Desafiantes
Sophia Veiluva
Sophia descubrió el patinaje artístico de muy pequeña y, una vez que se adentró en este deporte, nunca más lo soltó. Ella tiene 19 años, hace 15 que empezó a patinar y hace 10 que lo hace profesionalmente. “Todo cambió cuando me empecé a dedicar profesionalmente al patinaje. La manera de pensar, el ritmo de vida: no hay salidas, hay dietas y el descanso es primordial. Fue también un proceso para poder aceptar esos cambios que yo necesitaba para alcanzar las metas que me ponía”, reflexiona.
Piensa que el patinaje artístico no es un deporte que goce de mucha visibilidad, pero sí es uno que está creciendo. Este año Paraguay será anfitrión del mundial de patinaje, y Sophia considera que hay una gran predisposición por parte de las instituciones involucradas para que el evento se realice sin inconvenientes. Lo que más le gusta de dedicarse al patinaje es el sentimiento de estar flotando: “Una vez que encontrás el punto, se genera un vínculo entre los patines y el cuerpo: no se siente como una extensión, sino que se siente como parte de una misma. Eso es lo que más me gusta, que siento que estoy volando sobre ruedas”.
Karina Vega
Empezó con el deporte de niña, a los 8 años con el básquetbol y a los 12 con el fútbol. Estudió en Estados Unidos, pero al volver tuvo que dejar el fútbol para empezar a trabajar. “Después de tres años me llegó la invitación de un club que quería entrar con todo a los torneos de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF), y me llamaron por las experiencias anteriores que tuve en la selección. Probé y me ofrecieron el mismo dinero que ganaba como bancaria. Elegí mi pasión por sobre mi profesión, ahí decidí dedicarme de lleno a esto”, recuerda Karina.
Siempre fue su predilección, y vive para esto porque le encanta a lo que se dedica. Para ella fue muy emocionante haber jugado contra la selección de Brasil, con Marta Vieira Da Silva —la única jugadora que ganó el Balón de Oro seis veces consecutivas—. “Brasil salió campeón ese año y nosotras fuimos la única selección que logró sacarle dos puntos”, explica. Karina piensa que en el país todavía está muy apagado el tema del fútbol femenino, pero que ver a compañeras Gloria Villamayor y Pirayú Martínez jugando en el exterior le da ánimos; personas que, así como ella, fueron tras sus sueños.
Michelle Valiente
Su familia juega vóley desde que ella recuerda. La mamá de una amiga la llevó a su primer entrenamiento de vóley de pista y un año después pasó al de playa. Desde los 16 que juega profesionalmente, mientras seguía siendo estudiante del colegio Nihon Gakko. “Creo que mi lugar es la cancha, no me veo haciendo otra cosa. Estudio Relaciones Internacionales y me gusta mi carrera, pero creo que ser jugadora de vóley es lo que más me gusta en la vida. Hay días en que estamos entrenando y haciendo ejercicios, y pienso que soy tan feliz haciendo esto”, reflexiona.
En 2018, fue parte del equipo campeón en los Juegos del Sur, junto con Patricia Caballero; la segunda vez que ganaban medalla de oro en un evento internacional. Cuenta que le gustaría estar en los Juegos Olímpicos de este año y que está en la lucha por clasificar. “Parece simpático, pero en el vóley de playa somos las mujeres las que tenemos mejores resultados. En un país machista como este, creo que hay que resaltar eso. Veo mujeres que todos los días luchan por sus sueños, veo el sacrificio que hacen mis compañeras, algunas estudian y son madres, y creo que eso habla superbien de las mujeres”, concluye.
Patricia Caballero
Patricia juega vóley desde siempre. Un día vio en el diario que habían competencias de vóley de playa en San Bernardino y en el Garden Club de Luque. Tenía 26 años, estaba casada, tenía una hija y estaba estudiando, pero nada de eso la detuvo. “Una amiga me invitó a probar y sentí como que el universo conspiró a mi favor para que todo se de. El entrenador me planteó entrenar porque vio mi potencial. En un mes más había una competencia nacional clasificatoria para los juegos sudamericanos en Colombia, y gané. Fui a Colombia con mi dupla e hicimos podio, ¡tercer puesto!”, explica con una sonrisa.
Hoy hace diez años que es jugadora profesional. Anteriormente, balanceaba su trabajo con su vida como atleta. “Como que no cerraba ser tan profesional en todo, algo dejás de hacer bien”, comenta. Gracias a los logros deportivos, el Gobierno empezó a dar apoyo a los atletas y eso la impulsó a dedicarse exclusivamente a esto que ama. “Fue toda una revolución familiar. Tengo una familia que entiende y comprende bastante, gracias a eso pude sobrellevar ambas cosas. Es el sueño de todo deportista dedicarse 100 % a lo que le apasiona”, relata.