
Lucy Yegros
Las puertas abiertas al arte
Con 85 años, Lucy Yegros es una artista trascendental del panorama contemporáneo paraguayo. En toda su carrera, su obra ha fusionado lo ancestral, lo íntimo y lo cotidiano. A través de un diálogo constante con la cultura guaraní y el uso de materiales como papel hecho a mano, cerámicas, textiles y sus haikus, su arte explora la resistencia, la memoria y una diversidad cosmológica. Conocida por su gran calidez y hospitalidad, nos abrió las puertas de su nuevo Centro Cultural Areté, en Areguá.
Por Sandra Kúku Flecha.
“Todo lo que vivimos es invisible, pero está dentro, dentro de nuestra propia sangre. Es como una raíz que un día empieza a crecer y, si tiene que florecer, florece”, cuenta Lucy.
La artista siempre tuvo una conexión muy especial con Areguá, ya que en su juventud veraneaba con sus abuelos de este lado del lago Ypacaraí. Años después, encontró en esta casita bien paraguaya un lugar donde podía tirar una hamaca y estar tranquila. Poco a poco, hizo de ella su propio espacio y, durante mucho tiempo, se convirtió en su taller.
La casa tiene mucha historia: perteneció al doctor Estigarribia, nacido en el siglo XIX, y se dice que el mariscal López la visitaba para tratarse con él. Yegros se la compró a unas hermanas ya muy ancianas en 1985.
Cuando estudiaba en Italia, su maestro, Carlo Montarsolo, le dijo una frase que le quedó grabada: no quería verla de nuevo hasta que tuviera un atelier y trabajara ocho horas al día. “Por supuesto, nunca más lo volví a ver, ni él a mí”, menciona entre risas. Está de más decir que encontrar este espacio de trabajo influyó en su creación artística.
Desde un principio le gustó estar allí porque otros colegas de su entorno tenían su taller en esta ciudad.
Una vez instalada, rápidamente se hizo amiga de los artesanos y comenzó a explorar también con la cerámica. “A mí me gusta mucho tocar la tierra”, menciona. Areguá le pareció muy tranquila desde el principio y allí podía trabajar. “Esta casa siempre fue de mucho intercambio y creación. Doña Nena Páez Monges, una de las mejores ceramistas, y doña Rogelia Hermosilla me frecuentaban e intercambiábamos nuestro arte. Otros días, me pasaba tomando tereré con agua fresca que traía del ykua Santo Domingo”, relata.
En este espacio, Lucy organizó muchas actividades a lo largo de su carrera. La primera muestra en la casita de Areguá fue con Ysanne Gayet y las artesanas del lugar: se llamó Viva la frutilla y fue en 1987.
Su hogar siempre estuvo abierto para la gente y por él pasaron muchos artistas, como Roberto y Patricia Ayala, quienes dejaron allí sus obras. Así también, voluntarios que trabajaron en la recuperación del lago y cineastas como Marcelo Martinessi y Renate Costa la habitaron para crear sus obras. Además, fue locación de la película Miss Ameriguá y la serie Sombras en la noche. “En esta casa siempre hubo mucho arte y quiero que se quede para el arte”, afirma Lucy.
PARA LA COMUNIDAD
Desde hace unos años, a Lucy se le hizo difícil frecuentar su taller por la distancia y su edad. Entonces, decidió ceder el espacio a la escuela comunitaria Kunumi Areté, fundada por la docente Noelia Buttice y un grupo de padres, la cual sigue funcionando hasta hoy. Yegros tiene un gran compromiso con la educación y sostiene que estos chicos son “las semillas para el nuevo Paraguay”.
Octavio Caballero Yegros, hijo de Lucy, cuenta que la idea de un centro cultural nació ya en los 2000. Sin embargo, recién este año se pudo concretar gracias a su regreso al país, momento en el que, junto a su madre, se pusieron a planificar y concretar el proyecto.
El Centro Cultural Areté rinde un maravilloso homenaje a su trayectoria con una muestra permanente que recorre la diversidad de su obra desde los 60. A través de un constante diálogo con la cultura guaraní y el uso de materiales como papel hecho a mano, cerámica, textiles y sus haikus, su arte explora temas como resistencia, memoria y una diversidad cosmológica. La exposición destaca su trabajo en el movimiento Fluxus en Berlín, sus emblemáticas diosas y los símbolos plasmados en distintos materiales.
También se exhiben piezas que participaron en muestras internacionales como la Bienal de Venecia y el Museu de Arte de São Paulo, además de obras de otros artistas del acervo de Lucy, como Julia Isídrez.
Junto con las exposiciones, ofrecen talleres de cerámica ancestral y se proyectan talleres de fotografía, gestión cultural y arte infantil, que consolidan este lugar como un centro de creación y aprendizaje. Para 2026 se tiene prevista una muestra en conjunto con el Centro Cultural del Lago, como apoyo mutuo entre ambos sitios para promover sus actividades.
Como no podía ser de otra manera, el centro cultural lleva el nombre Areté, que adoptó Lucy para firmar sus obras. Esta palabra proviene del guaraní y tiene un profundo significado para ella: se traduce como “tiempo verdadero” y “fiesta sagrada”. Más allá de su definición, ella lo asocia con el concepto de encuentro y celebración. “El arte es una forma de conectar con los demás y de festejar la vida”, afirma.
VIVIR PARA CREAR Y CREAR PARA VIVIR
La obra de Lucy Yegros es un reflejo de su filosofía del encuentro: una mezcla de lo ancestral, lo oriental y lo occidental. En su arte, todo confluye, como la naturaleza misma. “Si tengo un jardín y aparece un yuyo, puede ser una planta sanadora, un pohã ñana”, expresa. Considera que su trabajo es más el de una artesana que el de una artista e insiste en que el arte la salvó y la mantiene con su energía característica cada día. A través de sus manos, transforma y crea, honrando la tradición y la innovación.
Un ejemplo tangible de la fusión en su arte es el Apyka, el asiento del alma de los guaraníes. Lucy ha creado muchas piezas basadas en este concepto, mediante la reinterpretación de un objeto sagrado para honrar el legado ancestral. A través de sus obras, busca que el arte sea un espacio de sanación, encuentro y energía vital.
“Aunque ya sé que seré polvo, me gustaría ser agua”, cita uno de sus haikus. Para ella, en el arte no hay límites: es un territorio que invita a ser transitado, y así como el líquido vital, Lucy ha conocido bastantes caminos.
“Me gusta hablar de la vida y de la muerte. Cuando me preguntan cómo quiero que me recuerden, respondo: ‘Quiero que me recuerden como una flor, un jazmín que esparce su perfume’. Por eso siempre regalo plantas y, también, mis obras”, finaliza.
PARA VISITAS
El centro cultural abre todos los sábados y domingos de 10.00 a 17.00. Está ubicado sobre la avenida Mariscal Estigarribia y Domínguez Martínez de Irala. Junto con Octavio Caballero Yegros, el equipo de trabajo está conformado por Gabriela Cubilla y Tai Pfeiffer, este último, exalumno de la escuela Kunumi.