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El sello personal

¿Qué hace único al vestido de novia?

Por Stephanie Gosling

Sin lugar a dudas, lo más gratificante de este trabajo es dejar una huella en cada persona que pasa por mi atelier. Ver su sonrisa en la última prueba es algo que nunca deja de emocionarme, especialmente cuando se trata de vestidos de novia. Siempre busco superar sus expectativas porque diseñar el atuendo más importante en la vida de una mujer representa un compromiso y un honor.

Las bodas son muy especiales para mí: incursioné en el diseño de modas hace 10 años, específicamente en mayo del 2015, con el prêt-à-porter, pero como tenía cada vez más pedidos a medida, tuve que clausurar la tienda abierta al público para convertirla en un atelier donde trabajamos de manera totalmente personalizada. Cada año aumenta la cantidad de novias que nos eligen para su gran día.

Es ideal que tengamos el primer encuentro seis a nueve meses antes de la boda. Desde ese momento hasta la entrega final, habrá varias reuniones y pruebas, de aproximadamente una hora cada una, en las que se generará una cercanía muy especial.

Cada quien es diferente y tiene su encanto. Por eso, sostengo que no deslumbra el vestido por sí solo, sino el conjunto: la seguridad con que la futura novia lo lleva y la felicidad que irradia. En ese sentido, una consulta casi obligatoria es cómo serán los accesorios, el peinado y el estilismo en general: todo debe hablar el mismo idioma para lucir maravillosa.

MIS SUGERENCIAS

Para mí, el principal “no rotundo” es no hacerle caso a los gustos personales. El vestido de novia debe ser un reflejo de una misma, una declaración de personalidad y de nuestra forma de ver el mundo.

Si bien no tengo normas estrictas, me enamoran las novias que proyectan su esencia en cada aspecto, porque así una logra brillar al máximo y potenciar su personalidad. Si tenés un estilo clean, el vestido debe ser minimalista, elegante, distinguido y atemporal. Pero si buscás un resultado fuera de lo común, se logra eligiendo telas y materiales diversos. Me gusta incluir un giro inesperado en el diseño, un condimento que lo saque levemente de lo tradicional. Aunque tenga un estilo clásico, juego, por ejemplo, con la mezcla de texturas. Incluso es muy normal que en las últimas pruebas se sigan sumando elementos para marcar la diferencia.

Para mí, el principal “no rotundo” es no hacerle caso a los gustos personales. El vestido de novia debe ser un reflejo de una misma, una declaración de personalidad y de nuestra forma de ver el mundo.

Sin embargo, no recomiendo saturar el vestido con demasiados materiales distintos entre sí, ya que, si se busca una combinación audaz, cada uno de los elementos debe conversar de manera armoniosa. Tampoco recomiendo usar escotes muy profundos o faldas demasiado ajustadas. Nada provocativo ni vulgar en cuanto a cortes o telas.

Como diseñadora, soy de usar transparencias e incluir el color nude delicadamente en el forro, para crear contraste entre los géneros que utilizo. Creo que, de hecho, este es un detalle recurrente en mis vestidos de novia. No pueden faltar los encajes porque siempre aportan romanticismo. Como recomendación final, es muy importante que el corsé tenga un aspecto sutil, porque le da al vestido un toque vanguardista, innovador y, sin dudas, imprime carácter.

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