Valeria Franco
Un antídoto ante la impotencia
Su búsqueda creativa se expresa como una oda a la esperanza. La obra de Valeria Franco documenta protagonismos invisibilizados y desaprende convenciones, con una técnica mixta que, aunque a veces se muestre figurativa y literal, en ocasiones desarma realidades sociopolíticas a través de elementos abstractos. Desde su íntimo taller, donde teje su visión del mundo, nos comparte un proceso creativo lleno de investigación, historia y reivindicaciones sociales.
Es abogada de profesión. Sin embargo, su deseo expresivo la encaminó hacia el quehacer creativo. “Siempre escribí, dibujé, pinté, hice fotos, pero no lo conectaba como práctica artística o algo que tuviera que mostrar. Estaba muy guardado, como expresión íntima”, cuenta Valeria Franco.
Desde principios del 2000, paralelamente al ejercicio del derecho en el campo de los procesos participativos y las políticas públicas, Vale tomó cursos y talleres de fotografía con referentes como Mario Franco, Santiago Suárez y Jorge Sáenz. Incluso, formó parte del colectivo El Ojo Salvaje y realizó ensayos fotográficos en el Hospital Neuropsiquiátrico y el Hogar de Ancianas Nuestra Señora de la Asunción.
Después de un paréntesis, en 2019 obtuvo el tercer puesto en el Concurso de Poesía Carmen Soler. También tomó cursos de pintura, grabado y ñandutí. “Me suplía de lenguajes que me ayudaran a la hora de expresar lo que quería decir. Y en ese retorno al arte, también se encendió el impulso de compartir mi obra con otros, como una necesidad personal”, relata. Además, se formó con la argentina Diana Aisenberg, maestra y artista que guía a sus colegas al autodescubrimiento y la formación de narrativas.
Desde hace cuatro años Valeria Franco explora senderos artesanales. “En plena pandemia, el acercamiento a los textiles y bordados fue un bote salvavidas, una forma de meditar y calmar ansiedades”, añade. También aprendió el grabado y la transferencia de imágenes sobre tela.
PROTAGONISMOS INVISIBILIZADOS
Cada una de sus creaciones encuentra cimiento en la desmitificación de tabúes y creencias preestablecidas, que considera como base de desigualdades sociales, políticas y económicas. “Se trata de cuestionar mandatos, patrones culturales y estándares de normalización que impiden conversar de ciertas temáticas, para ponerlas en evidencia, reconocerlas e intentar transformarlas”, afirma.
Este enfoque redescubre a la mujer paraguaya como arquetipo de una narrativa oficial que la describe sumisa, abnegada y silenciosa o, muchas veces, ni la menciona. “Hay personas que ostentan el poder, que escriben la historia y dejan de lado temas, aportes, personas — no solo mujeres, sino también muchas otras minorías— a quienes no se les reconocen derechos ni sus importantes contribuciones”, reflexiona.
Para hablar de sus influencias, además de artistas nacionales como Lucy Yegros, Olga Blinder y Claudia Casarino, también nos remontamos a la producción académica, donde menciona investigadoras como Branislava Susnik, Ana Barreto, Mary Monte de López Moreira, Line Bareiro y el plantel que conforma el Centro de Documentación y Estudios. Y es que muchas de sus piezas surgen de su condición de ávida lectora y ciudadana presente. “Estas mujeres, como Milda Rivarola con su Imagoteca, nos acercan a fragmentos de historia que falta narrar o hacer visibles. Incorporar mis lecturas y aprendizajes causó una revolución interna con muchos cuestionamientos y ganas de mostrar, quizá con otros lenguajes, eso que ellas nos traen a través de los libros”, apunta.
Con la publicación de un libro acerca de uno de sus tatarabuelos, un hombre conocido y respetado en el periodo posterior a la Guerra contra la Triple Alianza, Valeria se preguntó: ¿Y su tatarabuela? ¿Quién fue la villarriqueña Ruperta Dávalos?
De esta interrogante nace Currículum vitae, donde la artista rescata nombres de las mujeres de su familia: «Por ejemplo, a mi bisabuela Teresa Guido le encantaba leer y marcar sus libros, como a mí. Y creo que habrá sido una compañera con mucha influencia intelectual en su marido, quien fue incluso ministro de Economía y de Guerra y Marina».
Con el mismo hilo de investigación bordó su telar El país de las mujeres, ganador del reconocimiento Entrecruces de la Feria de Arte Oxígeno en el 2022. En él, Valeria traza un punto con nombre de mujer por cada uno de los 17 departamentos de la República. Así llegó a Elvira Becerra y Contreras, una española casada con el fundador de Villarrica: «Ruy Díaz de Melgarejo, con la misma espada que sostiene en la estatua asentada a la entrada de la ciudad, la asesinó por celos. Hoy, esto se encontraría penado como feminicidio pero, en aquella época, no era siquiera un crimen».
La investigación genealógica es la espina dorsal de su trabajo porque permite tejer estas redes intergeneracionales. “Reconocer a nuestras abuelas y bisabuelas, más que con el pasado, tiene que ver con el futuro que estamos construyendo para todas las personas que vendrán”, señala.
Para Valeria, el ejercicio de los derechos femeninos, en público y en privado, aún requiere conquistas. “En Paraguay, también es tarea pendiente avanzar hacia una sociedad con educación integral en materia de igualdad de derechos, educación sexual, respeto a la diversidad y no discriminación, para llevar a la práctica los preceptos que tenemos acordados desde 1992, y que no solo sean lindas declaraciones dentro de la Constitución Nacional”, opina.
La artista también agrega: “Asumamos que todavía hay un largo camino por recorrer para prevenir, con políticas públicas y un cambio cultural real, los casos de violencia, abuso, embarazo adolescente y feminicidios, que siguen siendo noticia corriente y hasta naturalizada en nuestro país”.
DE ESO NO SE HABLA
En ocasiones, la artista borda eventos mientras atestigua el ambiente político y social del país. Como ejemplo tenemos las desacertadas afirmaciones de un alto funcionario público en 2023, que inspiraron el título de la obra Los úteros se fueron de Paraguay. Esta resultó ganadora del premio Open Borders 2024 de la Feria de Arte Oxígeno, que consiste en el traslado y la estadía en el Palazzo Monti, en Brescia, Italia, por un mes en 2025.
“Será una gran oportunidad de crecimiento en investigación, creación de redes y desarrollo de obras, ideas y temas”, afirma. Su emoción aumenta, además, porque esta casa cultural alberga el programa The Great Women Artists, en alianza con Katy Hessel, promotora de la visibilización de artistas femeninas cuya producción Valeria admira.
También en el 2024, en línea con lo político y social, Franco comenzó la creación de De eso no se habla, pieza que concibe como un rompecabezas. La artista mezcla materiales como manteles manchados por el paso del tiempo o adrede, tejidos, telas y bordados. El conjunto evoca fragmentos de memorias reconocibles para el espectador: una mesa familiar sobre la que transcurren —o se acallan— conversaciones incómodas.