Koki Ruiz
Creatividad al servicio del desarrollo
Despedimos al reconocido artista misionero Koki Ruiz (1957-2024). Fue uno de los precursores del proyecto creativo y religioso Tañarandy, que desde 1992 reúne a fieles de todo el país en su natal San Ignacio para las celebraciones católicas de Semana Santa. Fue un importante artista plástico que dejó su impronta en la historia de nuestro país. Una de sus mayores obras fue la creación del retablo de maíz para la visita del Papa Francisco a Paraguay. Acompañamos a sus afectos con el sentimiento y celebramos la oportunidad de haberlo conocido en vida, con esta entrevista realizada para la edición de Julio 2015 de High Class.
Fotografías: Chelo Encina.
No son pocos los artistas paraguayos que han dedicado su tiempo a la problemática del desarrollo social, pero entre ellos se destaca Koki Ruiz, uno de los pintores más reconocidos del país. En la misma comunidad donde impulsó el proyecto Tañarandy, ha instalado el taller para la creación del Altar de Maíz, una obra de épicas proporciones realizada especialmente para la visita del papa Francisco. Conocemos desde adentro su taller y la monumental obra sin precedentes que está realizando para la visita más relevante del año 2015.
El Altar de Maíz nació en la Semana Santa del 2014 dentro del proyecto creativo que es Tañarandy, que se realiza desde 1992. “Empezamos con la religiosidad popular en ese tiempo, luego avanzamos siempre manteniendo la tradición con la celebración de la Semana Santa”, explica Koki Ruiz.
El arte con la gente que se practica por esas fechas tiene como misión volver a las raíces de la cultura paraguaya, revisitando la mezcla barroca y guaraní mediante los famosos cuadros vivientes. “Para entender el barroco trabajamos con el Renacimiento y preRenacimiento, luego avanzamos al modernismo con Gaudí y con Warhol, al arte contemporáneo. Desde el 2014 tenemos un nuevo estilo: hacemos obras propias y ya no cuadros vivientes, y la primera fue el altar de maíz”, relata el artista.
“Es una forma de representar la historia paraguaya, el mestizaje cultural barroco-guaraní. El maíz y el coco representan la tradición indígena de que la tierra es rica. El mensaje es que, para los guaraníes, la tierra es la madre de todo y alimenta a sus hijos por igual”. Los frutos son pegados a las estructuras por medio de papel maché azul, una opción estética que sirve de fondo para las figuras que conforman el altar. Además, se utilizan columnas de andai (calabaza) para completar el esquema.
La estructura completa tendrá dimensiones que desafían todo lo que Koki Ruiz y su equipo han realizado hasta el momento. Con 40 metros de largo y 20 de altura, el Altar de Maíz es un desafío para las 20 personas que integran el colectivo Tañarandy, quienes tienen como casa el teatro El Molino, en San Ignacio, Misiones.
Dicho local también sirve como taller para el desarrollo del proyecto que los ocupa ahora, una gran puesta en escena para la primera visita del papa Francisco a Paraguay. El lugar está compuesto por dos grandes salones y un patio enorme que sirven de hogar a las piezas del altar, además de albergar a las decenas de visitantes que llegan todos los días al centro de la ciudad para conocer la obra. Estudiantes de todos los puntos del país son atraídos por la doble función del Altar de Maíz: un homenaje religioso y un paso más en el desarrollo cultural de una comunidad. “Es un proceso de desarrollo comunitario a través del arte, donde la creatividad es un ejercicio permanente para la gente”, comenta Ruiz.
El artista ve en obras como esta una oportunidad para escapar de los males sociales. “Decía Jean Paul Sartre que la creatividad es el ejercicio paradigmático de la libertad; y se adquiere trabajando, ese ejercicio es importante en una comunidad. Entonces, un pueblo creativo no depende tanto de otros ya que por su propia iniciativa puede crear las condiciones previas para su propia felicidad, o por lo menos soslayar las causas de su infelicidad”.
La comisión encargada de recibir al Papa se fijó en el trabajo que Koki Ruiz venía realizando en Misiones y optó por encargarle la pieza central del espectáculo que tendrá como epicentro al Pontífice. “Tanto la parte organizativa del Estado paraguayo como la parte litúrgica estuvieron interesadas. Me llamaron para saber si era posible proponer lo del Altar de Maíz para llevar a Ñu Guasu, y me pareció muy buena idea porque más allá de que sea lindo, el mensaje es bueno, coincide plenamente con lo que el papa Francisco está pregonando con su labor”, menciona el artista.
Hasta la fecha, este es el tercer altar construido partiendo del mismo concepto, pero en este caso, dada la envergadura del montaje, se agregaron los retratos gigantes de San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola. Los cuadros, de 3×4 metros, fueron hechos con una gran variedad de semillas, desde girasol hasta locro por la hija de Koki, Macarena Ruiz.
Otro de los distintivos de esta edición es que los paneles de coco están cargados de comentarios que llegan de todo el país (y el mundo) a través de una página de Facebook. Cada fruta tiene escrita una leyenda para consagrar el altar con el sentimiento de la gente, el trabajo de los artesanos y los frutos de la tierra. Mensajes de paz, fe y amor son transcriptos a cada pieza del muro que fue bendecido por la máxima figura del cristianismo en la misa central realizada el domingo 12 de julio, a las 10.00, en Ñu Guasu, Luque.
Los alumnos de las escuelas de la ciudad acuden al taller para escuchar la charla de Koki Ruiz sobre el altar, además de manchar sus manitos con papel maché y colocar algunos cocos bajo la supervisión del equipo. “Ese acercamiento es muy importante. Todo lo que hacemos es un trabajo didáctico, lo importante es enseñar a través del arte”, puntualiza el realizador.
Todos los productos son tratados químicamente para alargar su vida útil y luego son cubiertos con barniz para impermeabilizar la obra, protegiendo el resultado final de las inclemencias del tiempo. Sin embargo, es necesario recordar que se trata de productos orgánicos y el altar no podrá pasar a formar parte de ninguna colección privada o pública debido a la eventual descomposición de los frutos.
Una vida dedicada al arte
Para Koki Ruiz, este proyecto tiene una implicancia personal además de artística. Siendo católico, agradece la oportunidad de crear este altar para el Sumo Pontífice: “Esta es la máxima obra de toda mi carrera. Nunca experimenté un momento como este, es una emoción muy grande, desde luego. Siento un compromiso muy grande, que es poder cumplir con este desafío de transmitir el mensaje, dejar la idea y que tenga el resultado que esperamos”.
Pero, quizás, la realidad ya sobrepasó las expectativas más altas. El país se hizo eco de la construcción de este altar, tanto que incluso el presidente de la República llegó hasta El Molino para mostrar su apoyo al proyecto.
Koki Ruiz no recuerda una época de su vida en la que el dibujo o la pintura no estuviera presente. “Desde niño me motivaron, tuve profesores que me dieron una oportunidad. Tuve la suerte de encontrar gente que me enseñó a dibujar y pintar, al principio, aquí en San Ignacio”, cuenta. Cuando se trasladó a Obligado, distrito del Departamento de Itapúa, el colegio al que asistió creó un taller para sus incursiones en la pintura al óleo. Es eso, también, lo que con su trabajo permanente intenta hacer: dar la oportunidad a jóvenes inquietos por el arte de crecer.
Originario de San Ignacio, Misiones, Koki Ruiz nació en 1957. A punto de cumplir 58 años, el artista está casado con Norma Fretes y tiene 4 hijos, entre las que se encuentra Macarena, quien ha seguido de cerca los pasos de su padre para consagrarse, actualmente, como una artista activa en la comunidad. En 1992 volvió a su ciudad natal tras estudiar arquitectura en la Universidad Nacional de Asunción, pero solo para realizar un trabajo particular e inició, en ese momento, la que se convirtió en una de las tradiciones religiosas más importantes del país: Tañarandy.
Con los años se instaló permanentemente con su familia en dicha ciudad y el proyecto mencionado jugó un rol clave en la decisión de mudarse. “Tañarandy fue consolidándose y para 1998, estaba convencido de que sería mi gran proyecto de vida, por lo que decidí vivir permanentemente acá para seguir formando gente, haciendo lo que hago”, cuenta Ruiz.
Su segundo proyecto de vida bien podría ser la instrucción de jóvenes, actividad que lleva adelante con su hija Macarena en la actualidad a través del teatro El Molino. La formación es la clave de la evolución, a los ojos de Koki: “Cada ser humano es un artista, y cada acción humana es una obra de arte. En cada persona existe la capacidad de crear”.
Tañarandy
Koki Ruiz logró unir primero a una ciudad, y luego a todo un país, en la celebración de Semana Santa más artística y multitudinaria de Paraguay. Tañarandy es una compañía de la ciudad de San Ignacio, en el corazón del Departamento de Misiones, donde la familia Ruiz posee una granja, lugar al que llaman La Barraca.
De las tradiciones locales, Koki se inspiró para realizar una celebración de Viernes Santo “como antes”. De la historia local rescató las antorchas y los candiles de apepú que se iluminaban con grasa animal para acompañar la procesión religiosa. Los vecinos de la zona se convirtieron en piezas vivientes de un cuadro vivo que representaba la Semana Santa de yma guare, algo que se extendió del patio familiar hasta colmar las calles principales del pueblo.
Las últimas ediciones de lo que ahora se conoce simplemente como Tañarandy convocaron a más de 20.000 personas, haciendo de la procesión y sus estaciones un espectáculo turístico de dimensiones más que religiosas que también se conoce como la celebración de las luces. Uno de los atractivos del evento es el de los cuadros vivientes, donde los pobladores recrean cuadros famosos como La Última Cena, de Leonardo Da Vinci, o El Descenso de la Cruz, de Caravaggio, que incorporan técnicas del teatro negro a la interpretación.