
Bettina Brizuela
Insurrección y matriarcado
La artista multidisciplinar Bettina Brizuela recuerda, entre risas, que creció en lo que cariñosamente bautiza como un matriarcado. En su hogar existía bastante igualdad, y su abuela, su madre y su hermana fueron desde siempre presencias fuertes, tanto que el arte de su hermana fue una referencia importante para que ella misma se introdujera en este mundo.
Con 16 años comenzó a asistir al taller de Livio Abramo, que recuerda como un rico espacio de libertad creativa. Al terminar el colegio, siguió otras carreras universitarias como Psicología y Ciencias Políticas, porque no quería estudiar artes en un principio. “Era la hija de una nueva época, que creía que la academia era obsoleta. Pero hoy ya no opino igual, ahora pienso que todo convive”, afirma.
El cambio de perspectiva llegó al ingresar al Instituto de Bellas Artes. Actualmente, considera que estudiar le alinea a uno con los compañeros, y ese es un momento de descubrimiento del otro, de sus sentimientos y entorno. “Personalmente, creo que el arte contemporáneo es el mejor que se pudo haber producido en todos los siglos, porque anteriormente muchas corrientes estaban dirigidas a que uno piense de la manera patriarcal predominante. Sin embargo, hoy se rompe con todo eso y es, por lo general, el artista el que se muestra y no una política de Estado o religiosa”, relata.
Y es que Bettina tiene como máxima principal de su vida la libertad. “Yo estaba —y estoy— contra eso, contra las reglas que determinan patrones. Que las cosas no puedan salir del canon no me parece, porque ya es fachismo artístico”, destaca.

Ella asegura que ya no es el Paraguay de Los Novísimos, un momento de rebelión y ruptura de tradicionalismos rígidos. “Hoy, al contrario, uno sabe que hay prioridades con relación a lo queer, al género y las desigualdades que parten de él”, detalla. “En mi caso, yo nunca creé directamente desde un lugar feminista, pero sí he tomado a mujeres como parte de mi análisis y producción”, continúa la artista. El ejemplo es una serie de trabajos que la remontan a su madre y su abuela. Por ejemplo, los conocidos Ojos en el trabajo de Bettina tienen que ver, de alguna forma, con un portarretratos que ella y su abuela limpiaban, casi como un ritual, año tras año.
Particularmente recuerda un proyecto gestado colectivamente en 2020, de la mano de Claudia Casarino y otras colegas artistas. En las teleconferencias y la distancia de aquel año, Bettina expresa que eran, a la vez, proyectos y redes de apoyo: “Era muy loco porque toditas estábamos trabajando casi lo mismo: sobre la madre, las abuelas. De ese proyecto con Claudia salió un cuadernillo con recetas de comidas típicas de nuestras familias”.
Y añade: “Muy claramente sentí el eslabón entre una y otra, esa importancia, esa necesidad de llegar hasta la Venus, hasta la Venus de Willendorf de la Edad de Piedra”.
Desde 2006 hasta 2013 coordinó el espacio Planta Alta y, desde 2021, la galería Fuga Villa Morra. “Como soy mujer y tengo una galería en este momento, no siento esos prejuicios ni con un hombre ni con nadie. Miro la obra. A mí me importa qué dice, cómo lo dice, para qué lo hace y cómo se ve. Yo la percibo desde ese lugar”, señala.
Como soy mujer y tengo una galería en este momento, no siento esos prejuicios ni con un hombre ni con nadie. Miro la obra. A mí me importa qué dice, cómo lo dice, para qué lo hace y cómo se ve. Yo la percibo desde ese lugar
Bettina Brizuela
Bettina tampoco ve el género como una categoría que condicione en ningún sentido el arte, pero sí cree que todo lo que se comunica es político. “Entonces, yo pienso que una berenjena de Edith Jiménez es feminista, así como un grabado de Miguela Vera. Una obra de Olga Blinder, más que feminista, podría ser socialista, pero también hay mucho protagonismo de la mujer allí, e incluso en una Lotte Schulz pintando gatos. Aunque en su momento los hombres pudieron haber dicho ‘pero si solo pinta gatos’, hoy es la primera mujer cuya obra se encuentra en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires”.
Y aunque menciona que los cargos de decisión, de muchas áreas, históricamente fueron ocupados por hombres, ella destaca la influencia femenina decisiva en su formación. “Tuvimos la suerte de ver a una Lotte Schulz en la dirección del Museo Nacional de Bellas Artes, a una galerista como Julia Elena Bibolini, a una Olga Blinder en el ISA”, cierra.
Camila
Felicidades Belén Cuevas! Entrevistaste a un icono del arte! 👏🏼