Expresiones analógicas
La magia del proceso en pleno mundo digital
En un contexto en el que la sobreestimulación visual y la instantaneidad pueden llegar a perderse en el tiempo, la fotografía analógica persiste y desafía a la fragilidad de la memoria.
Haciendo un recorrido por noticias y artículos de años anteriores que hablan sobre la fotografía analógica, uno se encuentra con una nostalgia latente; sin embargo, al mismo tiempo se percibe una muerte inminente. Si bien en muchas partes del mundo trabajar con este formato de fotografía tradicional no es inusual, en Paraguay, en pleno 2020, y muy a pesar de las predicciones, hay una comunidad de personas que mantienen vivo al film y a todo lo que ello implica.
En un recuento breve de algunos hechos y actividades que dejan ver el pulso latente de este arte, solo el año pasado, la galería Monocromo tuvo dos exposiciones de artistas que trabajan con fotografía analógica: David Walls y Javier Medina Verdolini. Alfredo Quiroz ganó el premio Hippolyte Bayard de 2018 con un ensayo fotográfico plasmado con una cámara analógica de formato medio. Y este año, dos proyectos de fotografía analógica fueron seleccionados para desarrollarse en el Laboratorio de artes plásticas y visuales de la plataforma Emergentes.
Hablamos al respecto con cuatro personas que se desenvuelven en este ámbito: Patricia Cruz, cocinera y fotógrafa; Fede Sanz, técnico de cine, fotógrafo y laboratorista; Clau Cotard, estudiante de psicología y fotógrafa; y Javier Medina Verdolini, abogado, docente y fotógrafo.
La percepción del tiempo
Susan Sontag decía que todas las fotografías son un “memento mori”, y que hacer fotografía es participar de la mortalidad, vulnerabilidad y mutabilidad de una persona o cosa. Para ella, todas las fotografías atestiguan la despiadada disolución del tiempo. “Todo el tiempo cambian las cosas, y el hecho de que la fotografía congele instantes también hace que tenga la magia esa de volverse una cuestión casi simbólica. Una vez que pasa el hecho ya es historia la fotografía”, explica Javier, quien empezó en este rubro en 1986, cuando la fotografía digital aún no aparecía en el mapa.
Javier empezó trabajando temas más personales. “Justamente, ahora estoy escaneando con un criterio actual algunos de los primeros negativos que hice, y es simpático ver cómo uno pensaba en el momento. La fotografía analógica tiene eso, el tiempo le acrecienta el valor”, agrega.
Gabriela Zucolillo explicaba en Artífices —una serie de entrevistas sobre arte del Kurtural.com y Galería Hepner—, que se pierden cosas haciendo fotografías con un celular, lo que se gana es un instante. Esta premisa explica perfectamente lo que fotógrafos como Javier encuentran en la fotografía analógica, un proceso y una apuesta por el tiempo. “Creo que una gran ventaja también es que sacás la foto hoy y no sabés cuándo la revelás e imprimís; entonces todo ese tiempo hace que tu mirada sea como desde afuera de lo que hiciste, tiene un criterio o análisis posterior que no tiene la fotografía digital”, acota.
Por su parte, Patricia empezó registrando momentos, viajes y amigos. “Empecé con cámaras lomográficas, pero con el tiempo fui adentrándome más a lo que es fine art photography. Hoy en día me interesan todas las posibilidades y la técnica que hay detrás, entre cámaras, rollos específicos; entender toda la ciencia que conlleva esto, con el enfoque de mejorar la calidad de lo que hago” explica.
Sin embargo, enfatiza también las limitaciones que subyace el oficio de la mujer fotógrafa. “Siempre fue mucho más visual que emocional lo mío. Ser mujer y salir con una cámara, es un riesgo que a mí por lo menos me frena mucho. Hago cosas en situaciones en las que me siento cómoda. Termino registrando muchas cosas en mi casa, en mi barrio”, agrega.
El proceso, de vuelta, es lo que la atrae al mundo analógico, así como la idea de fomentar una red colaborativa que expanda los horizontes de lo que puede ser considerado un nicho. “Generar comunidad es muy importante. La fotografía analógica es un trabajo que tiene muchas partes, al fomentar esa red, cada uno tiene su trabajo y su aporte”, comenta.
El proyecto de Clau, un laboratorio de fotografía analógica itinerante, fue seleccionado para participar en el Laboratorio de artes plásticas y visuales de Emergentes. La fotografía llegó a la vida de Clau cuando era muy pequeña. “La cámara se volvió mi identidad, mi personalidad. La fotografía analógica te desafía a desarrollar un nivel técnico, y el proceso empieza desde que elegís el rollo que vas a utilizar. Es un proceso terapéutico para mí”, comparte.
En cuanto a los temas que explora, el área de la fotografía estenopeica —técnica a través de la cual se obtienen fotografías y negativos— es la que más le interesa indagar. “Me interesa mucho el registro de comunidades campesinas, el cotidiano campesino, el ‘teko’ (hábitat en guaraní). Me interesa el cotidiano —desde que empezó la pandemia— de lo que pasa, de lo que somos”, comenta. Como persona, Clau apuesta por el proceso y siente que la fotografía analógica es una forma poética de ver el territorio y la forma en la que se relacionan con la misma.
Fede empezó con un laboratorio de revelado analógico junto con Verónica Díaz hace ya cuatro años. “Si bien en 2020 hacer fotografía analógica de ninguna manera puede llegar a ser un negocio, nosotros lo que hacemos es intentar que haya movimiento en la comunidad analógica, así tenemos la libertad de hacer nuestros proyectos. La plata que invertimos se reditúa revelando para otras personas, y nos da el espacio para hacer nuestros proyectos también”, comenta.
Lo peculiar es que no hacen publicidad al respecto. “Nos gusta mucho la idea del laboratorio underground, y que sea algo de boca en boca. Nuestra finalidad es estar escondidos en un cuarto oscuro y que nos lleguen los laburos igual”, agrega Fede entre risas.
La fotografía analógica le llevó a descubrir el oficio del laboratorista. “Es una cosa increíble. El tema de la imagen física y artesanal en este caso es que si hacés todo bien, sale muy bien, pero si te equivocás en una sola cosa puede salir muy mal. Es exponencial”, explica. Para Fede, las razones por las que actualmente decide hacer todas sus imágenes de manera analógica son la revalorización del tiempo y la manualidad que implica este formato artístico.
Micaela
Hermosa nota, Nadia.