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Nicolás Zaffora

Artesano de la sastrería

Es argentino, descendiente de italianos y la tercera generación de su familia en abocarse al oficio de lo hecho a mano. Conversamos con Nicolás Zaffora durante el lanzamiento de su marca en nuestro país para conocer más sobre el arte de la sastrería y su peculiar historia con ella.

Si bien la sastrería, a través de uno de sus abuelos, estuvo muy presente en toda su vida, fue recién a los 28 años que Nicolás Zaffora empezó a volcarse de lleno en esto que hoy en día es su pasión.

Tuvo una adolescencia marcada por la rebeldía y el mal comportamiento; razón por la que, de los 13 a los 18, fue parte de un internado militar. “Mi brío y exageración, pecado de juventud lo llamaría, me hizo entrar en el monasterio”, comenta Nicolás.

Nicolás decidió de entrar a un monasterio como monje a la tierna edad de 18 años. Diez primaveras fue parte de esa comunidad religiosa, en la cual tenía la tarea de las sotanas. “Me fui a los 28 años, eso ya fue en 2005. Ahí empecé a armar poco a poco lo que quería hacer como proyecto”, dice, y agrega que, aunque tardó un poco en darse cuenta, una vez que empezó ya nadie pudo pararlo.

Llegó a trabajar con diferentes sastres y amigos “porque era muy diferente hacer una sotana para alguien que no se mira al espejo, que hacer un traje a medida para alguien que sí lo hace”, enfatiza. Su formación estuvo a cargo de diferentes expertos italianos, con quienes estudió de 2005 a 2010. En 2010 fundó su propia marca. Primero en su casa, después en una pequeña oficina, y hoy ya hace cuatro años que cuenta con local propio, donde atiende clientes según citas, en un atelier rodeada de galerías de arte. Una locación más que apropiada para él.

De puntadas, telas y moldes

Existen tres tipos de traje sastre: el ready-to-wear sería lo que vemos en vidriera, es un listo para llevar; luego está el made-to-measure, que proveen a las tiendas que realizan prendas industriales a medida; y por último están los sastres bespoke, un término que hace referencia a la ropa de hombre confeccionada artesanalmente, un contraste con la confección en serie de manera industrial.

En Zaffora trabajan ocho sastres (Nicolás incluido), un equipo de camisería de cuatro personas, más la parte administrativa, las community managers y toda la ramificación de marketing. Existe una sola sede —los sastres artesanales no suelen tener sucursales, sino que suelen viajar para atender a clientes de otros países.

La sastrería artesanal está muy alejada de los apuros del cotidiano, “el ‘te hago un traje a medida en 24 horas’ es imposible, eso no es artesanal”, explica Nicolás. Un traje hecho a mano conlleva muchas horas de trabajo, más específicamente de entre 60 a 80 horas con mano de obra calificada. Y para aprender el arte que hay detrás se necesitan entre cinco y ocho años. Como decíamos: son muchas horas de trabajo.

El proceso creativo detrás de cada traje empieza con un trabajo en conjunto con el cliente. Se elige la tela y el diseño, se toman las medidas, se realizan dos pruebas y luego se entrega el producto final. “Esto sería para las primeras veces, en las que hacemos una o varias prendas y tomamos el molde de la persona. Ese molde en papel, que va a ser la base para todas las futuras prendas, nos requiere un trabajo extra en las primeras piezas; las demás son un poco más ágiles para hacer. Nunca es un ‘listo para llevar’ ni un ‘industrial a medida’”, acota.

En un saco hecho a mano hay 5000 puntadas y casi todo está hecho a mano, a tal punto que la máquina de coser normal, la recta común y corriente, aunque funcione a pedal, la utilizan muy poco. “Esa la usamos muy poquito. Cada costura que hacemos con esa requiere de un hilvanado previo y después unas terminaciones a mano”, explica. De hecho, tienen una sola máquina que comparten entre los ocho sastres; el resto son mesadas, aguja, dedal, hilo y plancha. Todas las herramientas que necesitan para crear de cero un traje.

Bespoke tailoring

Si hablamos de moda, hoy día, podemos notar que el mercado está repleto de marcas que ofrecen prendas listas para llevar, adaptándose, por supuesto, a la vertiginosa realidad en la que vivimos todos, especialmente los citadinos. Sin embargo, los artesanos, los que apuestan por realizar prendas a mano, no se encuentran en desventaja sino que, según Nicolás, quedan relegados a un sector de lujo: “No sé, siempre me gustó el original, no de novedoso, sino de origen. En eso no sé si peco de purista, pero nunca me planteé hacerlo industrial, me planteé hacerlo artesanal lo mejor posible”.

¿Existe algo parecido al traje perfecto? No sabemos, pero con Nicolás hablamos al respecto y lo que nos comentó es que siempre depende de la persona, de sus características específicas. “Los sastres lo que hacemos es, a partir de una tela bidimensional, transformarla en una prenda tridimensional, para esa persona específica, con todas sus características, las más y las menos favorecedoras”, menciona. Se trata de potenciar las características favorecedoras y de mejorar las menos; pero sí existe una prenda perfecta para la imagen masculina y según Nicolás, es la chaqueta sastre, en cualquiera de sus versiones.

Hablar de tendencias en el ámbito del bespoke tailoring es considerar un intervalo de tiempo diferente a las temporadas del rubro de la moda: la moda masculina clásica varía por década. “Tenemos un rango amplio por década o por lustro, incluso. Yo matizaría más la palabra estilo que moda porque, hablando crudamente, estas serían las propuestas que hacen las marcas cada seis meses, no importa si te queda bien o no, si estás en el talle o no, si te favorece o no”, dice. Agrega que, actualmente, nuestra década nos pide que las prendas sean lo más estilizadoras posible, cuidando las proporciones y el balance.

Dress code para bodas

El dress code inglés de los años 30, dice que las prendas formales son dos: el frac y el chaqué. Después está la semiformal, que es el smoking, y otra versión similar que se llama stroller. Según Nicolás, el dress code actualmente es menos estricto y  las bodas se planean de acuerdo a la sensibilidad de las personas. “De acuerdo a cómo la persona quiere vivir su boda, vemos qué prenda puede ser, si es en la playa puede ser tranquilamente una prenda de lino, un traje blanco o combinado de diferentes colores, hasta un smoking de lino; hay mil opciones para que la persona esté cómoda en su boda”, comenta.

Es en la búsqueda del confort y comodidad de su cliente es donde Nicolás no se considera para nada purista: “Soy más bien italiano que inglés en ese sentido; sí soy purista en cuanto a cómo está construida la prenda”. Zaffora también realiza sastrería para mujeres, pero con diseño masculino. No diseña sastrería femenina; hace solapa y bolsillos de hombre en cualquier cuerpo, de cualquier mujer. De hecho, ya realizó algunos smokings como traje de novias. “Es una adaptación que requiere un cambio de morfología”, acota Nicolás.

Un arte añejo

El oficio y arte de la sastrería lleva consigo varias leyes internas; según Nicolás, la sastrería es como una masonería, que en los antiguos gremios de la Edad Media se iban formando grupos cerrados de aprendizaje y de secretos del oficio, sea cual fuere. Allí se fueron formando leyes propias que los sastres iban aprendiendo, no necesariamente a través de clases, sino por ósmosis.

Otra ley interna, nos cuenta nuestro entrevistado, es la de la discreción. “Los sastres nunca contamos a quién vestimos y a quién no, es como una ley interna secular de muchos siglos. Si alguien me pregunta a quién visto, no visto a nadie”, agrega.

Zaffora cuenta con casi 10 años en el mercado. De este noble oficio, lo que Nicolás más disfruta es el hecho de cubrir y proteger; proteger la imagen de las personas, de las miradas críticas, y obviamente de las inclemencias del clima. “Me parece que eso me motiva mucho, me vuelco a las necesidades de la persona que viene. Y me desvivo ahí, por eso no tengo nada listo para llevar, no tengo ni corbatas para vender. Yo no vendo, no sé vender; soy un artesano, que me gusta hablar de esto,y solamente de esto”, explica Nicolás, y estamos seguras que esa pasión suya por la sastrería artesanal, se traslada siempre a sus creaciones.

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