#CuidaTuCasa

Este año, todos conocimos el mandato “quedate en casa”. La higiene, los cuidados y la limpieza, en general, han adquirido una dimensión tan importante en nuestras vidas que ya se nos ha vuelto normal extremar las precauciones para mantenernos a salvo de la gran amenaza de este 2020: covid-19, el virus que llena las camas de terapia intensiva y, en muchos casos, puede significar hasta la muerte.

Es curioso cómo el ser humano necesita del peligro acechando, inminente, para tomar las precauciones que resguarden su propia suerte.

¡Qué bien vendría a los rincones de nuestra patria extremar ese tipo de cuidados también para el medioambiente! Algún día entenderemos —acaso demasiado tarde— qué tan importante es la calidad del aire que respiramos; de la tierra y el agua que nos nutren. Hace unas semanas, en las portadas de los diarios saltó a la luz una imagen contundente: la Laguna Cerro (en Piquete Kue, Limpio) en una toma aérea del fotógrafo Jorge Sáenz, partida en dos colores, una morada y otra azul, y en medio de la laguna un camino que los dividía.

La desgracia ecológica adquirió dimensión internacional cuando fue denunciada por el mismísimo Leonardo DiCaprio, conocido activista de la causa ambiental mundial. El actor decía que a pesar de las denuncias de los vecinos todavía no se había llegado a una solución del problema que estaba poniendo en un serio riesgo al ecosistema.

Y es que los primeros en darse cuenta del estado lamentable de la laguna fueron los pobladores de la zona, quienes realizaron la denuncia a las instituciones estatales pertinentes. La zona afectada de la laguna tiene un aspecto de color rojizo y un olor nauseabundo desde mayo, y queda cerca de donde florece la bellísima planta acuática Jakare Yrupe cada año. De hecho, para evitar que ese sector fuera contaminado, los propios vecinos taparon una tubería de cemento que conecta ambos lados.

Una vez que el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) tomó parte, los análisis del estado de las aguas no tardaron en confirmar lo que saltaba a la vista: una alta contaminación por la presencia de componentes químicos comúnmente utilizados en el curtido de pieles animales para la producción de cueros.

El caso se hizo eco en el Senado, que a su vez aprobó de forma unánime un proyecto de declaración que instaba tanto a la Fiscalía del Estado como al Ministerio del Ambiente a intimar a los responsables del hecho. A partir de estas disposiciones se logró allanar la curtiembre Waltrading SA, situada al lado de la laguna; el procedimiento pudo constatar que, de hecho, en el sitio había elementos contaminantes como el sulfuro de sodio (el componente causante del color rojizo de la laguna). Desde entonces, las autoridades suspendieron la declaración de impacto ambiental de la empresa, logrando que dejara de operar definitivamente.

En esta cruzada por proteger a la laguna se unieron diversas organizaciones no gubernamentales y miembros de la sociedad, exigiendo a las autoridades identificar a los responsables del crimen ecológico y sancionarlos con todo el peso de la ley, a modo de generar un firme precedente para que estas aberraciones no se repitan. La organización A Todo Pulmón Paraguay Respira emitió un comunicado para recordarnos que en un contexto de pandemia es primordial priorizar el cuidado de nuestros bosques ríos, suelo y aire, para evitar la contaminación y propagación de más enfermedades que afecten la vida.

A tono de esta declaración, la Dirección de Cambio Climático del Mades lanzó una campaña para reducir la posibilidad de focos de incendio este año, ya que otro de nuestros grandes problemas recurrentes es la quema de los campos, que cuando desborda arrasa con hectáreas de destrozos. AnyrehaPy busca concienciar a los paraguayos sobre la enorme tragedia ambiental que implican estos siniestros, y busca acceder a distintos sectores de la población para lograrlo. Según sus estimaciones, este será un año delicado pues esta temporada podría ser más seca de lo normal.

Los datos recabados en 2019 en Paraguay indican que 904.800 hectáreas fueron devoradas por fuegos que se iniciaron por intervención humana, ya sea de manera voluntaria o involuntaria. De esa cifra, al menos 204.500 hectáreas eran áreas protegidas, ubicadas en reservas o en parques nacionales.

Un fósforo. Un cigarrillo. Una fogata en una zona de pesca. En un descuido —tal como con el nuevo coronavirus—la expansión es inmediata; y de igual manera, las consecuencias pueden ser funestas.

Cuidarnos también es amar nuestra casa. Nuestra tierra. Nuestro planeta. Velar por el aire que respiramos cada mañana no solo como un compromiso con los niños del futuro, sino como una deuda de gratitud con el mismísimo milagro de la vida, tan palpable en este 2020 de fragilidad humana.