El regreso del maximalismo
En búsqueda del equilibrio estético
Hugo Vázquez. Diseñador de Caburé
El maximalismo es la manera de expresar todo lo recargado, el “más es más” como ley. Es no tener miedo de las combinaciones. Es la mezcla de texturas y colores, y una suma de adornos que generen un look en conjunto. Esta tendencia aparece en el día a día y tiene mucha aceptación.
Puede ser llevado en cualquier tipo de ocasión, tanto para un vestido de novia recargado con texturas, plumas y pedrería como para un outfit urbano con mezcla de tejidos o estampados. No es solo ponerse todo lo que encontrás a tu paso; es un ejercicio del buen gusto, de la combinación correcta y el uso adecuado de cada elemento.
Como diseñador, considero que tengo un poco de cada polo. Soy un poco minimalista a la hora de crear porque me fascinan las siluetas simples y la geometría dentro de cada vestido, pero no niego que, muchas veces, la mezcla de texturas es mi perdición. Soy adicto a los colores y cada día empiezo a tomarle un poco más de placer a lo recargado.
Entre las novias de Caburé encontrás un poco de todo. Vivimos en una cultura donde la filosofía del “menos es más” sigue siendo un poco difícil, y ellas buscan vestidos que contengan todo lo que se le pueda poner. La novia es una mujer segura y sexy que busca ser el centro de atención, y para la creación de cada pieza tenemos la tarea de fusionar ambas ideas: la suya como protagonista y la mía como diseñador.
Creo que el minimalismo fue dejado de lado con la intención de romper, de alguna manera, la vida práctica, el deseo de tener todo controlado, de ir más allá de la vida clásica y empezar a desafiar un poco los esquemas con algo más ecléctico. Las novias buscan alguien que plasme sus ideas en un vestido, pero con un toque personal que lo diferencie del resto.
El look máximo
Me encanta ver el maximalismo bridal, pero logrado con accesorios como joyas y tocados. Esto genera otro tipo de impresión y lo recargado siempre se ve lujoso. En mi caso, y como diseñador, prefiero expresar la tendencia así y no tanto en la combinación de tejidos.
Sin embargo, mi consejo para la novia es no dejarse llevar solamente por una tendencia, sino guiarse por su propia personalidad. Ella tiene que poder hacer lo que realmente la satisfaga para sentirse cómoda al llevarlo, porque el vestido es la segunda piel y muestra a los demás un poco de quién es.
Este vestido tiene que representar a la mujer en todas sus dimensiones, es la personificación de su identidad traspasada a la tela. Siempre digo que, por más que existan patrones culturales para el típico vestido de novia, todos tienen un toque superpersonal.