
Patricia Zubizarreta
Mi vida conmigo
Escribir es la herramienta principal del viaje de autoconocimiento que propone la psicóloga Patricia Zubizarreta en su publicación Mi vida conmigo. Con 12 capítulos ideados para cada mes del año, se trata de una recopilación de premisas de redacción, reflexiones y tareas que la convierten en una guía para la introspección. En esta nota, conversamos con ella acerca de cómo volcó su experiencia en talleres y consultas privadas al papel.
Hace casi 13 años, la psicóloga Patricia Zubizarreta dio forma a un espacio de introspección femenina. Había terminado en el 2001 la carrera de Psicología y trabajó por muchos años en el Centro para el Desarrollo de la Inteligencia, a la par que realizaba capacitaciones y especializaciones en el área de la atención de niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Un día, se decidió a explorar y potenciar, de manera independiente, el autoconocimiento. “Mi primer objetivo fue generar un espacio de conexión entre mujeres y comencé con mi hija Pauli”, relata. Resulta que en el colegio al que asistía, ella tenía muy pocas compañeras, lo que generaba una necesidad de contacto con otras chicas.
Así, Pati empezó a dar forma al taller Mi vida conmigo, un encuentro semanal en el que se despojan de los celulares para centrarse en el conocimiento personal. Desde el principio, la profesional buscó que se convirtiera en un espacio seguro para hablar, reflexionar y compartir vivencias con otras adolescentes que atravesaban lo mismo. “Firmamos un contrato de confidencialidad, todo lo que hablamos queda allí. Se forma un vínculo de confianza porque en este lugar tocamos temas que, generalmente, una no conversa con sus amigas en el día a día”, explica.
Pati confiesa que, sin darse cuenta, un día comenzaron a acercarse más chicas a su consultorio de psicología. “Hoy, mi foco son adolescentes y adultos, pero mujeres en su mayoría”, apunta. No se trata de una decisión excluyente, sino que ellas son quienes más tocan a su puerta. “Me siento cómoda al trabajar con ellas, porque yo soy mujer y me resulta cercano ponerme en el lugar de las adolescentes. Casi siempre que me cuentan algo, yo pasé o sentí lo mismo”, relata.
Por esa razón, su taller está destinado a crear este tipo de redes, por y para mujeres. “A mí lo que me llama la atención, sobre todo en las adolescentes, es que su interacción con sus pares pone de manifiesto aspectos de su forma de vincularse y relacionarse. Entonces, ellas mismas notan cosas que muchas veces no se perciben en la consulta privada”, señala.
REDES FEMENINAS
Para Pati, tanto el autoconocimiento como el amor propio son vitales en el proceso de crecimiento de una adolescente. De hecho, uno de los desafíos más complejos es conectar, con ellas mismas, sus emociones, valores y deseos.
Durante los encuentros, la profesional presenta la escritura como un camino hacia el diálogo interno. De hecho, al iniciar cada año entrega un diario personal a cada una de las adolescentes y todas se dedican a escribir los primeros ocho a 10 minutos de la cita.
Este ejercicio constante sembró la semilla para el libro que también bautizó Mi vida conmigo, material que reúne algunas de las premisas de escritura, tareas y reflexiones que se utilizan semana a semana.
La idea echó raíces definitivas en un viaje con dos de sus mejores amigas. En su propia red femenina, una de ellas, Liz Castagnino, propuso seriamente la publicación de este libro, basado en los elementos terapéuticos de los talleres liderados por Pati. Liz se encargaría del marketing, y la tercera en cuestión, Olga Barriocanal, utilizaría sus habilidades de diseño gráfico. Este trío se convirtió, entonces, en una sociedad y el diario impreso vio la luz a finales de noviembre del año pasado.
Con el objetivo de crear redes femeninas entre sus lectoras, en las páginas del diario Mi vida conmigo se incluyó la invitación para un evento dirigido por la propia Patricia. El encuentro se realizó el 30 de enero en la ciudad veraniega de San Bernardino y tuvo como objetivo principal crear comunidad entre mujeres.
El libro se divide en 12 partes y, teóricamente, cada una está destinada a un mes del año. “Cada capítulo enfoca un tema, pero el hilo conductor es el conocimiento. Entonces, vamos encontrando ejercicios de escritura, reflexiones y, también, un código QR que lleva a un video donde explico de qué trata el apartado”, puntualiza la profesional.
Mi vida conmigo se basa en el poder terapéutico de la escritura. Y es que Pati siempre recomienda, al menos, ocho minutos de redacción libre. “Cuando ya pasó este tiempo, se van los filtros y las trabas del principio, parece que no podemos parar de escribir y conectamos con lo que nos pasa por dentro”, ejemplifica. Uno de los beneficios de esta técnica es precisamente organizar pensamientos y ordenar emociones. “Se activan partes del cerebro relacionadas con el lenguaje, la creatividad y la memoria. Esto refuerza mucho nuestra capacidad de resolver problemas porque libera el estrés y da un ritmo más calmo a nuestras ideas”, afirma.
La autora agrega: “La escritura nos permite conocernos mucho mejor, entender qué queremos y cuestionar nuestras ideas limitantes para reemplazarlas por otras positivas”. En este sentido, uno de sus tips —que comparte tanto en los encuentros como en su libro— es registrar los logros y la gratitud. “Esto reduce los pensamientos negativos, conecta con el presente y con lo bueno que uno tiene”, analiza.
CONEXIÓN CONSTANTE
Tanto el taller como el libro representan una invitación para mirarse a sí mismas, entender cómo funciona cada una y convivir con las propias emociones. La psicóloga lo resume contundentemente con tres palabras: “Aceptarme, amarme y mejorarme”.
A su criterio, se trata de ejercitar la curiosidad por el crecimiento y, ante todo, la posibilidad de reprogramar la mente. Por ende, transformar la manera en que actúa cada persona. La profesional enfatiza que la adolescencia es una etapa crítica para esta tarea y, con más razón, en un periodo de hiperconectividad.
De hecho, esta es la principal diferencia que Pati encuentra entre su adolescencia y la de quienes asisten a su taller. “Tiene que ver con la cantidad de información que reciben. Desde el principio, construimos nuestra identidad y autoestima en sociedad. Pero antes ese vínculo con los otros se limitaba al entorno; hoy, las chicas siguen a muchos creadores de contenido e influencers que no forman parte directamente de su día a día”, narra.
Esta saturación de modelos y moldes que ofrecen las redes sociales es uno de los factores que, según la profesional, influyen en que las mujeres se olviden de sí mismas y de su potencial. Aquí, ella pone el ejemplo de un niño que está aprendiendo a caminar y que, a pesar de caerse, sigue confiando en sus extremidades. “Generalmente, en la vida nos vamos olvidando de nuestro valor, pero todos fuimos ese chico que se lastimó mil veces e igual aprendió. Sin embargo, en algún momento, luego de todo el condicionamiento externo por parte de adultos referentes, su inseguridad se refleja en la persona en crecimiento”, ahonda.
“Hoy, son tantas las fuentes de comparación que perdemos el foco en nosotras mismas. Nos olvidamos de mirarnos y aceptarnos tal cual somos, sin compararnos porque cada una tiene cosas únicas para ofrecer. Por eso, quiero fortalecer ese aspecto interno, para que las adolescentes sepan que tienen poder”, finaliza.