Redes sociales y salud mental
Una relación imposible de ignorar
A medida que va pasando el tiempo, el fenómeno de las redes sociales empieza a ser analizado por los científicos. Estas investigaciones van sacando a la luz muy interesantes rasgos con respecto al comportamiento humano y, sobre todo, sobre el impacto que las plataformas virtuales tienen en la manera de percibir a los otros y a nosotros mismos. Para la mayoría, compartir cómo nos estamos sintiendo en las redes sociales se ha vuelto tan esencial como respirar: al mediodía, una foto del almuerzo; luego, por la noche, una queja en Facebook si estás insomne, deseando que ojalá un vinito ayude para combatir la falta de sueño y la soledad.
Los posteos en las redes sociales son, para muchos, un diario personal de lo que hemos ido sintiendo a través de los años, y hay nuevos estudios que sugieren, por ejemplo, un estado que diga: “Insomnio. Ojalá el vino ayude” pueda ser un indicativo de soledad. Al menos es lo que ciertos científicos de la universidad de Pensilvania concluyeron luego de analizar más de 4 millones de tuits entre los años 2012 y 2016.
Lo que esta investigación hizo fue juntar los posteos de los usuarios que mencionaban, por lo menos, cinco veces las palabras “solo” y “soledad”. Esto reveló que las personas que se veían más solas estaban más irritadas y hablaban más de sus problemas de relaciones, sus necesidades y sentimientos. Eran también más proclives a expresar ansiedad y enojo. Los que no mencionaban soledad empezaban muchas de las conversaciones usando o etiquetando el nombre de otra persona, y sus posteos tenían más que ver con deportes, equipos y cosas positivas.
Pero todavía no es categórico este hallazgo. De hecho, la gente puede hablar de sus necesidades y sentimientos sin sentirse solo, pero el procesamiento del lenguaje está permitiendo a los científicos entender mejor cómo se ven las distintas emociones online. En el caso de las enfermedades mentales, este mismo año, un grupo de investigadores analizó más de 50.000 posteos de pacientes que recientemente habían padecido episodios de sicosis. Se encontró que el lenguaje que los pacientes usaron en Facebook era significativamente diferente al mes que precedía a la crisis psicótica, comparado con otros meses en los que estaban saludables. Y a medida que iban empeorando los síntomas, tenían más tendencia a usar lenguaje grosero y utilizar palabras denotando enojo, desapareciendo, a su vez, el uso de palabras relacionadas al trabajo, amigos y salud.
Estos análisis buscan encontrar una manera de poder ayudar a la gente en un futuro, prediciendo los estados de ánimo a partir de lo que se va posteando. Es bien sabido que la soledad es un camino para la depresión, y si hubiera detectores de soledad podrían tomarse medidas antes de que se progresara a la depresión, como tal vez un chat con una persona real, o sugerencias de encuentros grupales en la zona donde vive el usuario.
Lo mismo con los episodios de psicosis en ciertos pacientes con desórdenes mentales, que si son detectados a tiempo pueden evitarse o ser minimizados antes de que ocurran. Todavía es muy pronto para entender el alcance de todos estos estudios, pero en un futuro cercano serán una gran herramienta no solo para detectar comportamientos anormales, sino también para modificar ciertas prácticas que puedan estar afectando la salud mental de los usuarios que acceden diariamente a las redes.
Ya hay informes que sugieren que el uso desmedido de redes sociales nos lleva a un sentimiento de soledad, y que estar en las plataformas todo el tiempo puede acabar haciéndonos sentir mal. Ciertos estudios han demostrado que estar en las redes por más de dos horas al día duplica el riesgo de aislamiento social real. Tampoco ayuda con la autoestima. Las fotos que vemos en las redes, por lo general nos muestran que todo el mundo está feliz y positivo viviendo la vida de sus sueños. Esto puede generar la sensación de estar perdiéndonos de lo bueno y terminar afectando nuestra autoestima cuando, consciente o inconscientemente, comparamos nuestra vida real con la idílica que nos muestran las redes. Esto tiene un impacto muy fuerte, sobre todo en los más jóvenes, con quienes también se registran casos demoledores de cyber bullying.
En los meses recientes, los dueños de las plataformas más populares están tratando de ajustarse a los resultados de tantos estudios, que han traído a la luz el daño mental en la autopercepción y en la realidad de los otros. Instagram, por ejemplo, está en un proceso de prueba donde algunos de los usuarios no pueden ver la cantidad de “me gusta” que otra gente tiene en las fotos.
El CEO de Instagram explica que la idea es tratar de sacarle la presión a Instagram, hacerlo menos competitivo y reducir la ansiedad y comparaciones sociales. Pero también. hoy por hoy hay toda otra dimensión: se ha vuelto una gran plataforma para el marketing de los influencers, y esto complicaría a las empresas que los contratan para entender qué tan enganchados están los seguidores de estas cuentas.
Hay posturas radicales que sugieren alejarse totalmente de las redes sociales por salud mental. Particularmente, dudo de que eso sea posible de manera masiva, sobre todo en las generaciones que han crecido en el universo de las redes sociales. En todo caso, más que cortar con las plataformas, equilibrar su uso sería lo más viable, de manera que sea parte integral de nuestras vidas sin perder la perspectiva; dándole siempre la prioridad a situaciones y momentos compartidos con los amigos de verdad, los de carne y hueso, los que han visto nuestras lágrimas y siempre están.
Salud por eso, y que este sea el inicio de un año en que estemos más sanos, más sabios y más presentes en la vida real.