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Mujeres detrás de cámaras

El trabajo con el actor

El primer contacto de Fátima Fernández Centurión con el cine se dio cuando tenía 19 años, cuando empezó a trabajar en Maneglia-Shcémbori Realizadores. Fátima comenta que de ellos heredó la pasión por el trabajo detrás de cámaras, ya que en aquel momento hacer una película implicaba saber hacer de todo. Se involucró en la producción, la asistencia de dirección y el casting, entre otros. Siempre estuvo rodeada de actores y estudió actuación, producción, dirección y gestión cultural. 

Todo esto sentó las bases de su trabajo como coach de actores, rol en el que se desempeña desde hace un buen tiempo. “Mi papel tiene que ver en primera instancia con el guion. [Este] me es entregado y de allí debo empezar a estudiar a los personajes con el guionista y el director, en el caso de que no sean la misma persona, y con ambos a la par para encontrar juntos qué es lo que quieren y necesitan de ese personaje”, explica Fátima.

También se involucra en el casting si se lo piden, pero si no forma parte de ese proceso, ya es presentada con el elenco y comienza un proceso que va desde una lectura del guion hasta los ensayos y, posteriormente, en el rodaje, donde acompaña a los actores hasta llegar a lo que el director busca. “Yo debo hacer que el actor o actriz llegue a ese momento confiando y preparado para vivir la tensión del tiempo y poner en práctica todo lo que venimos trabajando”, agrega.  

“Tratamos de brindar a la actuación todo el espacio y comodidad posible para que suceda”, dice la coach, y agrega que, muchas veces, las producciones no son conscientes de todo lo que se está requiriendo de la actuación: “Para poder transmitir un guion es primordial que el canal de comunicación, en este caso el actor, sea cuidado, escuchado y considerado. Siempre en términos de una comunicación que nos permita a todo el crew seguir avanzando en la función de hacer en el tiempo estipulado una película”. 

Sobre el punto de la perspectiva femenina en el audiovisual paraguayo, Fátima Fernández Centurión dice que, si bien el audiovisual en Paraguay siempre estuvo lleno de mujeres y que la mayoría de las cabezas de equipo son femeninas, hay un detalle: “No puedo negar que siento que faltan más historias de mujeres, me gustaría ver más mujeres dirigiendo. Es un sueño que poco a poco se va haciendo más realidad”. Ella forma parte del grupo de teatro aéreo Nhi-Mu, y sus próximas películas son la argentina Una casa lejos y la paraguaya Pedro Juan, 2 caballeros.

Fátima Fernández Centurión. Fotografía: Javier Valdez.

Amalgama de sonido e imagen

Un punto que surgió varias veces durante nuestras conversaciones es la baja participación femenina en los puestos técnicos del set de filmación; pero eso no quiere decir que no estén ahí. Dos claros ejemplos son Dahia Valenzuela, directora de sonido, y Xime Barba, asistente y directora de fotografía. 

Dahia Valenzuela trabaja en la industria del cine desde hace 10 años. En 2015 fundó su empresa independiente, 1120 Estudio, desde donde realiza posproducción de sonido. Dahia es montajista de sonido y hace ya un buen tiempo que se dedica casi exclusivamente a esto. Su trabajo abarca la edición y limpieza de diálogos, ambientes, la grabación y edición de Foley y, si hay necesidad, también realiza el doblaje de las voces. “Sería el armado del sonido total de manera que la persona encargada de mezclar la película tenga el proyecto listo para realizar su trabajo”, explica Dahia.

Explica que un buen técnico en sonido debe ser una persona paciente y detallista, ya que el trabajo es muy meticuloso, tanto durante el rodaje como en posproducción. “Cada sonido que se grabe en rodaje va a formar parte de la banda sonora de la película. A la hora de grabar el audio en set, siempre se trata de priorizar las voces de los personajes, pero cualquier sonido indeseado va a pasar a formar parte de la banda sonora de la película”, comenta. Esto significa que una parte del trabajo de posproducción consiste en limpiar esos sonidos con mucha paciencia, llegando a escuchar toda la película unas 30 veces por sílaba.

Por otro lado, también debe editar los ambientes sonoros, sus efectos, y trabajar en conjunto con el músico, de modo que la película quede con un buen diseño de sonido y preparada para la mezcla. “Si con todo esto la persona no se asusta, será bienvenida para aprender cuanto antes, porque no somos muchos sonidistas en Paraguay y nuestro mercado está en auge”, acota.

En este tipo de puestos, la presencia femenina todavía es escasa, aunque va aumentando. Dahia espera que, con el tiempo, se pueda crear una red de mujeres del área del sonido similar a la que ya existe en Buenos Aires (Argentina), pero para conectar a todas las trabajadoras de sonido de Latinoamérica. “Creo que cada persona está donde tiene que estar para algo. Para mí, estar en este rubro es una oportunidad para que se les visibilice a las mujeres en un trabajo técnico y que eso lleve a que se animen a probar en nuevos rubros”, dice, y puntualiza: “No nos falta nada más que animarnos para que sigamos siendo cada vez más mujeres en el área de sonido”.

Dahia Valenzuela se ha encargado de la dirección de sonido del cortometraje Vida reciclada (2014); dirección de sonido, edición de sonido y musicalización para el cortometraje Veo, veo (2020); diseño de sonido y montaje sonoro de la película Orsai (2019); y enseña las materias Teoría y Práctica del Sonido y Diseño y Musicalización en la carrera de Cinematografía de la Universidad Columbia.

Dahia Valenzuela. Fotografía: Javier Valdez.
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