No estás sola
Sanar el cuerpo y el alma
Hay solo dos maneras de vivir la vida: una como si nada fuera un milagro y otra como si todo fuera un milagro.
Albert Einstein (1879-1955)
Según las estadísticas, una mujer padece cáncer de mama antes que cualquier otro de los más de 100 tipos de cáncer que existen. Nadie sabe con exactitud cuál es el proceso desencadenante de este crecimiento anómalo de las células, pero desde la perspectiva psicológica intentamos ahondar en una búsqueda del sentido emocional, para satisfacer la necesidad de encontrar una explicación holística a casi todo lo que nos pasa. Esa es la definición humana por excelencia: la mixtura entre biología y lenguaje, entre cuerpo y alma, sin fronteras.
En este contexto, buscamos comprender por qué un cuerpo enferma de una manera y no de otra; descubrir si el impacto emocional de algunos eventos estresantes o dolorosos pueden generar respuestas biológicas negativas en el cuerpo; y también registrar que si cambiamos de actitud, pensamientos y emociones sobre algunos aspectos de la vida, tal vez lo ayudemos a sanar.
De ahí la importancia que tiene el hecho de que la mujer sepa que no está sola. A través del acompañamiento psicológico, familiar y social se puede entender que cuerpo y mente sincronizan sus energías en esta coreografía de la que se compone la vida. En ella, si por alguna razón algo se sale de compás, es necesario escuchar, corregir y regresar al equilibrio en todo sentido.
La interpretación del dolor
El dolor es dolor, siempre. Lo mismo sucede con el miedo. El cerebro no distingue si los dolores y los miedos son físicos, emocionales o sociales. Si nos golpeamos una pierna, si terminamos una relación de pareja, si sufrimos de pánico escénico, todas estas experiencias dolorosas tienen impactos emocionales, sin distinción, solo varían en intensidad y forma.
Cuando alguien enferma de cáncer de mama, tenemos que comprender y dimensionar que su dolor no es solamente es físico, también es emocional. Los pensamientos de la persona con cáncer pasan por muchos factores: miedo a la muerte; incertidumbre sobre qué pasará con la vida presente y futura, con la familia y los amigos; temor al rechazo, a la pérdida de autonomía física, a quedarse solas, abandonadas.
También existe el recelo a perder la autoimagen como la conoce. Este temor está basado en la mastectomía, la mutilación de partes del cuerpo, la caída de cabello, la diferencia estética, los prejuicios y la vergüenza. Se percibe a las cirugías y los tratamientos como invasiones al cuerpo, donde mueren células benignas, además de las malignas.
Todas estas pequeñas grandes conquistas y frustraciones van configurando una nueva persona que va más allá de los miedos y los dolores, y que tiene otra interpretación de los desafíos, dependiendo de su actitud y del acompañamiento que recibe.
Es totalmente desaconsejable atravesar cualquier tipo de enfermedad solos. Cuando la soledad desaparece, la actitud cambia, y es el entorno familiar y social el único que puede generar este impacto positivo. Acompañar, llamar, visitar, enviar información, rezar y contener son algunas de las cosas que podemos hacer por familiares y amigos que pasan por una situación tan trascendental.
Por otro lado, existen diferentes abordajes terapéuticos para el tratamiento y la superación del cáncer de mama, específicamente. En la página digital Psicoactiva.com, en su artículo titulado Cáncer de mama, emociones y sexualidad, dice al respecto: “La terapia cognitivo conductual es una de las estrategias terapéuticas más utilizadas. El supuesto más importante de esta teoría es que actuamos de acuerdo a lo que pensamos y tiene la capacidad de resignificar los aspectos negativos de la vida, buscando su valor positivo en un tiempo breve”.
Algunas características de la terapia cognitivo conductual (TCC) son:
1. Es una forma de entender cómo piensa uno acerca de sí mismo, de otras personas y del mundo que lo rodea; cómo lo que uno hace y el sentido que da a las cosas, así como la interpretación del dolor, o el fracaso, afecta a sus pensamientos y sentimientos. Por ejemplo: no me afecta lo que me hace alguien, sino cómo yo decido que eso me afecte. En la película La vida es bella, un simple (y a la vez complejo) cambio de actitud permitió ver con otra óptica una situación desoladora.
2. La TCC ayuda a cambiar la forma de pensar (cognitivo) y de actuar (conductual) y estos cambios ayudan a sentirse mejor.
3. Se centra en los problemas y las dificultades del momento.
Sugerencias para el cambio
Lo primero es la reflexión personal, sobre el tipo de consecuencias que ha traído el cáncer de mama: analizar el estilo de vida, el nivel de estrés, las relaciones toxicas, la interpretación de las cosas, susceptibilidades, traumas, pérdidas, sensación de vulnerabilidad y abandono.
El sistema inmunológico está fuertemente influido por nuestros pensamientos: las palabras curan, pero también enferman. Las palabras bien dichas (benditas) o mal dichas (malditas), de ahí la importancia de aceptar la oración y las buenas intenciones de los demás en estos momentos, independientemente del credo o ideología que uno comulgue.
El valor de una persona no está afuera (en las mamas), sino adentro. La mujer sigue siendo mujer luego de una mastectomía; los senos no la definen como persona, a pesar de que el seno es una zona erotizada del cuerpo de las mujeres. El tipo de sexualidad que se pueda vivir en adelante dependerá del proceso de adaptación logrado por cada persona, individualmente, o con su pareja. Para eso, es necesario recibir apoyo terapéutico durante y después del tratamiento, ya que, en ocasiones, el médico subestima este aspecto y no considera las consecuencias psicosociales que vivirá la paciente.
Hay tres aspectos fundamentales que pasan desapercibidos y requieren atención inmediata:
1. Las emociones relacionadas con el miedo y las emociones emparejadas a este (ansiedad, tristeza, ira).
2. El dolor social reflejado en la inseguridad para readaptarse a la vida, ya sea como paciente que ha enfrentado al cáncer o como paciente que tendrá esta condición hasta el final de sus días.
3. La terapia individual, familiar o de pareja, pues la familia es un sistema y si una parte (paciente con cáncer de mama) se enferma, afecta a todo el sistema.
La coincidencia en el testimonio de muchas mujeres que atravesaron el tratamiento del cáncer de mama se manifiesta en palabras como las que me dijo una amiga, que lo superó: “El cáncer me ayudó a establecer prioridades, a vivir el día a día. Me enseñó la contemplación de la vida, de lo simple. Si lo que todos tenemos como garantía en la vida es la muerte, y eso ya es lo peor que nos puede pasar, ¿por qué perder el tiempo preocupándonos por banalidades, estresándonos porque las cosas no salen como queremos o por lo que nos falta?”.
Al fin y al cabo, pensar en la muerte como inminente o inevitable, paradójicamente, es lo único que hace valorar la vida de forma trascendental. Personalmente, no creo que las cosas pasen por algo, como buscando en el libre albedrío de los dioses o del karma un castigo divino en las enfermedades, los accidentes o las desgracias. Este pensamiento medieval se nos sigue apareciendo de forma automática cuando las cosas nos suceden, y creo que, por eso mismo, perdemos de vista su misión, la cual es, probablemente, que las cosas nos pasan para algo. Cuando la vida se ve amenazada, es para valorarla.
No hay nada que conmocione más al ser humano que salir obligatoriamente de su zona de confort y adaptarse para sobrevivir. Nadie que no haya pasado por una situación semejante puede tener esa ventaja o sabiduría de alcanzar a comprender que, realmente, no somos más que seres independientes en forma y fondo, pero totalmente dependientes de los demás.
Solo aceptando con humildad y agradecimiento el apoyo y la solidaridad sincera de quien nos ofrece su tiempo, sus palabras, sus oraciones o su compañía, vamos a poder salir de cualquier dificultad con la certeza de que, aquello que hacemos por otros, algún día, lo pueden hacer por nosotros.