El agradecimiento, antídoto contra las quejas
Cómo tomar conciencia de lo que tenemos aquí y ahora
“La queja trae pobreza; el agradecimiento, abundancia”
Proverbio popular
La queja y el agradecimiento son dos caras de la misma moneda. Por lo mismo por lo que podríamos agradecer, a veces nos quejamos y muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de que, lamentablemente, tenemos naturalizada esa respuesta. El descontento fue mejor divulgado que la gratitud en el discurso humano. Oímos a nuestros padres lamentarse por todo, ellos escucharon a los suyos y nuestros hijos a nosotros. Luego, en el colegio, se repite con la profesora a la mañana y, a la tarde, con el coach de algún deporte; es difícil que en todo un día no presenciemos que alguien se queje, en vivo, en los medios de comunicación o en las redes sociales.
Esta práctica nos sirve como catarsis, como catalizador del exceso de optimismo de algunas personas, lo cual molesta, aturde o empalaga a quienes se regodean en una permanente crisis existencial. Existe una queja normal, inherente al día a día, pero las hay compulsivas: querellas y reclamos que no solo nos dañan a nosotros, sino que alejan a los demás. Lo que no advertimos es que mientras más nos quejamos, generamos más motivos para seguir haciéndolo, porque la vibración que emanamos crea nuestra realidad subjetiva. En psicoanálisis, por ejemplo, se habla de la pulsión de muerte, energía que nos hace gozar del dolor y mantener un estado negativo y una posición subjetiva de víctima de la cual no queremos salir (inconscientemente).
La pulsión de muerte poco tiene que ver con la muerte real; más bien, se interpreta como la tendencia destructiva interna y externa que manifestamos en quejas, reclamos y autoflagelos. Pensar continuamente en algo que angustia o desespera nos provoca malestar, instala ideas sobre lo que los demás piensan de nosotros y nos llena de culpa. También se da cuando “soportamos” relaciones tóxicas, de amigos o parejas, que repetimos como un síntoma del que no podemos escapar.
En esta compulsión de repetir cosas que nos hacen mal tenemos en el menú actos como: consumir sustancias tóxicas, adicción al juego, fracaso ante las mismas circunstancias y con el mismo argumento, incluso, en diferentes contextos. Por eso resulta inútil sugerirle o exigirle a alguien que deje de quejarse o salga de una relación o adicción dañina, pues lo único que puede resolver eso es el análisis. En ese sentido, las políticas de prevención y tratamiento de salud mental en nuestro país son urgentes.
Agradecer, señal de salud mental
Por otro lado, tenemos al agradecimiento como máximo valor que nos constituye como seres humanos, y del cual podemos hacer uso y abuso tanto como con la queja. Este se encuentra en todas las civilizaciones y culturas. Agradecemos acontecimientos importantes o banales con celebraciones, rituales sagrados o paganos, relacionados con el paso del tiempo como los cumpleaños y aniversarios, fiestas nacionales, históricas y religiosas, y también aclamamos logros personales, laborales y profesionales. Estas solemnidades nos recuerdan quiénes somos y representan el agradecimiento por lo que tenemos, lo que valoramos, por los encuentros, las oportunidades y por aquello que logramos construir.
Detenerse a pensar en algo tan simple como cotidiano de forma trascendental puede develar información que nos ayude a dimensionar la importancia de nuestra actitud ante la vida: la de agradecer o quejarse. Hallar un ritual personal de fiscalización de lo que sentimos y pensamos sobre lo que nos pasa nos puede advertir no solo sobre nuestra predisposición, sino sobre el estado de nuestra salud mental.
El ser agradecido inspira felicidad
Dar las gracias mejora la salud y existen diferentes estudios que revelan esta teoría muy lógica. Entre los beneficios que produce tenemos: satisfacción, vitalidad, felicidad, autoestima, optimismo, esperanza, empatía y deseos de ofrecer apoyo emocional y tangible a otras personas. Dar las gracias se convirtió en un acto reflejo, lo hacemos más de 20 veces al día según las estadísticas, ya sea en persona, por mensajes o por teléfono; es una costumbre ligada a la educación y al don de buena gente, al punto que “desgraciado” es un insulto, sinónimo de alguien infeliz.
También se puso de moda con todas las teorías del pensamiento positivo, los libros de autoayuda, el mindfulness, el coaching y las técnicas de meditación, que nos invitan a tomar conciencia de lo que tenemos aquí y ahora, y dejar de lamentarnos por lo que no tenemos, por lo que pasó o no; agradecer por lo bueno y también por lo malo, porque toda experiencia, positiva o negativa, incluye un aprendizaje.
El agradecimiento también inspira en los demás el sentirse valiosos, pone en marcha una cadena de energía positiva en quienes sienten que su papel es importante para alguien, que sirve, ayuda. Esto genera sentimientos y ganas de seguir haciendo las cosas bien, con pasión y energía. El agradecimiento está presente en todas las civilizaciones, empresas y proyectos que progresan y logran sus objetivos, que se caracterizan por llevar como bandera la calidad humana y valorar a sus integrantes.
Un caso notable es el de Douglas Conant. En 2001, este ejecutivo fue nombrado presidente y consejero delegado de la conocida empresa de sopas Campbell’s, que no pasaba por su mejor momento. Para levantar el espíritu, instaló una política de moralización. Todos los días escribía notas para agradecer a algún empleado por el trabajo bien hecho; no se trataba de correos electrónicos, sino de papeles escritos y firmados de puño y letra. En total, se calcula que redactó y envió más de 30.000 misivas en los 10 años que estuvo en el puesto; cualquier trabajador de cualquier parte del mundo, independientemente de su categoría, podía encontrarse con uno de estos mensajes de su presidente. Bajo su liderazgo, la firma recuperó terreno y beneficios, pero el epílogo llegó en 2009, cuando sufrió un gravísimo accidente de coche. Los empleados de todas las fábricas y oficinas inundaron su despacho con cartas y postales que le deseaban su recuperación. El método de Conant figura en la web de la Harvard Business School y su creador actualmente cuenta con su propia escuela de liderazgo llamada Conant Leadership. Probablemente, no esperaba una recompensa tan cercana como los buenos deseos de tantos empleados.
Erradicar la queja, una disciplina de vida
Podemos tomar al agradecimiento como política de moralización social y erradicar las quejas en cualquier contexto de nuestra vida con disciplina, ya que no es fácil librarse de un vicio. Un día a la vez, es posible analizar si vale la pena lanzar una crítica destructiva, queja o reclamo. En vez de eso, para cambiar una situación que nos molesta, veamos cómo influir en el cambio, desde la práctica en la casa, hasta la construcción de nuestro país. Como la palabra “gracias” está sobreutilizada y se ha convertido en un automatismo, es necesario tomar conciencia de que hay motivos por los que demostrar sincera gratitud. A veces no basta con expresarlo verbalmente o por escrito, sino mediante un acto. Ayudar a un amigo o amiga con algún tema en el que tengamos conocimiento, prestar servicios o herramientas a alguien que lo necesita, y hacerlo sin esperar nada, solo retribuyendo por aquello que alguna vez esa persona hizo por nosotros o como agradecimiento por su existencia; con esto quizás podamos saldar aquella gratitud sincera que no tuvimos la oportunidad de dar en su momento, o solo demostrar aprecio por su vida.
Por otro lado, es importante tener en cuenta que no siempre recibiremos las gracias por todo lo que hagamos por los demás; nuestros actos no deben depender de esa retribución, de lo contrario, solo estamos buscando una contribución emocional, narcisista. Aquellos a los que les resulta un poco romántico —por no decir cursi— todo lo relacionado con adoptar actitudes positivas u optimistas, pueden optar por un pensamiento un poco más pragmático y práctico a tener en cuenta, pues saber agradecer actúa como verdadera profilaxis contra los pensamientos negativos y pesimistas, lo que evita la depresión y la amargura, una motivación personal pero cierta, al momento de tomar el estilo de vida agradecido como un ejercicio vital, y que, simultáneamente, potencia nuestras relaciones con nosotros mismos y con los demás.
Sentir agradecimiento sincero es un privilegio, porque es dar reconocimiento a alguien que hizo algo por nosotros. Y como dice la frase: lo que hacemos por nosotros mismos muere con nosotros. Lo que hacemos por otros y el mundo, permanece y es inmortal.