La alegría de vivir
Más sueños en Amacma
Con más de una década al servicio de las mujeres con cáncer de mama, Amacma sigue planteándose nuevas maneras de brindar este importante acompañamiento. Así, la organización no solo pone la mirada en futuros proyectos, sino que también se reafirma en la tarea de concienciar acerca de esta enfermedad sin tabúes ni estigmas. En el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, hacemos un repaso por los proyectos de este conjunto, en conversación con Lilita Romero.
La Asociación de Mujeres de Apoyo contra el Cáncer de Mama (Amacma) se volvió no de los principales canales para expandir conciencia acerca de la enfermedad en el país. Desde su nacimiento en 2009, la contención psicológica a mujeres fue uno de los principales pilares, y luego se sumaron más objetivos y servicios a su labor.
Así, después de implementar y consolidar el modelo circular de su campaña Pelucas solidarias, la siguiente meta fue tener un espacio propio para ayudar a las mujeres de manera más cómoda. Con mucho esfuerzo y buena gestión, el sueño de la casa de Amacma se materializó, por fin, el año pasado. Según Lilia Romero, una de las primeras colaboradoras de la organización, este fue uno de los mayores logros desde el nacimiento de la entidad.
Un nuevo sueño
Lilia, más conocida como Lilita, sigue soñando porque se considera una persona amante de los desafíos y de espíritu firme para la vida. De esa capacidad de soñar que comparte con sus compañeras del día a día surgió la idea de crear un albergue para mujeres con cáncer que acuden usualmente desde el interior del país hasta Asunción y sus alrededores para hacerse los tratamientos de quimioterapia.
“Hay que entender que nuestra gente viene del campo, del interior, ya que desgraciadamente la protección sanitaria no llega al total de la población”, relata Lilia. Resulta que estas mujeres, muchas veces, se encuentran con más obstáculos que la distancia, pues la falta de medicamentos, la ausencia de médicos y las máquinas en mal estado también se interponen entre ellas y el acceso a su salud.
“Se quedan en los hospitales esperando que se solucionen los inconvenientes y, si lo hacen, consiguen practicarse la quimioterapia a final del día. Para ese momento, su último colectivo ya salió y la Terminal de Ómnibus cerró. Entonces, ellas terminan durmiendo en las calles”, prosigue. Por esta razón, esta asociación desea brindar una cama caliente y un reconfortante abrazo a estas mujeres en el futuro.
Por el momento, este proyecto sigue siendo tan solo una idea en la que todas las colaboradoras concentran anhelos. Y aunque se trata todavía de un deseo, Lilita está segura de que se materializará porque, en sus palabras, “todos mis sueños locos se cumplen tarde o temprano”.
Más allá del Octubre Rosa
El compromiso de las integrantes de Amacma se mantiene igual de firme de enero a diciembre, no solo en octubre. Todo el año la sede recibe a decenas de mujeres que buscan atención psicológica disponible de dos a tres veces por semana o acceden a las pelucas elaboradas con donaciones de cabello.
Si bien durante los dos años anteriores, la situación se tornó más complicada a raíz de la pandemia, Amacma continuó con sus servicios gracias a los ahorros con que contaban. Actualmente, la organización se encuentra en pleno proceso de planificación de una cena para solventar sus servicios.
“Más allá de este mes, la ciudadanía puede pasar por la casa de Amacma, sobre la calle Nicolás Torales casi Lillo, y ver lo que hacemos. Si nos dejan algo, mejor; toda ayuda es bienvenida”, comenta y agrega que “lo que hacemos es a pulmón, sin ayuda del Estado, porque creemos que este debe hacer su trabajo, garantizar la salud, y no ayudar a una organización; nosotros ya recibimos el apoyo de la gente”.
Para Lilita, el mensaje más contundente es que el cáncer se cura pero, especialmente, se previene y, en ese proceso de concienciación, el Estado debe cumplir un rol fundamental. “Curarse o prevenir esta enfermedad implica hacerse la mamografía todos los años y, si se encuentra un tumor, acudir al médico, que este dé turno lo más rápido posible y conseguir quimioterapia en el momento justo, no luego de cuatro meses”, finaliza.