Lenguajes del arte
Tres artistas multidisciplinarios que debés conocer
A lo largo de los siglos y a través de diversas técnicas, el arte expresó las preocupaciones sociales con su dosis justa de armonía y contenido. Por eso, al acercarnos al final de este año, decidimos examinar los matices conceptuales y estéticos que ofrece la plástica paraguaya de la ola actual y te presentamos la obra de tres artistas multidisciplinarios. En estas líneas, conoceremos a Rodrigo Velázquez, quien se aventura en la dimensión onírica del horizonte chaqueño por medio de sus grabados.
Encontró su musa en el paisaje chaqueño, que lo hipnotizó y se convirtió en un lugar de confort que necesita visitar para encender su creatividad. Desde la perspectiva de Rodrigo Velázquez, cuya obra incluye linograbado, xilografía, fotografía y otras ramas visuales, cada creación guarda una reminiscencia de la vida silvestre y la flora de la región Occidental, desde sus paisajes hasta la geometría de los animales que la pueblan.
Su proximidad con el Chaco inició hace más de una década, en excursiones con amigos para tomar fotografías. Después conoció el linograbado en la universidad, disciplina que le abrió paso a la exploración profesional y artística de dicha región, materializada en su Colección Chaco, una serie creciente de cuadros en la que trabaja desde hace cinco años. “Mi obra busca un mensaje contundente de preservación. En este caso, el vehículo es el grabado, una disciplina con mucha alquimia y esencia ritual”, explica.
Interpreto el movimiento de la naturaleza y busco dar conciencia a partir de la belleza. Mi obra muestra lo mágico del Chaco, sus animales y paisajes, lo que podríamos perder
Rodrigo recurre a dosis regulares de magia chaqueña para estudiar a los animales y plantas que protagonizan su obra, por lo cual sus viajes se traducen en una ansiada introspección que dota a su arte de un aire reflexivo. La estética de sus obras suele adentrarse en texturas naturales, como los caparazones de animales, con el objetivo de ir más allá de la mera exploración de la geometría de la fauna. Al plasmar especies con coraza, él quiere expresar un mensaje de autocuidado, protección, espiritualidad y, con mucha razón, preservación del paisaje chaqueño: “Por eso trabajo mucho el tatú bolita o armadillo, animal que se encierra en sí mismo y entra a una forma de autoexploración. La primera vez que lo vi, me puse a analizar y contextualizar mi obra en torno a él. Fue una manera de ir hacia dentro y mirar la oscuridad para encender una luz”.
Ese juego de luces y sombras, blancos y negros, también sirve de hilo conductor a toda su Colección Chaco. Para fines prácticos, el grabado le ayuda a conseguir negros profundos y blancos muy puros, así como una escala de grises que aporta elegancia y sobriedad. Sin embargo, esas tonalidades también se abren paso en las fibras conceptuales de su técnica: “Esta disciplina me permite explorar, además de estos tonos, la línea y el punto, lo positivo y lo negativo. Interpreto el movimiento de la naturaleza y busco dar conciencia a partir de la belleza. Mi obra muestra lo mágico del Chaco, sus animales y paisajes, lo que podríamos perder”.