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María Glauser

Mujeres inspiradoras

María está enamorada de Asunción, y hace casi 10 años hizo suya la misión de fortalecer e incentivar la participación ciudadana en los espacios públicos a través de actividades culturales que apelan a una gran diversidad de personas. Como gestora, se encargó de dar vida a Puerto Abierto y ahora lleva adelante El Granel, junto con su mamá, para propiciar aquello que más disfruta: el encuentro.

El Granel surgió como un experimento. Ni María Glauser, ni su mamá, Rosa María Ortiz (con quien administra el lugar), sabían lo que harían con la casa ubicada sobre la calle Juan de Salazar, en el límite entre los tradicionales barrios Ricardo Brugada y Las Mercedes. En sus cinco años de vida, asumió la identidad que ambas visualizaron: un lugar de encuentros.

“Uno puede pasar toda una vida frecuentando los mismos lugares —oficina, casa, club y shoppings— entonces, se hace una idea de lo que es la sociedad; pero como el resto, ve desde lejos, se queda con lo que cree de las personas que son diferentes a uno mismo. El Granel es un lugar donde se encuentra gente diversa y, de hecho, es lo que más disfrutamos ver”, cuenta María con la fascinación propia de una observadora nata de la sociedad.

Arrancamos la conversación hablando de El Granel solo porque es su proyecto más reciente y, quizá, el más conocido, pues sus salas son las preferidas por una gran parte del movimiento cultural surgente de Asunción, no solo por las comodidades que ofrece, sino por la manera abierta y positiva en que se gestiona.

Pero mucho antes de esto, cuando recién regresó de Londres (donde vivió por casi siete años), fue precursora de Puerto Abierto. “Fue un reenamoramiento con Asunción —dice María—, me quedé en Paraguay porque sentí una revolución cultural. Conocí gente fascinante haciendo cosas en espacios públicos, colectivos pintando murales, y se sentía el efecto Bicentenario, ese sentimiento de ‘hallarnos’ todos juntos y de manera segura en la ciudad”.

Puerto Abierto sigue siendo referente en cuanto a eventos culturales públicos se refiere; pero, también, como articulador del contacto con el río. María aclara que la costanera llegó para cumplir, en cierta medida, con la misma misión, pero que todavía se siente la falta de acciones ciudadanas con apoyo del Gobierno.

Presencia femenina

“Para mí, la cultura son las prácticas del día a día. No es algo que está encerrado en un museo o en una cabeza bien formada. Me interesa especialmente la cultura ciudadana porque la ciudad se hace siendo buenos ciudadanos; es decir, cuidando, aportando y disfrutando de la ciudad”, explica María Glauser.

Es coordinadora de El Granel, pero también es consultora en procesos participativos y sobre temas de espacios públicos y privados compartidos. En este momento se encuentra al frente de un taller participativo para la creación de un centro comunitario en el barrio San Jerónimo, y de una consultoría para Amabici, para el diseño de 200 km de bicisendas.

Las mujeres tenemos esa cualidad de hacer que la gente diversa se sienta cómoda compartiendo ambientes comunes.

Además, realiza Birras Urbanas, una serie de encuentros temáticos en espacios públicos que empezó en octubre del año pasado y que va creciendo en participación.

Luego de estar al frente de equipos de personas desde hace varios años, ve que las mujeres tienen un estilo de liderazgo más relacional: ven y cuidan más relaciones en los espacios de trabajo que sus contrapartes masculinas, que suelen estar enfocados en la ejecución más que en el componente humano.

“Los resultados pueden ser mucho más enriquecedores si es que se trabaja en conjunto con ambas energías. El punto de vista de la mujer completa la visión, además de hacer que las personas se sientan más a gusto al participar”, dice María, y agrega: “Tenemos esa cualidad de hacer que la gente diversa se sienta cómoda compartiendo ambientes comunes”.

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