerca consistió en una paleta de colores osada que otorga carácter y protagonismo a los tapizados.

Aunque la sala de estar es amplia de por sí, el interiorismo se diseñó para que el ambiente se sienta aún más descomprimido y, para lograr este efecto, la disposición del mobiliario fue clave. La pared principal fue cubierta con un prominente espejo; al sentarse uno en el juego de living central, no se crea una percepción de encierro, sino de amplitud y apertura.

Por lo demás, todos los elementos decorativos, incluidos los muebles y mesas, fueron heredados o adquiridos en anticuarios o en ventas de garaje virtuales y físicas. Y aunque no se modificó la arquitectura del lugar, sí se adecuaron algunos detalles estéticos de su interior, además del color. Al subir las escaleras, por ejemplo, una parte del techo se intervino con placas de espejos para crear un interesante juego óptico con cada peldaño.

“Nuestro fuerte como estudio son los colores, es lo que sentimos que entendemos bien porque, además, tomamos el riesgo de utilizar tonos saturados, únicos, que aporten toques de humor al conjunto”, detalla José. Esta paleta cromática, vigorosa a la par de divertida, se inspira en dos vertientes: los tonos intensos de la vegetación paraguaya y la influencia de la cultura francesa. La inclusión de elementos internacionales se debe, además, a la filosofía de que el hogar no debe ser un espacio aburrido, sino dinámico y mutable. En este sentido, la cocina y el comedor sirven de muestra. En este ambiente se buscó evocar la esencia acogedora de un bistró parisino, añadir tonalidades vibrantes y divertir a sus usuarios, amantes de la gastronomía y los viajes por el mundo.

“Este espacio refleja lo que pasaba con muchas casas, se utilizaban materiales que estaban de moda en la época pero no necesariamente se correspondían en estilo. En este caso, le dimos un nuevo carácter, pero mantuvimos los muebles originales, los pintamos y colocamos nuevos azulejos sobre los antiguos”, cuenta José. Además, un detalle que destaca y complementa el conjunto es la pintura roja y blanca en algunos puntos estratégicos, que emula el techo de una tienda de comestibles popular.

Por otra parte, al entrar al dormitorio principal, la paleta de colores se desplaza hacia un azul profundo que busca relacionarse con el cielo nocturno e invita al descanso. A cada costado de la cama, un venado y un rinoceronte sobresalen de las paredes. Se trata de dos muestras más de la reutilización creativa, compuestas por bases de lámparas de madera a las que se les agregó un par de cabezas falsas de animales en color dorado, elementos rescatados de anticuarios parisinos.

A un costado está el objeto más llamativo del conjunto: un cuadro elaborado a partir de las partes de madera de una cama antigua. Cabecera, laterales y patas forman el marco para una reproducción de yaguaretés y aves silvestres, como una ventana artística al exterior.

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