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Malola Echauri

Hacedora de arte

Con una propuesta plástica ecléctica, Malola Echauri busca expresar la identidad de nuestro país de una forma no convencional. En repetidas ocasiones tuvo la oportunidad de exponer su obra en el extranjero y, en esta ocasión, llegó hasta Dallas, Texas, con creaciones que retratan la naturaleza, la importancia de su preservación y la cosmovisión de los pueblos originarios a través de la pintura sobre lienzo, la porcelana y las acuarelas.

En Estados Unidos se encuentra habilitada la muestra Quince latinas. Hasta el próximo 28 de febrero, artistas mujeres de esta parte del continente exponen en el Latino Cultural Center, de Dallas, bajo la curaduría de Viola Delgado, para compartir su visión única del mundo e involucrar al espectador en un viaje visual, emocional y, a menudo, intelectual. En representación de nuestro país, la artista paraguaya residente en Texas Amalia El Masri forma parte de esta exhibición junto con Malola Echauri, con quien tuvimos la oportunidad de charlar antes de su viaje.

Licenciada en Artes Visuales, Malola formó parte de la primera promoción del Instituto de Bellas Artes, bajo la dirección de la misma Olga Blinder. Oriunda de Coronel Oviedo, en su juventud tuvo su primer acercamiento a la pintura al óleo en Villarrica y así inició un prodigioso camino que la trajo a Asunción en 1985. “Amo la pintura porque me permite pensar, atraer; sentir la fuerza de los colores, de las formas; jugar con texturas, con la potencia y el trazo de los gestos”, confiesa.

Su pasión por las artes la llevó a experimentar con otras expresiones y medios, como la pintura en porcelana, la impresión digital, la fotografía, el grabado, la instalación y el videoarte. Pasó los últimos 20 años como docente del ISA, con un enfoque centrado en la técnica, por supuesto, pero sin dejar de lado la creatividad. “Busco enseñar técnica pero teniendo en cuenta la construcción de la obra, el proceso creativo, que es sumamente importante, no solamente el resultado”, detalla. Ahora que ya no da clases, se dedica a tiempo completo a su propuesta plástica.

Años atrás, durante una residencia en Brasil, aprendió la técnica de pintura en cerámica, y esto la fascinó. Se usan pigmentos especiales mezclados con aceites, un horno especial que alcanza gran temperatura y, así, ese calor representa un factor. “Me gusta mucho porque los colores a veces cambian, incluso desaparecen”, explica. Pero más allá del uso decorativo al que uno asocia está habilidad, Malola le brinda un enfoque más profundo.

Y es que sus trabajos reflejan la identidad del país, pero expresados en un lenguaje no convencional. Desde la misma década de los 80, expone su obra de forma individual y colectiva tanto dentro como fuera del Paraguay, y destaca aspectos de culturas originarias, con mucha investigación de por medio. A través de sus creaciones, busca retratar el recorrido de estas comunidades, obligadas a abandonar sus asentamientos tradicionales para emigrar al núcleo urbano: “Abandonan tanto el territorio físico como imaginario, ya que deben adaptarse a condiciones de vida diferentes y a patrones culturales ajenos”.

La serie Avatares aborda esa problemática a través de la pintura en porcelana. Entrañas, por su parte, presta atención a la flora y fauna autóctonas del Paraguay. Como tiene tres hijos que son ingenieros agrónomos, está en constante contacto con la naturaleza. En sus pinturas rinde homenaje, por ejemplo, al samuhú, especie nativa con el tronco abovedado, conocida como el árbol madre: “Mi propuesta hoy gira en torno a la naturaleza, su preservación, lo originario, las atmósferas y lo esencial. Al elegir un tema, voy, investigo y descubro cosas. Con los años aprendí, por ejemplo, que los guaraníes dialogan con la naturaleza como metáfora de transformación, entonces busco comunicar esa referencia”.

COMPARTIR PARA INSPIRAR

Más que una artista, Malola se define como una hacedora de arte. Para ella es de suma importancia exhibir y promocionar la producción creativa, ya que posibilita establecer contactos, estrechar vínculos y abrir una ventana al mundo. “Dar a conocer la obra es una herramienta de promoción y ayuda a expandir el mercado. Se genera un ambiente de intercambio, de conocimiento y opiniones”, afirma. Por esta y otras razones, es bastante activa en la difusión del arte por todos los medios posibles; lleva adelante un proyecto de pintura con los niños de la parcialidad aché guayakí de Puerto Barra, Alto Paraná. Así también, integra diversas agrupaciones como Gente de Arte, el Ojo Salvaje, entre otras.

“Estas exposiciones, como ahora en Estados Unidos, por ejemplo, actúan de catalizadores entre el arte, el artista y las ideas del público. No son solo observadores normales los que asisten a las muestras, sino también son teóricos, críticos, curadores y dueños de galerías de arte. De esta manera, se dan escenarios muy interesantes”, finaliza.

Así, reflexiona sobre la importancia de que el artista comparta su obra porque, al hacerlo, no solo expone su visión y creatividad, sino que también establece un puente entre su mundo interior y el público. Compartir la obra permite que el arte cobre vida fuera del taller; inspira, provoca reflexiones y genera emociones en quienes lo experimentan.

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