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Primavera covid

El line-up de la nueva temporada

Mirando atrás, nadie hubiera creído que pasaríamos ya dos estaciones enteras encerrados por causa de esta plaga del coronavirus. Llega la primavera y, con tantos meses de aislamiento, ya nos estamos acostumbrando a esta nueva normalidad, aunque todavía no le veo nada de normal andar por la vida con el lookete de Michael Jackson.

En este periodo tan largo se han dado muchísimos nuevos fenómenos, y estoy segura de que se van a sentir identificados con más de uno:

Corona babies: Háganse a un lado millennials y centennials, abran paso a los “pandemials”. El resultado de combinar tantos meses de encierro ya podridos de Netflix y de las malas noticias cotidianas, y la búsqueda de otro tipo de actividades recreativas —un poco entonados tras la última cata virtual— et voilá! La dulce noticia de que nos llega una bendición en medio de la desgracia.

Corona fit: Con tanto video virtual, clase gratuita y la desesperación por aprovechar las caminatas al aire libre (una de las únicas ocasiones que hoy en día tenemos para socializar, aunque sea a la distancia y tratando de adivinar quién nos saluda detrás de esa mascarilla), las más vivas de esta cuarentena han aprovechado el tiempo libre para ponerse en forma.

Con la canasta familiar reducida a su mínima expresión, a muchas también se les prendió la lamparita de que era el momento ideal para ayunar y hacer una dieta de pura frutas y verduras. La mayoría de nosotras, ni aunque queramos tenemos rubro para el delivery de todos esos antojitos que nos hacen salir de la dieta en un contexto normal.

Las vivas también supieron aprovechar las horas muertas y levantar el trasero del sofá para ponerse a mover el esqueleto y generar suficientes endorfinas como para andar por la vida extasiadas, fingiendo demencia ante la tragedia. El mundo se puede acabar mañana, pero ellas al menos llegarán flaquísimas al apocalipsis. ¡Que nada las turbe!

Corona fat: Así como muchas eligieron una vida fit, otras se dejaron vencer por la ansiedad y el encierro, y se dedicaron a cebarse como si se las fuera a faenar en Año Nuevo. Lastimosamente, me atrevo a decir que hemos sido la gran mayoría. Voy más allá y aventuro a pronosticar, a lo Nostradamus, que el año que viene estarán finalmente de moda las gorditas (o al menos vamos a ser tantas que el mundo va a creer que somos tendencia).

¡Díganme si ya no se están empezando a encariñar con su pancita! Personalmente, ando tan relajada y desganada, aprovechando esta tendencia de los buzos y pijamas, que mi silueta ha pasado a ser mi última preocupación.

¡Díganme si ya no se están empezando a encariñar con su pancita! Personalmente, ando tan relajada y desganada, aprovechando esta tendencia de los buzos y pijamas, que mi silueta ha pasado a ser mi última preocupación. Por primera vez en la vida no me siento en lo más mínimo estresada por llegar al verano. ¡Es que siento tan distante al verano 2021 que por más que abran las fronteras mañana mismo, mis ahorros no me permitirán ir más allá de Chololó! Y ahí se bañan todas con remera. ¡Todo cae en su sitio!

Corona foodie: Yo que ni sabía hacer un huevo duro estoy al borde de sentirme suficientemente preparada hasta para tener mi propio programa televisivo de cocina. El coronavirus me ayudó a conectarme con mi cocinerita dormida y, había sido, tenía mano. La cocina nos ha servido a todos en este tiempo, tanto para liberar un poco de ansiedad como para ganarnos unos pesitos. Quien más, quien menos, ha hecho de su plato estrella una microempresa, ya sea la torta tres leches de la tía, la chipa paquita de la abuela o el sandwichote de carne desmechada del tío Julio. Si su marido es el asador experto de su grupo, les pongo la firma que ya habilitó un puesto de asadito palito en la esquina de la casa para cada finde.

Aglomeracionismo: Díganme si no sienten ya una ansiedad brutal por ver gente. Si me dicen que no les pica todo por estar con sus amigas, no les voy a creer. Yo estoy al punto de aglomeracionismo que si me dan a elegir entre ir ahora mismo a Nueva York o merendar con todas mis amigas, sin dudar elijo la segunda opción. Si salimos poco a la calle, cada vez que lo hacemos es como si estuviéramos saliendo de la cárcel; saludamos hasta al perro que se cruza en la vereda de la alegría que nos produce ver a otro ser vivo. 

A veces me maquillo para ir al súper, solo para no perder la práctica. ¡Y las ganas de bailar ni les cuento!

Y cuéntenme si no añoran producirse para salir. A veces me maquillo para ir al súper, solo para no perder la práctica. ¡Y las ganas de bailar ni les cuento! Cada vez que voy al parque a caminar mientras escucho mi playlist de temas bailables se me escapa uno que otro pacito y meneo nostálgico. Seguro los que me ven de atrás se han de matar de risa de esta pachuca bailarina frustrada.

Coronísima: Otro “fenómeno covid” es que para lidiar con el estrés y la ansiedad del encierro muchas han descubierto su lado Utilísima. Tengo dos tías que retomaron las agujas de tejer con tanto ímpetu que hasta el gato de la vecina ya tiene mantitas para el invierno de 2050 inclusive. Y se aplica a todo tipo de manualidades: crochet, mandalas, cerámica y bricolage han pasado a ocupar nuestras horas muertas.

Precio covid: Una de las áreas más afectadas por la pandemia es, sin lugar a dudas, nuestra economía. Hemos visto despidos, recortes de sueldos, bajas de clientes, merma de ventas y hasta la desaparición de nuestros oficios y puestos de trabajo. Nos hemos acostumbrado a andar sogüe por la vida. Afortunadamente, ha regresado el trueque y nos hemos hecho cada vez más ingeniosos para ganarnos el sustento, y por gracia divina este sogüetismo generalizado ha traído consigo el famoso “precio covid”. ¡Nunca he visto tantas ofertas ni tantos descuentos! La pena es que, en esta economía tan nefasta, hay que ahorrar hasta para la oferta.

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