La niña santa
Un símbolo en la lucha contra el feminicidio
Benigna había avisado a su familia que Raúl le daba miedo porque la acosaba constantemente en los pasillos de la escuela. Él tenía 17; ella, 13. Y las cosas iban pasando de castaño a oscuro a medida que la niña comenzaba a mostrar signos de que estaba volviéndose mujer. Por eso intentaba pasar desapercibida y vestirse con ropas holgadas, para no despertar las ganas de ese compañero que la miraba con lascivia y la perseguía noche y día para que estuviera con él. ¡A ella, justamente, que era tan tímida y no le gustaba llamar la atención! Pero Raúl le había puesto los ojos encima y no había manera de sacarle la obsesión.
Benigna intentó pedir ayuda al cura del pueblo y a la señora que la adoptó. Se sentía sola en su agonía, porque desde muy niña había quedado huérfana de padre y madre, unos campesinos del estado brasileño de Ceará. Cuando le contó a los adultos lo que sucedía, le dijeron que se cambiara de escuela, pues pensaron que aquello sería suficiente para que Raúl la dejara de molestar.
Nadie pensó que haría falta poner una denuncia, y menos en 1941, que esas cosas se toleraban con resignación en medio de la cultura machista que regía a nivel mundial. Benigna dejó de ir a la escuela, pero lejos de calmar a su acosador, ese gesto de rechazo lo enfureció aún más. Y un 24 de octubre al caer la tarde, cuando la niña fue a buscar agua de un pozo apartado, él la esperó al acecho en el follaje para finalmente saciar su voracidad carnal.
La niña tímida —de pronto— demostró tener una fiera dentro en la resistencia y no se dejó doblegar. Luchó con todas sus fuerzas mientras Raúl, a machetazos, le iba callando la voz. En las manos. En el cuello. En la cara. En el pecho. Hasta que finalmente Benigna casi inconsciente fue violada brutalmente, y con tanta herida y abuso, se desangró.
Ese manantial de sangre consternó al pueblo entero cuando corrió la noticia y, ante la confesión del asesino de que la mató por su resistencia, su historia quedó impregnada de aires de beatitud. La niña no se dejó doblegar por la fuerza de ese hombre. “Benigna, dame fuerzas para luchar yo también contra el que me maltrata”. “Benigna, ayúdame a escapar de mi casa para que no me pegue más”. “Benigna, protege a mis hijos”. Así, de a poco, esa muchacha se volvió milagrosa y las mujeres sometidas la comenzaron a venerar.
Y es que, ante la inoperancia de las autoridades, a veces solo queda aferrarse a la fe y batallar desde el fuero íntimo. Lo cierto es que en torno de la niña empezaron las romerías, y era tal la devoción que un grupo de creyentes pidió la beatificación al Vaticano para que oficialmente la Niña Benigna se convirtiera en santa. No solo por ser mártir en su muerte injusta, sino porque hoy es símbolo en la lucha contra el feminicidio, término que ni siquiera se conocía cuando le truncaron la vida y los sueños en un crimen tan brutal.
En torno de la niña comenzaron las romerías y era tal la devoción que un grupo de creyentes pidió la beatificación al Vaticano, para que oficialmente la Niña Benigna pudiera convertirse en santa.
Actualmente, en la fecha de su muerte se conmemora el Día de la Lucha contra el Feminicidio en Ceará y la niña atrae gente de todo el país. En 2019 el papa Francisco aprobó su beatificación, aunque por motivos de la pandemia todavía no hay una fecha. Pero en la localidad ella ya es una santa. Además de un símbolo de resistencia y respeto a la mujer.
En nuestro país, las cifras de feminicidios son alarmantes. Según un estudio realizado por ONU Mujer y el PNUD, desde 2017 al 2020, el Ministerio de la Mujer reportó 185 feminicidios consumados, más de 263 en grado de tentativa y un saldo de 199 niños que quedaron huérfanos. En el 2021 se sumaron otros 34 chicos hasta fines de noviembre.
Ya en un nuevo año y pasadas las fiestas, elegimos desde esta columna recibir el 2022 con una nota de seriedad. Para que no se nos olviden las mujeres que nos leen y están en situación de abuso ni aquellas que ya no están.
Nos urge estar alertas y seguir en la lucha por la eliminación de la violencia contra las mujeres, desde todos los rincones y espacios de nuestra sociedad.