La mirada del siglo XXI
Empática, diversa y plural: femenina
Para comprender lo que es la mirada femenina, debemos comprender primero lo que es la mirada masculina, un término acuñado a mediados del siglo XX para describir cierta narrativa que excluía a la mujer como sujeto activo de sus propias historias. En esta nota, te contamos un poco al respecto y osamos recomendarte algunas películas recientes que te ayudarán a comprender esta expresión consciente y necesaria del cine contemporáneo.
Se enciende el proyector, se apagan las luces y en la gran pantalla vemos un lento paneo del cuerpo de una mujer. La toma es sensual, casi pornográfica. Es observada por la audiencia o por el protagonista de la historia, es el objeto de la contemplación externa de un hombre.
Seamos prácticos y comencemos por el principio mismo: la palabra mirada. Cuando hablamos de la mirada en el arte nos referimos al enfoque de la obra, desde la concepción misma hasta su ejecución. La manera más sencilla de explicar lo que es la mirada femenina es explorar el término como respuesta a otro, la mirada masculina (o male gaze, en inglés), acuñado por la teórica del cine Laura Mulvey en los años 70.
La mirada masculina es aquella que representa el punto de vista de un hombre heterosexual que acompaña al personaje masculino y al creador masculino del filme. Suena un poco redundante, pero el énfasis es necesario para comprender que este enfoque objetiviza la forma femenina, reemplaza a las mujeres reales con personajes que sirven a la fantasía sexual de él. Podría ponerme a citar ejemplos de películas, series, libros o cuadros que hacen honor a esta definición, pero más fácil y rápido es mirar a la tendencia general del arte occidental, en la cual las mujeres somos a menudo sujetos pasivos y existimos simplemente en función al crecimiento, desarrollo histórico o realización del protagonista masculino.
Esta mirada masculina incluso está presente en historias sobre mujeres, donde la protagonista y quienes la rodean suelen verse sexualizadas de una manera irreal, únicamente para satisfacer el sentido estético —y sexual— del creador. Este tipo de caracterizaciones deja de lado la intimidad y a la persona detrás del acto para enfocarse en el acto en sí, como si de vulgar pornografía se tratara.
La mirada femenina es una respuesta a este fenómeno, sí, pero también es un movimiento en sí mismo. Sería un error definir the female gaze como la otra mitad de un espectro binario, pues aunque parte de la dicotomía masculino-femenina, va más allá de eso: al rechazar los arquetipos de su opuesto, este enfoque permite una flexibilidad y diversidad mayores para contar historias de minorías sociales que, por mucho tiempo, han estado subyugadas al artista masculino heteronormado. En palabras de la crítica de cine Pamela Hutchinson: “Las mujeres observamos todo, estamos en todas partes, no hay tema que una directora no pueda abordar”.
Tomemos como ejemplo las dos interpretaciones de The Beguiled: la película de 1971 dirigida por Don Siegel y protagonizada por Clint Eastwood y Geraline Page, y la más reciente, de 2017, dirigida por Sofia Coppola y protagonizada por Nicole Kidman, Colin Farrel, Dakota Fanning y Kirsten Dunst. Ambas se basaron en el libro A Painted Devil de Thomas P. Cullinan, pero la versión de Coppola cuenta los hechos desde las perspectivas de los personajes femeninos, logrando una mejor reverberación en las audiencias. The Beguiled (2017) le mereció una estatuilla como mejor directora a Sofia Coppola en el Festival de Cine de Cannes y una nominación a la Palma de Oro.
Justamente, Sofia Coppola es una de las autoras que más ha logrado en cuanto a contar historias desde el punto de vista femenino, gracias en parte a su estatus como realeza hollywoodense. Después de todo, ser la hija de Francis Ford Coppola supone ventajas ajenas a muchas otras creadoras. Un caso parecido, pero sin embargo distinto, es el de Kathryn Bigelow, quien es, hasta la fecha, la única mujer en alzarse con el Oscar del rubro de dirección. Varios teóricos coinciden en que el éxito de Bigelow está en haber logrado internalizar la mirada masculina, enriqueciéndola y haciéndola suya, para contar historias tradicionalmente narradas por hombres. Tal es el caso de la icónica Point Break (2001), con Keanu Reeves y Patrick Swayze, y The Hurt Locker (2009), película que la hizo ganadora del premio de la Academia.
Pero cada vez hay más mujeres haciendo cine en todo el mundo, especialmente desde escenarios menos privilegiados que Hollywood. ¡Y la revolución va más allá de la gran pantalla! En televisión, las creadoras están tomando las riendas de sus propias historias. Un ejemplo clave es la ovacionada Fleabag, la serie de Amazon realizada, escrita y protagonizada por la increíble Phoebe Waller-Bridge. Sin lugar a dudas, la mirada femenina ha refrescado la narrativa artística, dando vida a personajes que en las manos equivocadas son simples armazones vacíos, carentes de personalidad y desprovistos de individualidad.
Hace unos años, la BBC realizó una encuesta entre más de 350 críticos y especialistas en cine, quienes eligieron las 100 mejores películas dirigidas por mujeres. En la cima se ubicó The Piano (1993) de Jane Campion, y la lista final (de más de 700 películas) incluyó historias de todo el mundo, demostrando, una vez más, la gran diversidad que alberga la mirada femenina.
A continuación, te sugerimos algunas películas del siglo XXI que hacen honor a esta perspectiva.
Lost in Translation (2003)
Imposible no mencionar una de Sofia Coppola en esta pequeña lista, así que elegimos esta, que tiene como protagonista a una muy real, muy completa Scarlett Johansson cuando apenas tenía 19 años. Es una historia de amor atípica y melancólica, enmarcada por la alienación de sus protagonistas en un país desconocido. Otro filme de Coppola digno de mencionar es su opera prima: The Virgin Suicides (1999).
La faute a Fidel (2006)
Julie Gavras nos cuenta la vida de Anna, una niña rica de Francia que pierde sus privilegios cuando sus padres se convierten en activistas de izquierda. Una comedia dramática muy divertida que nos recuerda que las buenas historias no solo vienen de Estados Unidos.
Winter’s Bone (2010)
Protagonizada por la inigualable Jennifer Lawrence y dirigida por Debra Granik, Winter’s Bone es una película sobre supervivencia y sentido de la responsabilidad de una adolescente obligada a vivir al límite por el bien de ella misma y su familia.
Wadjda (2012)
La cineasta Haifaa Al-Mansour, proveniente de Arabia Saudita, cuenta la transgresora historia de una niña que entra a una competencia de recitado del Corán con la esperanza de poder ganar el dinero suficiente para comprar una bicicleta.
The Babadook (2014)
El género del horror encontró en la directora Jennifer Kent una narradora nata que va más allá de los simples sustos para contar una historia de miedo en la que un monstruo cobra vida a partir de un libro de cuentos.
A Girl Walks Home Alone at Night (2014)
Ana Lily Amirpour, inglesa descendiente de iraníes, escribió, produjo y dirigió esta sorprendente película sobre un vampiro que ataca a los hombres que tratan mal a las mujeres. Original y única, una revelación del género thriller.
Lady Bird (2017)
Greta Gerwig es una luz como actriz y directora. En su debut detrás de cámaras, Greta explora el género coming-of-age, generalmente reservado para el género masculino, a través de los ojos de una adolescente y su turbulenta relación con su madre.
Booksmart (2019)
Olivia Wilde eligió esta historia para debutar como directora y, la verdad, fue una decisión muy acertada. En esta película, dos estudiantes excelentes y estudiosas se dan cuenta de que han perdido oportunidades únicas de la adolescencia y deciden experimentarlas todas en una caótica noche.
Portrait de la jeune fille en feu (2019)
Mejor conocida por su título en inglés, Portrait of a Lady on Fire es el provocador relato de una relación íntima e intensa entre dos mujeres, una artista y la mujer que debe retratar. Genialmente actuada por Noémie Merlant y Adèle Haenel, y sensiblemente dirigida por la francesa Céline Sciamma.
The Assistant (2019)
Kitty Greer dirige magistralmente a Julia Garner en un drama que retrata el acoso laboral sistemático al que es sometida la asistente de un alto ejecutivo del entretenimiento. Una película poderosa que resuena con el movimiento #MeToo.