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La IA, una aliada de la maternidad

La IA, una aliada de la maternidad

La voz femenina al mando de la razón y el corazón

Es curioso que los asistentes virtuales más conocidos como Alexa, Siri, Google Assistant, entre otros, tengan voces de mujer; pero esto no es casualidad, la propia evolución natural eligió este tono para las madres. Existen estudios psicológicos y de acústica que muestran que, en general, las personas tienden a encontrar la forma de hablar femenina más agradable, calmante y fácil de entender y seguir. Esto influyó en el diseño de las interfaces de audio, especialmente en contextos donde se busca generar confianza y comodidad.

Aparentemente esta elección responde a factores culturales, psicológicos y de marketing. Las mujeres, de por sí, tenemos voz de mando y de calma, somos las que organizamos el hogar, la familia y el trabajo, pero también las que arrullamos y contamos cuentos para dormir, lo cual, probablemente, hace que nos asocien instintivamente con actividades de asistencia, servicio y cuidado; como madres, secretarias, enfermeras, maestras, etcétera.

Si bien los hombres también pueden realizar esas actividades —y con mucha efectividad—, todavía prepondera la energía femenina en estos roles. A pesar de que existe una intensa crítica con respecto al estereotipo cultural de la ecuación mujer=cuidado, igualmente somos las que necesitamos de toda la logística posible para seguir con esta gestión, que es prácticamente imposible delegar. Es ahí donde la IA puede ser nuestra aliada.

A pesar de que las actividades domésticas y de crianza siguen siendo invisibles y poco reconocidas, son absolutamente imprescindibles, lo cual, estadísticamente, nos lleva a tener la mayor carga mental del día a día. Para nuestra suerte, existe la inteligencia artificial dirigida a ayudar en la organización del hogar y la maternidad, que ya se utiliza cotidianamente en países donde esto está normalizado. Hay aplicaciones para seguimiento del embarazo, posparto, crianza, lactancia, salud mental, educación, entre otras, que, por supuesto, no reemplazan a los vínculos reales ni a las comunidades de apoyo, pero que pueden operar como verdaderas aliadas en momentos en que hay más preguntas que respuestas, en el mayor desafío que tenemos las mujeres: ser madres.

MADRES DE LA GENERACIÓN BETA

La generación Beta —niños nacidos desde este 2025 en adelante— será la primera totalmente educada en un mundo de inteligencia artificial, automatización y conexión digital permanente. Esto les dará un potencial increíble, pero también desafíos únicos a los padres que se van a preguntar cómo criarlos con conciencia, humanidad y equilibrio, lo que quizás iremos aprendiendo sobre la marcha.

Para ellos, las casas domóticas u automatizadas serán normales, tanto como pedirle a algún dispositivo que encienda las luces como un abrazo a mamá. Algunas cosas van a evolucionar como nunca antes habíamos imaginado, pero muchas no cambiarán. La crianza para los nativos digitales, ahora ya en un mundo plenamente dominado por la inteligencia artificial, será diferente. Para los padres, el enfoque estará puesto en la conexión humana real: miradas, juegos cara a cara, palabras plenas, contacto físico.

En un mundo de sobreestimulación habrá que aprender a regularse y ponerse límites; a aburrirse, a explorar, imaginar, a escapar de las pantallas o de la muleta de la IA permanente para desarrollar el pensamiento analítico y crítico más que práctico o técnico. Si bien los padres de esta generación tendrán toda la tecnología e información a su disposición, existen necesidades básicas que, como seres humanos, mamíferos, con cuerpo y alma, no podemos reemplazar ni hipotecar por la comodidad, como el cariño, la mirada, la conexión emocional y espiritual.

ALGUNAS APLICACIONES QUE NOS PUEDEN AYUDAR EN LA CRIANZA Y LA MATERNIDAD SON:

– Asistencia educativa: aplicaciones de IA pueden recomendar actividades, juegos y cuentos personalizados según la edad y el desarrollo del niño.

– Monitoreo del bienestar: dispositivos inteligentes pueden ayudar a monitorear la salud, el sueño y la alimentación de los hijos.

– Apoyo emocional: existen chatbots que ofrecen acompañamiento emocional a las madres en momentos de estrés o soledad.

– Organización del hogar: la IA puede contribuir con la planificación de horarios de comidas, rutinas diarias, listas de compras o recordatorios de vacunas.

– Orientación en la crianza: plataformas inteligentes pueden ofrecer consejos basados en investigaciones actuales sobre desarrollo infantil y psicología.

– Educación personalizada: algunos programas de IA adaptan la enseñanza a las necesidades de cada niño, como apoyo a su aprendizaje en casa.

TODA COMODIDAD TIENE SU COSTO

Existen muchos prejuicios y miedos con respecto a la inteligencia artificial, lo hemos visto en diferentes series y películas que muestran un futuro distópico y apocalíptico si esta nos reemplaza o domina. En la serie de Netflix Cassandra, una computadora de los 70 es una ama de casa virtual de la vivienda a la que se mudan los Prill, pero luego quiere reemplazar a la madre y genera más problemas que las soluciones que prometía. Este fantasma colectivo nos va a perseguir un tiempo, como ha sucedido con toda innovación.

Ahora bien, existen estudios que demuestran que los niños criados solo con asistencia artificial generan dependencia emocional a lo digital, especialmente cuando interactúan frecuentemente con asistentes virtuales, chatbot o robots sociales como mascotas, amigos o psicólogos. Eso ocurre porque la IA ofrece relaciones fáciles, refuerza a nivel emocional de inmediato, no juzga y puede llegar a sustituir vínculos humanos. Algunos de los riesgos son: dificultad para formar relaciones reales, aislamiento social, distorsión de la empatía, mayor vulnerabilidad emocional, niveles de frustración débiles y poca tolerancia.

El cambio más relevante será la construcción subjetiva. Los niños criados de manera mayoritaria con asistentes virtuales se van a identificar con imágenes y palabras, pero sin sostén en el mundo real ni simbólico, solo imaginario. Quizás esto genere personas más alineadas a la imagen, menos atravesadas por la falta y más enfocadas en el ideal del Yo que no falla ni tiene errores, como la IA. El chico y el adolescente necesitan personas con quienes identificarse, referentes importantes para desarrollar su identidad, lo que hasta ahora se construye con otros, no con avatares; por tanto, no podrán reemplazar al Otro.

UNA IDENTIDAD CONSTRUIDA A TRAVÉS DE ALGORITMOS

Por supuesto, lo más espeluznante está en el riesgo de alienación u homogeneización de las emociones, porque al exponerse a sistemas que personalizan contenidos y respuestas (siempre bajo ciertos algoritmos), los procesos de subjetivación podrían homogeneizarse y terminaríamos creando, imaginando y sintiendo todos iguales; pensamientos, gustos e ideales moldeados por la IA o por lo que los datos consideran aceptable, lo cual sería una especie de nueva “religión” (sentir que la vida “correcta” es aquello que lo virtual valida) si es que no ejercitamos el pensamiento crítico y analítico, que es lo que nos hace humanos, únicos e irrepetibles, no solo genética sino espiritualmente, con los aciertos y errores.

Con IA o sin ella, cualquiera que se entregue al goce tanático —lo que se entiende como la satisfacción obtenida a través de la anulación o negación de la vida— de la comodidad y la zona de confort sin límites, sin creación, curiosidad ni desafíos intelectuales, cae en un bucle temporal inevitablemente, donde los días se repiten como en Groundhog Day.

Al principio, como no hay consecuencias permanentes porque todo se repite, utilizaremos esta herramienta para beneficios superf luos, narcisísticos, divertidos o banales, para el mal, la extorsión y la manipulación. Pero en algún momento vamos a tener que salir del scroller para avanzar y evolucionar hacia una inteligencia cuántica y aprender a utilizarla no solo para beneficio personal, sino colectivo y evolutivo; crecer en conocimiento, valores, salud, paz, educación y creatividad; erradicar la pobreza, la corrupción, etcétera. Esta sería la única salida a los riesgos de la IA; la otra opción es un apagón mundial.

Si comparamos la película mencionada, Phil Connors (Bill Murray) al principio usa el bucle temporal para beneficio propio (seducción, placeres, travesuras), pero al darse cuenta de la futilidad de su situación, entra en una crisis existencial. Luego comienza a transformar su actitud: aprende piano, salva vidas, ayuda a los vecinos y hasta se enamora, es decir, se convierte en una mejor persona. Solo así rompe el ciclo y el tiempo recupera continuidad y sentido, como en la terapia. Cuando logramos superar la repetición de ciertos patrones neuróticos, autodestructivos, la inhibición y el narcisismo, logramos una transformación subjetiva y solo así recuperamos el control y la felicidad, y mejora la calidad de vida personal y nuestra relación con los demás.

Las opiniones expresadas son de exclusiva responsabilidad de la autora del artículo. Para más información y consultas, escribí a gabrielacascob@hotmail.com
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