Instalación de arte
Un llamado a escena para el público paraguayo
¿De dónde vienen las instalaciones de arte? ¿Para qué sirven y qué lugar ocupan hoy en el mercado? En esta nota tuvimos la oportunidad de conocer el trabajo de cuatro artistas paraguayos que llamaron la atención de High Class con sus poderosas instalaciones.
En los últimos años, las instalaciones se han convertido en verdaderas atracciones culturales en museos, ferias de arte contemporáneo y otros espacios expositivos internacionales. Existen superproducciones con impresionantes efectos visuales donde muchos artistas garantizan a sus visitantes imágenes muy social media friendly.
Veamos, por ejemplo, la cantidad de hashtags en Instagram de algunos gigantes del género artístico: Yayoi Kusama, 1.8 M; Olafur Eliasson, más de 280 K, y Anish Kapoor, más de 200 K. Son nombres contemporáneos internacionales que están apostando por los amantes del arte de una sociedad de consumo y publicación acelerada.
El concepto de instalación de arte nació en el siglo XX gracias a la contribución del movimiento Dadá y del arte conceptual, pero también gracias a las obras fundamentales de artistas como Marcel Duchamp, Kurt Schwitters o incluso Allan Kaprow. Sin embargo, no fue hasta la década de 1970 que finalmente se utilizó la palabra “instalación” para describir una obra en la que el espectador fuera necesario para su concretización.
Esto se debe a que son lugares escénicos donde el individuo y su cuerpo se convierten verdaderamente en objetos de observación y de experimentación, conscientes de su recorrido dentro de una obra. Para lograr el efecto, el artista juega con la arquitectura del lugar elegido y sus materiales de predilección (tecnología, materiales orgánicos, etcétera) para crear una obra total e inmersiva. ¡La promesa de una experiencia del arte como aún no la habíamos conocido!
Las instalaciones generaron tanto interés en el arte contemporáneo, que algunas instituciones culturales internacionales les dedican eventos especiales como Monumenta en el Grand Palais de París o las obras realizadas para el Turbine Hall de la Tate Modern de Londres.
Es importante repetir que el talento no es territorial. Sobran artistas talentosos en Paraguay que no solo merecen un lugar en su propio país, sino también ser representados, expuestos y reconocidos internacionalmente.
Sin embargo, en Paraguay, ¡uno debe ser un explorador y tener curiosidad por las artes para encontrarlas! Y a pesar de eso, existen artistas nacionales que se prestan a este ejercicio; Claudia Casarino, Mónica González y Marcos Benítez son algunos de los nombres conocidos. Se pueden ver instalaciones interesantes en ferias de arte nacional ‒Oxígeno es un buen ejemplo‒ o en centros culturales paraguayos como el Museo del Barro, la Fundación Migliorisi o la Fundación Texo.
Paraguay se enfrenta a un desafío principal, que es, al mismo tiempo, una de las principales características de una instalación: el hecho de que sea efímera en la mayoría de los casos. En este contexto, el país desafortunadamente carece de actores públicos y privados, de espacios de exposición y también de ayuda económica por parte del Estado para subsidiar la creación de instalaciones.
Es importante repetir que el talento no es territorial. Sobran artistas talentosos en Paraguay que no solo merecen un lugar en su propio país, sino también ser representados, expuestos y reconocidos internacionalmente. Hay que admitir que las instalaciones no son obras de fácil venta, pero que de igual manera sirven para promover un país y despertar el interés de nuevos adeptos para una industria que genera cada año, en el mundo entero, más de USD 60.000 millones, según informes publicados recientemente por Art Basel y UBS Art Collection. Las instalaciones son, para muchas instituciones, una oportunidad de atraer visitantes a vivir una experiencia divertida y única al tiempo que generan repercusiones económicas indirectas.
Joaquín Sánchez, Ana Baumann, Adriana González Brun y Bettina Brizuela son los cuatro artistas que hemos elegido para examinar en esta ocasión. Cuatro mensajes, cuatro instalaciones y cuatro talentos del arte paraguayo contemporáneo.
Joaquín Sánchez
Es uno de los pilares del arte paraguayo contemporáneo. Su producción incluye escultura, videoarte, instalaciones, land art y performance, obras que no pueden pasar desapercibidas. Joaquín Sánchez utiliza tecnologías para crear una experiencia, un lenguaje artístico, mientras juega tanto con el tema del cuerpo humano como con el del visitante.
Joaquín explica sobre su obra Sin culpa: “En cada uno de nosotros conviven el bien y el mal, el mundo occidental y andino, lo visible y lo invisible, lo desnudo y lo cubierto, lo femenino y lo masculino. Nos revestimos con miles de máscaras, para poder sobrevivir en la comedia de la vida, para ocultarnos del otro, pero en el fondo hay un temor profundo a vernos desnudos, a ver cómo somos en realidad”.
Sin culpa pone en escena el video de bailarines desnudos proyectado en un espacio cerrado, donde el visitante debe caminar descalzo sobre mistura (papel picado blanco) mientras escucha una mezcla de música tradicional. Es la creación de un espacio suspendido y surrealista, un verdadero templo del arte que el artista pone a disposición del visitante para meditar sobre la condición humana.
Ana Baumann
Ana es reconocida por su trabajo fotográfico. Se inició con el arte de la instalación en la realización de Asfaltos, compuesta por restos desprendidos de las calles y también unos pocos restos de espacios públicos (veredas, plazas, etcétera). La artista nos desafía a reflexionar sobre el tema de la ciudad y el urbanismo. La obra recogida en el suelo en medio de la sala de exposiciones no es un montón de basura; por el contrario, son piezas abandonadas de un precioso patrimonio, como la plaza de su infancia y calles por las que transita, que fueron recolectadas a lo largo del tiempo por Ana como muestra de preocupación por la ciudad, un conmovedor apego que tiene por Asunción.
La ubicación de las piezas en el centro de la habitación es significante como símbolo de un obstáculo que debemos afrontar o que vamos a evitar, como lo hacemos la mayor parte del tiempo, contemplando sin reacciones hacia las degradaciones del patrimonio arquitectónico y urbanístico de la capital. Nótese también la presencia en torno a la obra principal de mapas antiguos, de una video instalación y de fotografías para sumergirnos todavía más en el universo de la artista.
Adriana González Brun
Es una artista paraguaya que ha hecho de la instalación uno de sus medios artísticos favoritos, jugando también con intervenciones urbanas y videoarte. Memorias de un archivo es una obra maestra de la historia del arte paraguayo, que fue presentada tres veces: en la Bienal del Mercosur 2001, la Bienal de Buenos Aires en 2002 (durante la cual recibió el premio Artista Latinoamericano) y en el Palacio de Justicia de Asunción en 2011.
En un espacio cerrado, Adriana González Brun llega a cubrir las paredes y el piso de imágenes de archiveros como recordatorio de los numerosos archivos descubiertos en Paraguay en 1992, después de la caída de la dictadura estronista; documentos abrumadores que recogen evidencias de violaciones de derechos humanos durante el régimen. La atmósfera oscura de la instalación recuerda la compartimentación y apariencia de tumbas funerarias.
Una obra de increíble fuerza, que no pierde sentido en una era digital en la que la información se desmaterializa, pero donde nada se pierde, todo se guarda y se acumula. La definición misma de una obra maestra: creada hace casi 20 años, Memorias de un archivo sigue siendo relevante.
Bettina Brizuela
Bettina genera que los objetos y lugares cotidianos hablen como ningún chamán podría hacerlo. La artista es una amante del detalle y la observación al recuperar elementos o ideas de las calles de Asunción para ponerlos en un pedestal y ofrecerles el lugar que les corresponde. Una obra escultórica que oscila entre el ready-made, la intervención artística y la instalación, y que invita al espectador a estar más atento y más consciente del mundo que lo rodea. Bettina no solo hace interactuar las nociones de esfera privada/esfera pública, sino que, al mismo tiempo, cuestiona la concepción del genio creativo. ¿Un objeto abandonado, transformado por la intervención del tiempo y descubierto por un artista, tiene el mismo lugar que cualquier obra de arte expuesta en una galería?
En su serie Recolecciones, Bettina Brizuela escenifica un recorrido a partir de sus piezas intervenidas (lienzos pintados, videos, fotografías, objetos intervenidos) como un paseo por una ciudad imaginaria, poética y artística. Nos ofrece una nueva fragancia de Asunción y sus maravillas, con sus notas de improbabilidad, contradicciones y espontaneidad.