Sí, quiero
Rituales de boda alrededor del mundo
Hay ciertos rituales de boda que conocemos todos. Algunos, como los anillos en la torta o la ceremonia de ligas, van quedando en el pasado; mientras que otros —lanzar el ramo, por ejemplo— han sobrevivido al paso del tiempo ¡y siguen volando las flores en cada casamiento! En todas partes del mundo hay rituales que responden a tradiciones ancestrales de cada cultura a la que los novios están expuestos. Por eso, un paseo por ellos —en esta edición doble tapa de de High Class Bodas— será un muy buen viaje.
En la cultura indígena Cherokee, a cada novio lo envolvían en una manta azul antes de que el chamán santificara la unión. Una vez casada la pareja, ambos eran envueltos en una manta blanca, significando un nuevo renacer y los deseos de paz en la nueva vida en común.
Por su parte, los africanos utilizaban el fuego para unir a las dos familias que formarían un nuevo hogar. Cada una traía una antorcha y se prendía un fuego común para iluminar la nueva vida y el camino de la pareja.
En India, todavía se acostumbra que el novio encabece la procesión que llega al sitio de la ceremonia, sea recibido por la familia de la novia y que su futura suegra le aplique en la frente un polvo rojo llamado tilak. Este gesto es una bienvenida y sirve de protección contra los malos espíritus.
Para los griegos ortodoxos es tradición que los novios nombren a los koumbaroi, que serán quienes pongan las coronas de boda a la pareja y los anillos en sus dedos. Las coronas están conectadas por un moño y significan tanto la unión como el nuevo estatus de reyes de la familia que irán a formar.
En la tradición judía existe el ketuba, que es el acto de firmar un contrato matrimonial que promete darse amor y apoyo incondicional. Según esa costumbre, dos testigos especiales firman el documento antes de ser leído en voz alta, luego del intercambio de anillos. También se utiliza el chuppah, una suerte de toldo con cuatro esquinas y un techo que simbolizan el hogar. Generalmente, cuatro miembros de la familia se paran en cada poste del chuppah para expresar su apoyo incondicional a la pareja. Otro ritual judío son las siete vueltas que la novia da alrededor de su futuro esposo para romper todas las barreras que pudieran existir entre ellos. Hoy día, es frecuente que ambos den esas vueltas.
En las culturas mexicana, española y filipina es usual que los novios participen de la ceremonia del lazo. Luego de que la pareja recita sus votos, el que oficia la boda (o alguno de los parientes) pone dos rosarios o un lazo de flores sobre los hombros de la pareja, en la forma del número ocho, que representa la unión marital. La pareja usa el lazo por el tiempo que dura la ceremonia hasta que la persona que lo puso lo quita y se lo entrega a la novia como recordatorio del compromiso nupcial.
Los lazos, cintas y moños son comunes en varias culturas; por ejemplo, pasar una soga a todos los presentes en la ceremonia alude al compromiso de toda esa comunidad de apoyar el matrimonio que se está formando. Cuando el último miembro de la ceremonia sostiene la soga en sus manos, se la entrega a la pareja, que la trenza, simbolizando la unión entre ambos y ante Dios. Para los irlandeses, la suerte está en que ambos aten un nudo de pescador con un moño, un lazo que, en vez de romperse con la presión (de la pesca), se vuelve más fuerte ante los problemas.
Hasta el día de hoy existen bodas que responden a varias culturas. Esas prácticas son muy buenas a la hora de renovar votos o realizar el ritual de unión de una pareja comprometida que no desea pasar por el altar tradicional. Un ejemplo de esto es el ritual maya que se realiza al aire libre: la ceremonia inicia con cantos y músicas de varios instrumentos, mientras la pareja se sitúa frente al chamán que oficiará la ceremonia.
Con velas y humo de incienso los novios y el chamán honran a la madre tierra y a los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Luego con flores o velas se marcan los cuatro puntos cardinales y los futuros esposos intercambian ofrendas: al hombre le toca ofrecer maíz, en representación del comienzo de un nuevo ciclo, y cacao como símbolo de riqueza; a la novia le toca polvo de cacao, flores, semillas o el vino maya (llamado balché). Para este rito, todos los invitados van de blanco y, al terminar la ceremonia, se ubican en círculo rodeando para lanzar flores y recitar poemas, mensajes de bendición y cantos.
En Hawaii existe la ceremonia de la arena y su origen se remonta a las antiguas bodas celebradas en la playa. Cada uno lleva un frasco de cristal con arena de diferentes colores; juntos la van vertiendo en un recipiente mayor, y en esa unión de colores que van formando simbolizan el matrimonio. Una vez que la arena termina de juntarse, es imposible separarla y encarna la intención de compromiso eterno de los dos.
En la Isla de Pascuas es posible realizar un matrimonio rapanui. Hay varios pasos en esta celebración, pero lo más importante es que los novios, vestidos en trajes tradicionales de la isla, con los cuerpos pintados con distintos símbolos que hacen referencia a la cultura isleña y a las fuerzas de la naturaleza, se unan bajo el rito de la ceremonia Hanga Tuai, oficiada por un chamán, quien bendice a los novios mientras canta en lengua nativa. Este canto atrae a los antepasados y las fuerzas de la naturaleza para que bendigan el vínculo de los enamorados. El acto se cierra con las huellas de las manos de la pareja estampadas sobre un pedazo de mahute, que sirve de documento sagrado consagrando la unión.
La ceremonia del vino es una tradición divertida de varias zonas vinícolas. En ella se utilizan decantadores, uno con vino tinto y otro con blanco, y se invierten ambos en un decantador más grande, mezclando ambas cepas. El que celebra la unión sirve, del recipiente mayor, una copa a cada uno, para que prueben su propia mezcla, pues el líquido alude al compromiso eterno de los novios y el nexo duradero.
También hay rituales, de rosas, ceremonias de velas, todas las formas que ha buscado el hombre de simbolizar la unión de una pareja. Pero de todas las tradiciones y supersticiones, de todos los simbolismos y promesas, sin duda, no hay mejor amuleto que el de la intención de los novios, de que el amor perdure más allá de los días duros, de los escollos y los problemas.
Vivir felices para siempre es empezar por entender que los grandes amores se gestan en las tormentas.