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Luisa Dörr

Un viaje a través de la fotografía

La mirada sensible de la brasileña Luisa Dörr yace en el retrato de la topografía femenina, en contar historias a través de sus composiciones y, mediante estas, en el contacto con las personas. Tuvimos la oportunidad de conversar con ella fuera de nuestro hábitat natural, en la radiante tierra colombiana, y profundizamos sobre la naturaleza de su trabajo, su trayectoria y la mirada femenina en la fotografía.

El escenario de esta charla es el Festival Gabo, el encuentro que cada año celebra el periodismo de Iberoamérica en Medellín (Colombia). En medio de la anticipación al brindis de cierre de la séptima edición, Luisa Dörr y yo nos sentamos en un banco, un poco al margen del espíritu festivo reinante, pero felices de habernos encontrado al final de tan larga jornada. Luisa había viajado muchos kilómetros para llegar hasta allí desde Bahía (Brasil), su hogar.

De niña, en todos sus cumpleaños pedía de regalo una cámara; hacía fotos de sus gatos y de sus amigos, recuerda. “Robaba la cámara de mi padre, hacía documentales. Siempre me gustó mucho [la fotografía]”, comenta. Sin embargo, en Lajeado (el pueblo donde nació), la opción más cercana a estudiar fotografía era Diseño Gráfico. Empezó la carrera, pero no era feliz., Con mucha convicción, y entre risas, asegura que no era muy buena diseñadora.

Un día, su tía le llamó para ofrecerle trabajo editando fotos. “Las cosas habían cambiado, me sentía más completa. Le dije a mi madre que quería estudiar fotografía, pero el sueño de mis padres, que tienen una mentalidad muy alemana, era que viviera en el pueblo y tuviera mi estudio ahí”, comenta. No satisfecha con eso, les anunció que se iría a la capital, a Porto Alegre, donde pronto se adaptó al ritmo de las grandes ciudades. Trabajaba de seis de la mañana a seis de la tarde y luego se dirigía a la facultad para estudiar lo que realmente quería: fotografía.

En ese transcurso empezó a trabajar como productora cultural. Con la mano y la mirada me señala el ambiente del Festival Gabo, indicándome que los trabajos que hacía en ese tiempo como productora eran muy parecidos a esto. “Primero trabajé con mi tía retocando imágenes, después en un estudio publicitario y luego en una productora cultural; si bien estaba trabajando con fotografía, aprendiendo un montón y conociendo gente, no era mi fotografía”, enfatiza. En 2014 salió de Brasil para vivir con su esposo en el exterior; fue entonces que empezó a hacer sus propias fotos. “He hecho un montón de cosas ya y ahora sé lo que quiero hacer”, puntualiza con una sonrisa.

Fotografías: Luisa Dörr.

Personas como historias

Antes de esta entrevista, tuve la oportunidad de asistir a un taller impartido por Luisa en el marco del festival. Me quedé pensando en una de sus reflexiones acerca de la fotografía y cómo esta se convirtió en su mejor forma de expresión. Le pregunté por qué piensa esto y me respondió que no lo piensa, sino que lo siente así.

Si nos fijamos en su trabajo, podremos ver que la gran mayoría son retratos. “¿Por qué? No sé, creo que soy así desde niña. Me gusta hacer fotos de la gente”, cuenta Luisa, y si bien es el formato con el que más cómoda se siente, expresa su deseo de experimentar más, hacer nuevos reportajes y explorar otras formas de registro.

Coincidimos en que la empatía es primordial a la hora de fotografiar a alguien. “Tenemos que ponernos en el lugar de la otra persona. Yo no quiero tratar a una mujer indígena aymara como mucha gente lo hace [mal], yo quiero que ella se sienta al máximo. Entonces, tengo el mismo cuidado que tuve haciendo la foto de Hillary Clinton. Todas son personas, al fin y al cabo”, explica. Y antes de seguir, sí, fotografió a Hillary Clinton, pero ya llegaremos a eso.

Siempre que puede, se sienta a hablar con la persona a ser fotografiada antes y le muestra lo que quiere hacer para generar un ambiente de confianza. “Eso se nota después”, señala. Cuanto más detalles sobre su historia personal conoce, mejor queda la imagen final. “En realidad soy un poco tímida”, admite, pero cuando siente que puede lograr un buen retrato, tiene que salir de su zona de confort e interactuar con las personas: “Hay que hablar para generar confianza. Pero si la persona no quiere [ser fotografiada], no insisto. No es no”.

Charles Baudelaire veía a la fotografía como una biografía dramatizada, como el drama natural que habita dentro de cada ser humano. En un contexto social en el que miramos más pantallas que rostros, en el que muchas veces se desvanece el interés por la convivencia con los demás y donde el esfuerzo por empatizar con el otro parece una tarea difícil, dedicarse a retratar personas es un lujo comparable a preparase un plato de comida casera en un mundo de fast food. Este género fotográfico es una forma de arte en sí mismo, uno que transporta, que crea una intimidad inesperada entre el sujeto y la persona que observa el resultado.

Mirada femenina

La serie fotográfica que se ganó mi corazón es la que viene realizando con Maysa, una niña de 11 años cuyo sueño es ser Miss Brasil. Ellas se conocieron en uno de estos concursos, Luisa se acercó y le tomó una foto. Después fue a visitar a la familia de Maysa, en Brasilândia, una de las favelas más peligrosas de São Paulo, y cuando la niña le contó que se anotaría para la próxima competencia de Miss São Paulo, Luisa le propuso documentar este proceso a través de fotografías. Y el resto es historia, como dicen.

Luisa y Maysa se volvieron amigas, y crecieron a la par. “Este es un proyecto sobre raza y género”, dice Luisa en la web de The Story Institute, donde explica que la idea a largo plazo del reportaje es seguir a Maysa y sus sueños, a fin de documentar lo que es ser una mujer negra en una sociedad que glorifica la belleza blanca.

Sucede que la fotografía de Luisa, además, se enfoca en las mujeres. “Pretendo empoderarlas, retratarlas con mucha dignidad, e intento mostrar comunidades que no tienen mucha representación”, acota. Sin embargo, es consciente de los pormenores de su trabajo: “No hay absolutamente nada de nuevo en hacer fotos de cholitas o de las falleras de Valencia. Lo único que hace la diferencia es cómo uno habla del tema, cómo uno pretende llegar a la gente con sus fotos”. El enfoque se dio de forma natural; pero no se había dado cuenta de eso hasta que un amigo suyo empezó a hacerle bromas resaltando a las protagonistas de sus fotos.

Cree que tenemos mucho por explorar aún, porque nunca tuvimos la voz y el espacio que estamos teniendo ahora. “Claro que habrá hombres para trabajos más personales, como uno que estoy desarrollando ahora sobre las rodeo girls de la Fiesta Do Peão en Brasil. Pero no quiero enfocarme en ellos, están ahí en segundo plano. Quiero ponernos a nosotras [las mujeres] ahí arriba”, explica.

En 2016, la entonces directora de fotografía de la revista Time, Kira Pollack, contactó con Luisa luego de haberla descubierto a través de Instagram. Ese año, Hillary Clinton se convirtió en la primera mujer nominada por un partido importante para ser candidata a presidenta de Estados Unidos. Este hecho inspiró a Pollack a crear un proyecto multimedia que se centró en mujeres que habían roto barreras en distintos ámbitos y el estilo de Luisa le pareció ideal para retratarlas.

La serie se publicó en 2017 y se llamó Firsts. Kira Pollack y su equipo contactaron con 46 atletas, científicas, abogadas, artistas y empresarias, a quienes Luisa fotografió utilizando la cámara de su iPhone. En septiembre de ese año se publicaron las 12 tapas que resaltan a una pionera por tapa —fue la primera vez que Time realizaba algo así—. El producto final cuenta con una página web interactiva, una serie de cortos cinematográficos, un libro de tapa dura y un portfolio fotográfico de 36 páginas.

¿Qué cambió luego de Firsts? Brasil no pasó por alto este hito en la carrera de una de sus habitantes, pero si bien la llamaron de muchos medios para dar entrevistas y hacer notas sobre su logro, no la contactaron para ofrecerle trabajo. “Es muy raro que me llamen para hacer algo [en Brasil]. Me llamaron de muchos medios para dar entrevistas, pero no para trabajo, y yo quiero trabajar”, señala. Las oportunidades que no se dieron en su país, se dieron en medios del extranjero, así que podemos concluir que no todo está perdido.

Para Luisa, muchas veces los fotógrafos se muestran reacios a recomendar a nuevos colegas por miedo a perder una oportunidad laboral. “Por eso creo que en los medios siempre se ve el trabajo de las mismas personas. Solo grandes editores y personas como Kira tienen el coraje de elegir a alguien por su talento y no por su nombre; es una apuesta”, explica. Y resalta que este proceso no es simple, pues trabajar con las mismas personas significa tener ciertas garantías acerca del trabajo final.

Según el International Women’s Media Foundation (IWMF) las experiencias de reporteo en el exterior contribuyen a impulsar la carrera de mujeres periodistas, quienes constituyen dos tercios de los graduados de la carrera de Periodismo y sin embargo, de acuerdo con un reporte de The Nieman Foundation, los periódicos dirigidos por ellas son minoría. Además, el número de supervisoras no está en alza desde los años ochenta.

Como periodistas y fotógrafas, enfatizamos la necesidad de mostrar nuestra visión fotográfica propia que requiere una exploración propia. Los datos nos hablan de una situación injusta aún y por eso Luisa recalca que debemos confiar más en nosotras mismas, en nuestra mirada. Algún día quiere realizar un trabajo fotográfico con sus congéneres de manera colectiva, y cree que pronto llegará ese momento.

Fotografía: Luisa Dörr.

Mirada vs. herramienta

Algo que le llamó la atención a Kira Pollack cuando se topó con el perfil de Luisa en Instagram, fue que aclaró que sus fotos son hechas con su iPhone. Firsts no fue el último trabajo que realizó utilizando la cámara de su celular. Desde entonces, muchos medios y marcas apuestan por una narrativa que nace desde una óptica más digital y más simple. “Yo no quiero trabajar con un montón de cámaras y lentes, yo quiero trabajar con menos y explorar más mi creatividad”, acota.

Empezó a publicar las fotografías hechas con su teléfono simplemente porque era la herramienta que tenía a mano. Para ella, no es más fácil trabajar con la cámara del celular, es algo distinto. Ayuda en muchas situaciones y en otras, no. Pero sí permite una conexión más inmediata con el público cuando se publica en redes sociales, que funciona como una vitrina para el artista, como porfolio para fotógrafos y como plataforma informativa para medios de comunicación.

Luisa actualmente vive en Bahía (Brasil) rodeada de abundante naturaleza y playas; por eso, cuando le pedí hacer su retrato rodeada de plantas accedió feliz, recalcando que estaba acostumbrada al contacto con las mismas. En Instagram la podés encontrar como @luisadorr, para que puedas seguirla y estar al tanto de sus proyectos fotográficos y de sus retratos visualmente impactantes y sensibles.

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